Una vez más, Gimnasia fue víctima de un mal arbitraje

CORDOBA
Enviados especiales

Por WALTER EPISCOPO
COMENTARIO

No tiene suerte Gimnasia con los árbitros que lo han venido dirigiendo en los últimos partidos. Ayer en Alta Córdoba se le cruzó en el camino el tucumano Pedro Argañaraz quien a 10’ del final sancionó en su contra un penal (supuesta infracción de Nicolás Navarro en perjuicio de Milton Caraglio) que realmente no existió y que, por supuesto, selló la suerte del Lobo en la Copa Argentina, ya que lo transformó en gol el propio Caraglio.

Vélez Sarsfield entonces, se metió en los cuartos de final de esta competencia en donde deberá enfrentar a Lanús, muy posiblemente en la cancha de Racing Club.

El primer tiempo se cerró ayer sin brillo ni luces, las patadas que volaban de un lado al otro como producto muchas de ellas por un muy mal estado del campo en la cancha de Instituto, en Alta Córdoba (imposible que pudiera generarse en esas condiciones un partido bien jugado), fueron la característica constante.

Y en el complemento las cosas no mejoraron, pero Vélez, con la ayuda de un árbitro que, sin duda, entró muy mal predispuesto, especialmente contra el Lobo, sacó provecho de una supuesta infracción del arquero Navarro, que bajó en el área a Milton Caraglio. El mismo delantero cambió penal por gol (remató de zurda buscando el palo de la mano izquierda de Navarro que se jugó hacia el otro lado) y eso bastó para que los de Liniers dejaran en el camino a los platenses.

Lo de mal predispuesto viene a cuento porque en el arranque del partido Iván Bella cometió cuatro infracciones consecutivas (varias de ellas en perjuicio del capitán Oreja) sin que si quiera lo advirtiera, pero en cambio bastó que Mendoza cometiera una falta común para que le sacara la primera amarilla del partido.

Recién cuando el volante velezano sumó la quinta infracción, recién allí procedió a amonestarlo.

La situación que se generó en torno al árbitro, y especialmente luego que sancionara una muy dudosa falta que derivó en el penal que resolvió esta instancia de octavos de final, el técnico Pedro Troglio que ha venido archivando bronca contra los árbitros, fue contundente al afirmar que “cobran cualquier cosa, no sirven para nada”.

Pero hay que repasar lo que ocurrió a los 35’ del complemento, en esa acción que resolvió este choque. Lo primero que se debe dejar en claro es que Argañaraz estaba muy lejos de la acción. Y que Caraglio se fue abriendo del centro hacia la derecha, quedando casi sin ángulo para rematar al arco.

El golero Navarro salió a taparlo y fue abajo y le tocó la pelota, algo que quedó muy claro. Lógicamente que como producto de su accionar el roce con el delantero era inevitable, como ocurrió. ¿Qué otra cosa podía hacer el arquero mens sana para no tocar al delantero rosarino? Si tocó antes la pelota, si la rechazó, nunca tuvo la intención de cometer penal, pero el árbitro, que siempre estuvo muy celoso con toda acción o reclamo de los jugadores del Lobo, pitó la pena máxima.

Pedro Argañaraz está transitando por el fútbol de primera división con muchas dificultades. Por ejemplo, dirigió aquel Godoy Cruz-Boca, que se jugó en Mendoza en 2013 y terminó 2-2. Ese encuentro terminó con incidentes entre los jugadores de ambos equipos y tuvo fallos polémicos por parte del juez, que luego fue parado.

También fue el árbitro del partido en el cual Crucero derrotó como visitante a Patronato 1 a 0 en Paraná por el pasado torneo. ¿Cuál fue el problema entonces? Que Argañaraz cobró un penal muy dudoso faltando pocos minutos para el cierre del encuentro. En lo que hace al partido propiamente dicho, a la ausencia de buen juego se le sumó la pierna fuerte. Muchas infracciones hicieron muy cortado el encuentro en Córdoba. No hubo diferencia entre uno y otro, la diferencia, al final, la generó el árbitro al sancionar un penal que solamente vio él y que, claro, la aprovechó Vélez.