Con holgura, superó una prueba clave para no ceder terreno en su ambición

La amplitud del resultado protege a Gimnasia de cualquier reproche importante. Si antes del partido se vaticinó que Deportivo Merlo podía llegar a ponerlo en aprietos con su esquema tan conservador como disciplinado en lo táctico, ahora que el "Lobo" le ganó por tres goles y con enorme autoridad, sólo cabe destacar su mérito.

Hasta el primer gol (Fernándes Silva sorprendió a propios y extraños), el pronóstico del partido lo daba como favorito al equipo dirigido por Troglio, pero con algunas reservas. El dueño de casa había perdido confiabilidad en su reducto y la clave estaba en quebrar el denso vallado humano de los huéspedes. ¿Cuánto podía aguantar la formación de Néstor Ferraresi? ¿Perdería la calma el local si pasaban los minutos y no conseguía marcar? ¿Soportaría la obligación de no volver a decepcionar ante sus seguidores? De pronto, y en el contexto de un trámite bastante aburrido, llegó el alarido más esperado. El latigazo de Nahuel, que se escondió, tímido, débil, junto al palo derecho de Ruggiero, significó veneno puro para el suspenso.

Después de varios resultados amargos, todos los hinchas albiazules coincidían en el deseo primordial: sólo querían los tres puntos. Es cierto que podría haber lucido bastante más en el tejido de las acciones, en el juego colectivo, pero lo valioso fue que la angustia tuvo el ingreso vedado en el estadio del Bosque. Unicamente molestó el calor. Esta vez no hubo nervios, quejas gritonas, ni tensión en los minutos finales. Es más, con el golazo del "Turbo" Vargas (ubicó el derechazo seco y potente en un rincón imposible para el arquero) se fue el primer tiempo y, casi casi, la tibia ilusión de Merlo por llevarse al menos un empate milagroso.

El cabezazo de Choy terminó de decorar la ventaja mientras los hombres de Merlo ofrecían, por momentos, la imagen de un equipo amateur donde afloraban viejas rencillas. Discutieron mucho en el vestuario y la siguieron en el campo.

LAS BANDAS TIENEN DUEÑO

Así como Milton Casco (que el último viernes no mostró su mejor versión) ya es un titular indiscutido, el sostenido crecimiento individual de Matías Ariel García resulta de gran valor para el funcionamiento ofensivo albiazul. Troglio lo puso por derecha y fue un error, pero por la izquierda lastima permanentemente. La gente ya lo quiere.

Si Gonzalo Vargas mejora un poco y de una buena vez aparece el organizador que sigue faltando, Gimnasia podrá ratificar en la recta final de este almanaque su ambición por estar entre los cuatro o cinco primeros.

Ahora aparece en la agenda la Copa Argentina que, salvo alguna situación extraña, no será prioridad en este momento. El deseo más fuerte está en ganarle a Ferro, otro rival duro, como para no cambiar la tónica de un campeonato exigente por donde se lo mire.

Gimnasia continúa buscando la productividad ofensiva que debe tener todo aquel que desee volver rápido a la Primera División. Mientras tanto, se dio el gusto de ganar como todos le reclamaban.