“La Joya del Pacífico”, llena de carencias

El voraz incendio que desde el sábado consume Valparaíso puso de manifiesto las carencias urbanísticas y la vulnerabilidad social de esta ciudad chilena, que recuerda con nostalgia un pasado señorial y próspero que la llevó a ser bautizada como “La Joya del Pacífico”.

Su peculiar geografía urbana, con empinadas y angostas calles en cerros repletos de humildes viviendas, los fuertes vientos y la desidia de las autoridades han confluido en una especie de “tormenta perfecta” que ha dejado varios muertos, más de 10.000 damnificados y unas 2.200 casas destruidas.

Mientras los bomberos luchan contra las llamas en los cerros de la ciudad, el debate se centra en establecer las causas de lo sucedido y en descifrar si se podría haber evitado o minimizado la tragedia.

Para el arquitecto y urbanista Iván Poduje, el gigantesco incendio que afectó a seis cerros de Valparaíso no fue sólo el resultado de una combinación trágica y fortuita de factores, sino el desenlace de la negligencia de las autoridades ante un problema conocido por todos, el de los asentamientos irregulares. “Hubo varias advertencias a raíz de incendios anteriores, se detectaron focos de riesgo, pero no se tomó ninguna de las recomendaciones”, señaló.

Situada frente al océano Pacífico, la ciudad de Valparaíso tiene una pequeña parte plana frente a la costa y está rodeada de 42 cerros que con el paso de los años se han ido poblando, muchas veces de manera irregular y lejos del control de las autoridades.

Según Poduje, el incendio quemó los cerros situados en la parte más alta de la ciudad, donde habita gente de escasos recursos, lejos de las pintorescas casas de colores y los ascensores que cada año llaman la atención de miles de turistas de todo el mundo. En 2008, la fragilidad de la seguridad en los cerros de Valparaíso quedó en evidencia a raíz de un incendio que dejó cuatro muertos y destruyó un centenar de viviendas.

A pesar del ambiente bohemio, su agitada vida nocturna y del privilegio de ser Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2003, Valparaíso es apenas un vestigio de la ciudad distinguida y elegante que fue a fines del siglo XIX, cuando se convirtió en la capital económica de Chile gracias al comercio marítimo. Su puerto se convirtió en parada obligada para los buques que unían el Atlántico y el Pacífico a través del Estrecho de Magallanes.