Estudiantes volvió a hacer pesar su oficio y jerarquía

Por ANIBAL GUIDI
COMENTARIO

Alguien dijo por ahí que “los clásicos no se juegan, se ganan” , y si se lo analiza desde ese lugar con respecto a lo que aconteció ayer en el Bosque no cabe menos que darle la razón.

Estudiantes, hay que reconocerlo, le ha encontrado la vuelta en cuanto a la manera de afrontar este partido que es tan especial para la ciudad y ya no es de ahora, sino de hace varios años atrás y por eso, si sumamos el que ganó ayer en el Bosque (3-1), está claro que “sudando la gota gorda” estiró su ventaja a 10 partidos en el historial, que no es poca cosa.

Estudiantes sigue firme en el torneo y en la Copa, y desde el Clausura 2010 que no pierde ante Gimnasia.

Hay que destacar que el equipo de Pellegrino , a quien hacía muchos partidos no se lo atacaba de la manera que lo hizo ayer Gimnasia, hizo prevalecer primero su oficio y luego su capacidad individual y colectiva que, cansancio al margen (sobre el final muchos de sus jugadores sintieron el esfuerzo que significa la doble competencia) es de mayor relumbrón que el del Lobo.

Todo eso quedó patentizado en el cierre del cotejo en 60 y 118 cuando, con un hombre menos (Jara entró y, en 5’ se fue para afuera por un violento foul) y apurado y presionado por el local, sacó a relucir todo eso que se hizo referencia más arriba para generar una contra que terminó en el tercer gol, que le hizo caer el telón al clásico 153 del profesionalismo.

Jonathan Schunke , de cabeza, tras un córner de Cerutti; Guido Carrillo, con zurdazo bajo y esquinado, asistido también por Cerutt i, y el propio Cerutti , de penal, tras un foul que Medina le cometió al propio jugador juninense, anotaron las conquistas del equipo albirrojo que ha tenido un arranque con paso ganador en el torneo de Primera División, con tres jugados y tres ganados, que lo mantiene en la cima de las posiciones.

El partido tuvo dos expulsados, el visitante Leonardo Jara , a los 22 minutos del segundo período, y el anfitrión Maximiliano Coronel , a los 44, ambos por juego brusco.

Está claro que a esta altura el míster Pellegrino le ha sabido mostrar el camino a sus jugadores, y lo más importante, al margen de las carencias notorias de juego que acusa por momentos -ayer el propio entrenador destacó que a su equipo le faltó “chispa” , que se puede traducir en creatividad- los ha convencido de que con este modelo pueden competir contra cualquier rival y, lo más importante, ha desterrado de sus mentes que eso no lo pueden desarrollar en calidad de visitantes.

La fórmula del éxito es sencilla. Una férrea solidez defensiva combinada con una pizca de suerte en la puntería. Cuando estas dos premisas se cumplen, la victoria es segura.

Estudiantes tiene, a diferencia de Gimnasia, delanteros que en cualquier momento y a través de cualquier movimiento ofensivo pueden llegar a lastimar. Ayer dieron una cabal muestra de ello.

El típico clásico platense estuvo contenido en la primera media hora. Fue jugado con dientes apretados y pierna fuerte. Existió mucha presión en el medio pero poca claridad como para generar situaciones de gol en un arco y otro.

A Gimnasia le cuesta horrores, podrá ir, llenar el área de centros, desbordar por los costados e intentar llegar tocando, pero su falta de claridad en la resolución final le juega en contra.

Como también le juegan en contra las falencias individuales en el plano defensivo. Tres de ellas en el primer tiempo le dieron grandes dolores de cabeza. En la primera, tras una pifia de Barsottini , llegó una triangulación entre Carrillo-Sánchez Miño-Auzqui que pudo resolver Bonnin con una buena contención.

Luego, el propio Bonnin no retuvo un cabezazo de Desábato y milagrosamente la pelota se fue al córner por sobre el travesaño. Y de ese córner que ejecutó Cerutti desde la izquierda llegó el cabezazo del misionero Jonathan Schunke que abrió la cuenta en el clásico. El defensor cabeceó con libertad y la respuesta del golero local casi que no existió.

Si para Gimnasia ese fue un golpe duro, porque la chance más clara que tuvo cuando estaban cero a cero (chilena espectacular de Vegetti tras centro de Licht desde la izquierda, y manotazo salvador de Navarro que hizo que el balón rebotara en el horizontal) no la pudo convertir, el tempranero gol de Guido Carrillo , no bien se puso en juego el complemento, tuvo el efecto de un nocaut.

Cerutti , el jugador más regular y desequilibrante desde que arrancó la temporada y ayer el más valioso del clásico, le puso un pase justo a Carrillo tras una larga carrera por la izquierda, y el delantero, anticipándose a la marca de su cancerbero le pegó como venía de zurda y la clavó abajo, contra el palo derecho de Bonnín , que se arrojó pero no llegó.

Negocio redondo para un Estudiantes que no las había tenido todas consigo, que volvió a adolecer del conocido problema que trae ya de arrastre en cuanto a su falta de juego interno y externo, pero que a la hora de la verdad su capacidad para defender en su propia área y también de lastimar en la de enfrente, lo habían puesto arriba en el marcador. A partir de allí, y al margen de las muchas faltas que pitó Pitana que le cortaron el ritmo al juego, el clásico pasó a transitar por una etapa en donde el empuje, la intensidad y las emociones le dieron otro matiz de mayor interés y suspenso.

Y en el peor momento del partido, el Lobo volvió a meterse en el clásico gracias a un cabezazo perfecto de Vegetti , tras un córner que mandó Mendoza desde la izquierda, que dejó sin reacción a Navarro .

Ahí Gimnasia fue decidido a buscar el empate, el técnico Troglio apostó por cambios ofensivos y Estudiantes pareció flaquear por el gol y porque Leonardo Jara , que hacía 5’ había entrado, metió un patadón a Mendoza y vio la roja, dejando a su equipo con un hombre menos. Meza tuvo el empate, Vegetti también, el área albirroja se llenó de gente y de centros y, cuando parecía que flaqueaban las fuerzas de la visita, nada de eso sucedió porque estaba agazapado y listo para la puñalada trapera. Aprovechó la velocidad y astucia de Cerutti . El Pocho se mandó en una de las últimas del partido por derecha y Medina le hizo un penalazo que él mismo se encargó de transformar en gol, rematando bajo al palo derecho de Bonnin . Tres a uno y final. Ganó el mejor, en donde sus futbolistas son conscientes de que si primero dan, luego reciben . Y eso fue lo que sucedió ayer.