“El nacimiento no es una enfermedad”

Por Silvia M. Schmidt

Cuando hablamos de cesárea, en general, centramos la información en porcentajes. Pero el tema es mucho más complejo que un simple porcentaje. Cuando hablamos de cesáreas hablamos del momento más importante para un ser humano, que es su nacimiento, y uno de los más sublime para una mujer. El nacimiento no es una enfermedad. El parto es un proceso fisiológico normal en el que los aspectos emocionales son fundamentales y deben ser respetados. La cesárea es una cirugía mayor, que cuando es necesaria salva la vida del niño y de la madre, pero, de ninguna manera, debe ser vista como una “opción” inocua para la mujer y el niño. Esta intervención tiene un riesgo de muerte para la madre seis veces superior al de un parto vaginal. Si queremos que nazca un ser humano capaz de amar a su entorno y amarse a si mismo, debemos empezar a preguntarnos dónde y cuándo surge la capacidad de amar. Y esta pregunta nos conduce directamente a la primera etapa, la etapa primal de nuestra vida, aquella que surge en el vientre materno, que continua en la etapa perinatal y que abarca todo el primer año de vida. Hoy en día, como ha constatado el doctor Michel Odent, vivimos un momento en el que los nacimientos naturales están tendiendo a cero. Esas hormonas del parto (oxitocina, endorfinas y prolactina) están en serio peligro de extinción en una sociedad en la que la mayoría de las mujeres paren a sus hijos sin el efecto de ese cóctel hormonal natural en sus cerebros y en sus cuerpos y, por lo tanto, desconectadas del proceso y privadas de los efectos comportamentales de las fantásticas hormonas del amor.

(*) Doula y directora de Anidando