El respaldo de siempre

“Porque al Lobo lo quiero lo vengo a alentar, en las buenas y en las malas mucho más”, cantaba la gente en la previa.

Linda noche para ver fútbol en el Bosque y la esperanza de volver a ver ganar al equipo, luego de dos derrotas consecutivas que dolieron muchísimo, tanto al cuerpo técnico, al plantel, y obviamente a la gente.

La ilusión de ver la recuperación de un equipo que la última vez que había jugado en el Bosque, se había ido con la cabeza gacha por una durísima derrota con Defensa y Justicia.

Había mucha expectativa porque de sumar los tres, volvería a subirse a la punta, al menos por unas horas hasta que juegue Olimpo.

Por eso si bien en el comienzo todo fue una fiesta, con el correr de los minutos y el gol que no llegaba, se comenzó a impacientar.

Era lógico, era imperioso poder ganar y volver a festejar, después de dos caídas (Defensa y Justicia y Gimnasia de Jujuy).

UN MARCO ESPECTACULAR

¿El marco de público? Simplemente espectacular. Una vez más el Estadio del Bosque lució completo, en ambas cabeceras y la platea Techada. Muchísimas banderas, los bombos y las trompetas no faltaron, y el aliento tampoco.

El empate termina teniendo sabor a poco, aunque al menos pudo cortar la racha negativa, ante un incómodo rival que se plantó en el Bosque para llevarse lo que finalmente se terminó llevando: el empate.

El Lobo no supo romper el esquema del Tiburón, y a medida que pasaban los minutos la impaciencia fue en aumento, tanto en el campo de juego como en las tribunas.

Aplausos de la gente para los pibes. Alguna subida de Benavídez, el empuje de Nacho Fernández y las ganas con las que jugó Romea, que tuvo una clarísima, pero el arquero Campodónico la encontró y le ahogó el grito al pibe oriundo de Mar del Plata.

También hubo también algunos aplausos cuando Cabrera entró a los 33 minutos del complemento, más que nada de la Techada.

SILBIDOS

No fue la noche soñada, los miles de Triperos que fueron, querían ver ganar a su equipo, “pero bueno, si no se puede ganar, al menos no hay que perder”, era el consuelo de muchos hinchas mientras dejaban el estadio ya cerca de la medianoche.

La despedida del equipo estuvo dividida. Hubo algunos aplausos, pero también se escucharon silbidos.

Por eso el ingreso de Troglio al campo de juego tras el final, para saludar uno a uno a sus dirigidos que dieron todo, pero esta vez no alcanzó.

Habrá que esperar exactamente una semana para volver a 60 y 118 ante Instituto, y esperar que la fiesta vuelva a ser completa.