El Ruso siempre impuso respeto desde el fondo

Fue uno de los grandes zagueros del Lobo. Respetado por propios y extraños, saltó a la primera división en la década del '70 después de llegar a las inferiores del club del Bosque desde su Darragueira natal para tratar de ganarse un lugar en el fútbol grande.

Hugo Marcelino Gottfrit, como antes Pedro Galeano, Juan Masnik o Domingo Lejona -por nombrar sólo algunos-, se fue ganando por méritos propios el honor de integrar la galería de notables zagueros que supieron imponer su sello luciendo la camiseta de Gimnasia.

Desde que asomó su melena colorada por el túnel de 60 y 118 se instaló en el corazón de la hinchada gimnasista por entrega y efectividad. Integró y fue el capitán de notables equipos de la época en los que también sumaron su aporte otros grandes de la época como el "Gallego" Antonio Rosl, Carlos Della Savia y Hugo René Echauri.

Todavía perduran los ecos de aquellos tremendos clásicos disputados con Estudiantes que lo tuvieron en cada oportunidad como protagonista principal. Hubo varios para el recuerdo pero no hace mucho el "Ruso" recordaba uno en particular: el que se jugó el 9 de marzo de 1975 en el estadio de 57 y 1.

Ese día el equipo pincha arrancó con todo y se puso 3-1 arriba en el marcador. Con mucho temperamento y un despliegue notable -ese que siempre lo caracterizó-, Gottfrit y sus compañeros lograron llegar al 3-3 sobre la hora en un final que hizo vibrar a la Ciudad.

Jugó 235 veces luciendo la albiazul, marcó 5 goles y en 1976 se fue a México para actuar cinco temporadas en el fútbol azteca cuando no eran muy comunes las transferencias al exterior.

Pero lo suyo había sido muy bueno en el transcurso de las temporadas anteriores y varios clubes de aquí y afuera se mostraron rápidamente interesados en su concurso.

En 1981 volvió a su primer amor, a "su casa", a sumar su aporte para un Gimnasia que no la estaba pasando bien en la primera "B".

Quienes lo han visto recordarán con seguridad la velocidad de sus cruces, la vehemencia que le imponía a su juego y la permanente decisión para convertirse en la salida de su equipo.

Debutó en 1970 y nunca dejó de estar vinculado a Gimnasia. "El Tintorero", como lo llamaba Osvaldo Tomatti en las recordadas columnas que firmaba en EL DIA como Mercurio, muchos años después de abandonar la actividad en forma activa se preocupaba por acercar nuevos valores para sumarse al semillero del Bosque.

Se fue un pedazo importante del fútbol tripero. Lo van a extrañar y mucho en el Bosque. Su ejemplo, su entrega, dejar siempre todo por "su" Gimnasia, fueron una marca registrada difícil de olvidar.