Brasil sigue sufriendo el Mundial

EN MEDIO DE LA POBREZA QUE VIVE UNA BUENA PARTE DE BRASIL, LAS OBRAS CON ESCASO SENTIDO Y LAS FORTUNAS GASTADAS HACEN MUCHO RUIDO

Por EDUARDO TUCCI

L os malos tragos mundialistas para Brasil no se completaron con la lesión de Neymar ni el tremendo 7-1 que le propinaron los alemanes en la catástrofe futbolística más importante junto al recordado “maracanazo” de 1950. Los problemas siguieron cuando llegó el momento del balance económico que dejó a la luz una enorme cuenta de 13.000 millones de dólares utilizados para montar la Copa. De esa cifra 3.800 millones se destinaron a la construcción de los 12 estadios, seis de los cuales se terminaron a los apurones casi sobre el inicio de los partidos y otros tantos no tendrán utilidad de aquí en más.

Precisamente el tema de las canchas resulta uno de los más controvertidos por cuanto se invirtió mucha plata en la ejecución de grandes escenarios en ciudades que no cuentan con equipos importantes como Brasilia, Cuiabá, Manaos, Natal y Recife. Y el grado de preocupación sobre el futuro de estos estadios quedó reflejado en la decisión del gobernador de Brasilia al anunciar la privatización del “Mané Garrincha”, que costó 830 millones y fue el más caro del Mundial, para achicar costos y mejorar su gestión. Pero también se resolvió utilizarlo para conciertos y eventos religiosos.

Además de las 167 inversiones anunciadas para obras de infraestructura -nuevas terminales aeroportuarias, expansiones de metro, trenes ultralivianos-, sólo quedaron habilitadas 88, quedaron 45 a medio hacer (por ejemplo el viaducto de Belo Horizonte que cayó sobre un bus y un auto con trágico saldo) y once están definitivamente abandonadas.

“GASTARON MUCHO A CUENTA”

Un experto en la medición del impacto urbano de los megaeventos, Christopher Gaffney de la Universidad Federal Fluminense no escatimó críticas a la hora de medir la realidad post-Mundial: “Ahora que se terminó la fiesta, los brasileños deberán reconocer que han gastado demasiado a cuenta, con préstamos y subsidios del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social como también créditos provenientes del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, para proyectos que sólo terminarán pagando en muchos años”. Duro y categórico agregó: “Además no se pensaron bien las obras que han sido realizadas como paliativos de emergencia y no pensadas a largo plazo para las necesidades de las ciudades-sede”.

Quienes vienen analizando el tema pormenorizadamente destacaron que la legislación general para la Copa del Mundo permitió que las ciudades incluidas en el torneo no adscribieran a los términos de responsabilidad fiscal habituales por lo que generaron gastos altamente deficitarios. Tampoco quedaron de lado las presunciones sobre la falta de transparencia en algunos movimientos realizados en torno a los emprendimientos encarados para la concreción del torneo.

A la hora de sacar conclusiones especialistas en temas urbanos destacaron que en vez de invertir en emprendimientos que favorezcan la movilidad ciudadana como redes de metro, trenes rápido o ferris, se empleó el dinero en la puesta en funcionamiento de autobuses de tránsito rápido que no alcanzan para resolver los problemas de traslados en las ciudades más importantes de Brasil

Y si de balances se trata también se conoció en las últimas horas el resultado de una encuesta muy amplia realizada por Datafolha para conocer el parecer de los turistas que visitaron Brasil -se calcula alrededor de un millón de personas-, durante los 32 días que duró la máxima cita del fútbol continental. Con datos cambiantes, el sondeo permitió establecer que el 83 por ciento de los extranjeros consideró muy buena o buena la organización de la Copa, el 46 por ciento dijo que la movilidad urbana resultó mejor de lo esperado pero el 29% consideró malo o pésimo el costo de vida, el 27% fustigó las tarifas hoteleras mientras el 41% renegó por los servicios de telefonía e Internet.

Mientras los brasileños se preparan para otra gran confrontación -las elecciones presidenciales del 5 de octubre-, después de más de un mes a todo fútbol, viven la dura realidad que marca el cierre de las cuentas post-Mundial.