Lezama guarda a los chicos en casa y cambia rutinas por el brote de varicela

Cuando Marisa Girard, prosecretaria del Club Cobo, cuenta que cada sábado un promedio de 200 chicos llenan el salón principal de esa institución para practicar taekwondo y danzas, los ecos de su voz rebotan en cada recoveco de ese ambiente, que ayer lucía inútilmente grande, totalmente vacío. ¿Cómo? ¿Y los chicos? La mayoría en sus casas. Porque como las del club Cobo, todas las actividades infantiles de Lezama están interrumpidas. Primero cerraron las diez escuelas de la zona. Después se plegaron los clubes de fútbol, las academias de inglés, las clases de patín. "Se ven menos chicos en la calle, la verdad y hasta algunas actividades de adultos, como las peñas folclóricas se suspendieron", dice Gladys desde un comercio céntrico para describir los atípicos días que vive la ciudad.

La razón es el sorpresivo brote de varicela que afecta a Lezama desde el 18 de abril y que ya suma 84 casos. Eso llevó a un comité de crisis integrado por autoridades sanitarias y educativas de la zona a decidir esta semana cerrar temporariamente todas las escuelas de la ciudad, con el acuerdo mayoritario de los padres. Otras entidades, como los clubes, se plegaron más tarde. Y aunque ayer desde el Ministerio de Salud se aseguraba que el brote está bajo control, la varicela sigue preocupando en las calles y condicionando el ritmo de vida del lugar, que recién se espera que vuelva a la normalidad entre el martes y el miércoles de esta semana. Mientras tanto, desde el hospital municipal Francisco Quijano sostienen que, aunque el brote desaparezca, esperan atender casos aislados durante diez días más.

La irrupción de la varicela tomó por sorpresa a esta localidad de 6.000 habitantes que cuenta con sólo dos pediatras, donde ni siquiera el peor impacto de la Gripe A obligó a cerrar escuelas. Sorprende porque se trata de una enfermedad que suele aparecer con este ímpetu sólo a finales del invierno, según indica Luis Crovetto, titular de Medicina Preventiva de la Provincia. Y también porque ninguna de las localidades vecinas se vieron afectadas. Llama la atención, además, la velocidad conque se expandió. "Hubo un momento en que llegamos a tener entre 8 y 9 nuevos certificados médicos diarios por varicela y hasta el 50% de ausentismo", dice Girard, que es maestra de uno de los dos jardines de infantes (uno público, otro privado) donde el brote comenzó.

Aunque la varicela suele ser subestimada, por tratarse de una afección benigna que se supera en el lapso de 10 días en el 99% de los casos, la posibilidad de que se complique con neumonías, lesiones en la piel derivadas del rascado o incluso meningitis fue uno de los motivos que disparó la preocupación de la población. Sobre todo después de que se presentaron tres casos que requirieron internación en La Plata y en Lezama. Uno de ellos correspondió a una mujer adulta que fue externada ayer, otro a un nene de 3 años que sigue internado (aunque fuera de peligro) en una clínica platense, y un tercero correspondiente a una nena que debió ser trasladada al Hospital de Niños Sor María Ludovica tras registrar lesiones en la piel por el rascado.

Estos datos los brinda el director del hospital Quijano, doctor David Oyhenarte, quien destacó la necesidad de "llevar tranquilidad a la gente de Lezama, ya que en la última semana sólo se registraron cinco casos de varicela y con ese ritmo resulta fácil bloquear el avance de la enfermedad, vacunando al entorno de los nuevos afectados. Para eso, el hospital recibió ayer a través del Ministerio de Salud 1.000 dosis de vacunas".

En ese sentido, uno de los interrogantes sanitarios que disparó el brote es si para evitar casos como el de Lezama no se justifica incorporar la vacuna contra la varicela (que se considera efectiva en un 95% de los casos y cuesta en la actualidad entre 200 y 300 pesos) al calendario nacional de vacunación, considerando que en la Argentina se registran entre 50.000 y 100.000 casos de la enfermedad por año.

DIAS DE VARICELA

Con una diferencia de 15 días, los dos hijos de Gabriela, Bautista y Joaquín, se contagiaron la varicela en una escuela de Lezama. Y no fueron los únicos del colegio. En plena recuperación, Bautista enumera una larga lista de compañeritos que también resultaron afectados.

"La varicela es una enfermedad provocada por el virus de la varicela zoster, extremadamente contagiosa, que se transmite por vía respiratoria y a través de las llamadas `gotitas de fluge`, que se expelen al hablar", indican los especialistas.

De ahí que cuando en el período comprendido entre el 25 de abril y el 6 de mayo, el número de casos comenzó a incrementarse y las autoridades sanitarias y educativas implementaron estrategias para hacerle frente a la difusión de la enfermedad, la presión de los padres de Lezama apuntaba hacia un objetivo claro: que se suspendan las clases, ya que la mayor parte de los casos se estaban registrando en los jardines de infantes y colegios primarios de la ciudad.

Desde el ministerio de Salud de la Provincia se recomendó cerrar los cursos afectados y no las escuelas. Pero las autoridades educativas de la región consideraron que se hacía muy difícil controlar la difusión de la enfermedad en los espacios comunes, como pasillos y patios, en los jardines maternales y en los comedores escolares. Todo en el marco de una comunidad chica, donde es frecuente que los chicos se crucen en distintas actividades.

La decisión de cerrar las 10 escuelas de Lezama se tomó el miércoles de la semana pasada y, según estimaciones Oyhenarte, se extendería a entre el martes o miércoles de la semana que comienza hoy.

"El lunes se va a celebrar una reunión entre autoridades sanitarias y educativas y ese mismo día se van a desinfectar las escuelas. La idea es que los chicos retomen sus actividades normales entre el martes y el miércoles. El brote está controlado, tenemos ahora muy pocos casos fáciles de bloquear. Pero sabemos que vamos a seguir teniendo casos aislados, al menos durante diez días", dijo a este diario el director del hospital.

Mientras tanto, los padres de una comunidad que a juicio de Oyhenarte tomó rápida conciencia de la conducta preventiva que exigía la situación, cambiaron temporariamente las rutinas de los chicos. Como Paola Vicente, que prefiere que, por estos días, Mateo (8) juegue en casa: "normalmente va a tenis, a entrenamiento de fútbol martes y jueves y los domingos al partido, pero ahora está todo suspendido. Hasta las clases de pilates a las que voy yo, donde somos todos adultos, por unos días dejaron de dictarse".