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Educacion |UN EJEMPLO DE EDUCACION EN TIEMPOS DE CRISIS

Receta contra la brecha generacional

Edgardo Ponisio tiene 80 años y sigue al frente de un aula. Enseña electrónica en el Albert Thomas y es referente de chicos de 15

Receta contra la brecha generacional

A los 80, Edgardo Ponisio enseña electrónica y está al tanto de lo último en tecnología digital y celulares. Sus alumnos tienen 15

26 de Junio de 2011 | 00:00

El profesor de Electrónica de 4° y 5° del industrial Albert Thomas entra al aula. Los alumnos se paran para saludarlo. ¿Escena atípica para estos tiempos? Quizás. O será que se trata de un profesor que lleva a que los estudiantes, al ser consultados sobre su persona, lo primero que respondan sea: "Nos sentimos respetados". ¿Un docente joven con el cual comparten códigos por la escasa brecha generacional? Nada de eso. Se trata de Edgardo Ponisio, quien con 80 años de edad y más de 50 en la profesión, continúa ejerciéndola con una pasión pocas veces vista. "¿Dejar de dar clases? Sinceramente, jamás se me cruzó por la cabeza. Jubilarse es morir", exclama (ver aparte).

Luce impecable. Conserva la estampa de aquellos profesores que muchos añoran. Sacón, camisa, corbata. Se adivina una persona que, antes de salir de su casa hacia el colegio, se tomó su tiempo para arreglarse. Y es que don Edgardo Ponisio recorrió ese trayecto para enseñar. Algo que considera poco menos que sagrado.

Está tan compenetrado en su trabajo que empieza explicando que "éste es un 4° año. Son chicos que ya están en el trayecto técnico profesional..." Ahora bien, hay tantos docentes esperando jubilarse -se le hace notar- ¿Nunca lo pensó? Ponisio, tras escribir una serie de fórmulas en un clásico pizarrón verde con tiza blanca -bajo la atenta mirada de sus alumnos-, no piensa mucho la respuesta. "A ver, hay una cosa que es muy simple. Cuando uno ama algo tiene dos caminos, o lo deja o muere con eso", dice y deja escapar una leve sonrisa.

En 1945 pisó por primera vez el Albert Thomas. Empezaba sus estudios secundarios y una carrera dedicada a la educación que, 66 años después lo encuentra frente a ese pizarrón; enseñando. Le brota un recuerdo. "En aquel momento el director era el profesor Iparaguirre, gran director", afirma.

Mira por la ventana y llega otro recuerdo. "Eso que se ve ahí atrás (donde hoy están los talleres de la escuela) eran galpones de chapa que usaban los soldados". Pero poco después se convirtieron en verdaderas fábricas que "llevaron al Albert Thomas a ser el segundo colegio del país".

LA FORMULA DEL EXITO

Pasaron muchos años. Hubo muchos cambios. ¿Cómo se fue relacionando con los jóvenes hasta hoy? El profesor comienza a desgranar sus pensamientos, y deja entrever que los valores de la vieja escuela pueden estar más vigentes que nunca y aplicarse en el día a día: "Los alumnos fueron siempre iguales", sorprende, más aún en estos tiempos convulsionados, y explica que para él "la forma de expresarse y de actuar es distinta, la vestimenta, pero el docente está obligado a asimilar esos cambios. Sólo debe tratar de acomodar su forma de ser a la de los alumnos y los alumnos a la del profesor. Es la base de la convivencia".

Ponisio hace todo simple. Añade que "esos procesos son lentos" y opina que así deben ser porque "los cambios drásticos no valen, como tampoco querer volver a las antiguas formas. La clave pasa por adaptarse siempre dentro de una escala de valores básicos".

LA "FILOSOFIA DE LA ESCUELA"

Cuando se le pregunta por el mejor y el peor momento de la educación, es tajante. "No hablaría de una peor o mejor época. Uno viene a enseñar, se encuentra con los alumnos y sigue una planificación. Si afuera hubo o hay problemas sociales y políticos, desde ya que no estamos divorciados. Pero la filosofía de la escuela es enseñar", enfatiza.

Esa adaptación a los cambios pasa por la capacitación, dice. Y resalta que en electrónica se ha dado un gran vuelco. "Ahora hay que enseñar técnicas digitales. Para eso no se puede dejar de estudiar y hacer cursos, dentro y fuera del colegio", aconseja.

Una carencia de las escuelas técnicas actuales pasa por la falta de profesores que tengan una trayectoria laboral en empresas, según marcan muchos directivos. Ponisio lo dice sin que se le pregunte. "Yo aprendí a trabajar con gente de empresa. Esa experiencia es tremendamente importante porque se traduce naturalmente a la enseñanza", remarca.

Otro problema actual, como la ausencia docente, no pasa tampoco por su cabeza. "No soy un puritano -aclara-. Pero he venido a trabajar enfermo. Los grados de responsabilidad se manifiestan en esos momentos. Yo pienso, ¿y los chicos? Es que las cosas hay que hacerlas al cien por ciento, nunca a la mitad. Si te dedicás a la enseñanza, dedicate a la enseñanza", espeta el profesor.

Para el final, una reflexión más -"el alumno debe sentir que uno viene a ayudarlo para el día de mañana, no a perjudicarlo"- y una frase contundente: "Docente se nace".

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