Los desafíos de Massa en el camino a octubre

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Con sus jóvenes 41 años, navega en un mar de tiburones que alcanzan los 60. Pero, a no confundirse: Sergio Massa, la figura estelar del cierre de listas del fin de semana, no es la presa de ese océano político que representa el conurbano y el peronismo provincial. El también es un tiburón, con escuela en el duhaldismo de los noventa, que con la sonrisa campechana y la chapa de la buena gestión local jugó la carta más fuerte de su carrera. Peleará, qué duda cabe, contra la Presidenta. Las encuestas preliminares lo favorecen y hay que buscar allí una de las razones de su decisión.

A partir de ahora Massa será depositario de una enorme dosis de expectativa del mundillo político y del electorado en general. Por supuesto que va a jugar para ganar y una prueba de ello es que armó listas de candidatos provinciales y distritales en todos los rincones del territorio bonaerense.

PRIMER DESAFIO

Un primer desafío para él será el tono de la campaña. Hasta ahora ha insinuado un perfil moderado, de crítica suavizada a la Casa Rosada. Muy diferente, por ejemplo, del que cultiva el también peronista Francisco de Narváez, otro de sus rivales de octubre y buscador permanente de la polarización con Cristina Kirchner.

Indefectiblemente deberá diferenciarse de la Presidenta porque él buscará el voto en el universo de electores que no quieren apoyar al kirchnerismo. Y en ese mismo espectro buscarán apoyos de Narváez o Margarita Stolbizer, del FAP, que casi con seguridad buscarán pegar a Massa con el Gobierno.

Cerca de Massa explican que hay maneras de llevar adelante esa táctica de diferenciación que no pasan por copiar, digamos, el estilo confrontativo que a veces usa Cristina o el “blanco o negro” que propone el Colorado.

Para eso sería clave la proyección a un nivel nacional de la lógica de gobierno de la liga de intendentes bonaerenses que lidera Massa y que pueden exhibir gestiones prolijas, ordenadas, en sus distritos. No es menor el dato: se trata de una generación de peronistas –aunque también los hay de otros signos políticos- que han construido fortaleza política y electoral porque antes edificaron fama de buenos gestores.

Eso es, en definitiva, lo que les ha pedido Massa a sus colegas: presentarse al electorado como una camada de gente que sabe administrar, a pesar de las estrecheces que muestran el gobierno provincial y el nacional. Eso, además de la cuestión etaria, le da al massismo cierto aire de novedad, de frescura.

Por eso no es casual el nombre de Frente Renovador que eligió el intendente de Tigre para su espacio. Buscaría ser lo nuevo dentro de un peronismo bonaerense que, en tanto columna central del Frente para la Victoria, en verdad huele a naftalina, con nombres que se repiten desde hace añares. Hay allí otro desafío latente del massismo: avanzar en serio con la idea de una renovación –se supone que luego de una eventual victoria en octubre porque de lo contrario será imposible- o volver a cobijar a la misma cofradía de barones y caciques de siempre. Un agudo observador político del PJ que no se juega nada en este comicio resumió el posible papel de Massa hacia dentro del partido con reminiscencias históricas: “Puede ser el Cafiero del 85”.

Se refería al por entonces diputado Antonio Cafiero quien, en plena primavera alfonsinista, inició el camino hacia una renovación partidaria que dejó atrás a buena parte de la dirigencia que había sido derrotada en 1983 por el radicalismo y abrió el paso a una camada más nueva, joven. El punto máximo fue el triunfo del propio Cafiero en la pelea por la gobernación bonaerense, en 1987. “Hay que forjar una nueva mística del cambio”…”un proyecto transformador, con métodos incuestionables y hombres con credibilidad y decisión”. Las frases, que tienen 28 años, pertenecen al documento fundacional de la Renovación cafierista pero fuentes de Tigre aseguran que, con palabras similares, suele expresarse Massa en reuniones privadas.

CON LOS LEALES

En cierta forma, si se mira la lista de candidatos a diputados nacionales del kircherismo que competirá con Massa, también se huele el aroma de la figurita repetida. Salvo el caso del joven intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, que encabeza la boleta y es la gran apuesta presidencial, el resto son nombres hiper leales a la Presidenta, talibanes de las causas ásperas que auspicia el gobierno y que van por la reelección propia. Como Diana Conti, Carlos Kunkel, Héctor Recalde, Juliana Di Tullio y demás. La del Frente Renovador, aún con algunos nombres de poca envergadura política, reflejaría un concepto más plural o diversificado, con la inclusión de representantes empresarios, de fuerzas no justicialistas y de sectores sociales.

Paradójicamente, la salida de Massa a la cancha obligó al Gobierno a volcarse sobre la territorialidad de los intendentes kirchneristas y es por eso que en las nóminas seccionales y en la nacional se ven muy pocos nombres vinculados a la juvenil agrupación La Cámpora, que venía amenazando con hegemonizar los lugares. Evidentemente, deberán esperar el próximo turno.

LO QUE VIENE

Massa mostró un buen manejo de los tiempos, esperando hasta último momento para anunciar su candidatura. También, que estaba dispuesto a ir en serio contra la Rosada, al auspiciar aquel acuerdo caído con Daniel Scioli para armar un frente de perfil opositor al Gobierno basado en la muy buena imagen que tienen ambos.

Lo dicho: buena parte del peronismo empezará ahora y después de octubre, si finalmente es el vencedor, a visitar Tigre en busca un nuevo liderazgo.

Hasta ahora Massa mostró coraje en la decisión y hambre de poder, ítems que el justicialismo suele valorar mucho. La incógnita es saber si el muchacho de 41 años tiene espalda suficiente para cargarse esa responsabilidad. Los meses que vienen entregarán una respuesta a ese interrogante.