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Séptimo Día |LITERARIAS

La historia del best-seller chino que soñó escribir como Borges

Bajo la sombra literaria de Jorge Luis Borges, a quien homenajea secretamente en su escritura, el escritor Mai Jia presenta su best-seller “El don”, una novela centrada en un chico superdotado que volvió famoso a su autor en el mundo asiático y ahora llega a Latinoamérica con la idea de acrecentar su leyenda

27 de Julio de 2014 | 00:00
La historia del best-seller chino que soñó escribir como Borges

Mai Jia, un seudónimo cuya traducción literal es “La casa el trigo”, tuvo alguna vez una infancia triste y desoladora que dictó varias líneas de esta historia -acomodadas con sutileza en los entresijos de una narración apabullante- y hoy es uno de los escritores más leídos en todo el orbe, con más de 15 millones de obras vendidas en su país y 16 millones de seguidores en Facebook.

La novela que este hombre de hablar asedado vino a presentar a Buenos Aires es novedad en Hispanoamérica pero no en China, donde se publicó hace una década: en ese lapso fue llevada al cine y a la televisión, le valió once premios literarios y alcanzó el status de fenómeno suficiente para tentar a editores al otro lado del mundo.

“El don” (Destino) narra la historia de un joven criado en un precario universo afectivo que se convierte en un genio matemático a partir de su habilidad para interpretar sueños y descifrar mensajes encriptados, un talento que deviene trampa cuando es reclutado por el servicio de espionaje militar del Ejército rojo.

“El protagonista es un genio pero al mismo tiempo una persona con un mundo interior incompleto. Eso lo vuelve frágil ante el peligro y susceptible de ser aniquilado -destaca Mai Jia-. Muchas veces el sufrimiento ayuda a las personas a triunfar, pero las vuelve frágiles”.

REFERENTES

Con el éxito impensado de su novela, el escritor ha conseguido hacer pie en la geografía de sus dos grandes referentes literarios, el argentino Jorge Luis Borges y el colombiano Gabriel García Márquez, exponentes de estilos literarios bien disímiles que se funden en la aventura literaria emprendida con “El don”.

La novela que este hombre de hablar asedado vino a presentar a Buenos Aires es novedad en Hispanoamérica pero no en China, donde se publicó hace una década: en ese lapso fue llevada al cine y a la televisión, le valió once premios literarios y alcanzó el status de fenómeno suficiente para tentar a editores al otro lado del mundo

“Sí, son diferentes. Uno tiene un lenguaje depurado y minimalista y el otro es más barroco y rimbombante pero ambos son mis maestros -describe-. He recibido la influencia silenciosa de los dos, en especial de Borges que tiene una magia especial surgida de la habilidad de usar el lenguaje poético para escribir un cuento”.

“Siempre tuve la ambición de usar su técnica para escribir una novela larga. Y este libro se vincula con ese reto tan importante”, acota Mai Jia, lanzado a la conquista de Occidente con una gira latinoamericana iniciada en México que acompaña el lanzamiento simultáneo de la novela en veinte países.

“El don” tensiona núcleos dramáticos paralelos en una escena dominada por la orfandad del personaje central que deambula secretamente en busca de una figura paterna mientras suple la incertidumbre afectiva con las conquistas de su intelecto.

El atributo irrumpe como un sucedáneo del afecto, pero avanzada la trama el lector descubre que Rong Jinzhen -el protagonista- es rehén de su talento y que luego será colonizado por la locura.

“Vive su infancia en estado de soledad, en una sensación de estar abandonado por el resto del mundo. No tiene sus seres queridos y en ese sentido el conocimiento rellena ese vacío. Para él su don viene en ese afán de búsqueda del conocimiento y lo impulsa a crecer, pero luego le tiende una trampa”, apunta este hombre que en su juventud se dedicó a la criptografía y estuvo alistado en el ejército chino, donde jura haber disparado seis balas en 17 años.

“La novela habla de un sistema de superorden tras la alienación de las personas. En los servicios de inteligencia esto se ha extremado mucho. Uno no existe como persona sino como pieza de un engranaje -explica-. En ese sentido, el personaje está secuestrado por su propio genio y destino: una metáfora del hombre frente al sistema”.

Casi todos los integrantes de la genealogía familiar de la que procede Rong Jinzhen tienen un destino trágico: su propia madre muere en pleno trabajo de parto y su padre es un ser sanguinario que muere precozmente después de esparcir el caos y la violencia.

“Esa familia simboliza a la China de fines del siglo XIX y principios del XX cuando la civilización tradicional quedó obsoleta y la modernidad empezó a entrar con la llegada de extranjeros”, enuncia Mai Jia.

“Esta familia vieja -analiza- está condenada a sufrir, a cambiar y a deteriorarse. El crecimiento del protagonista refleja el contexto de la China nueva que se está gestando, metaforiza la idea de un país que queda huérfano pero luego recibe la influencia de culturas extranjeras y las fusiona. Simboliza a la China contemporánea”.

¿Cuál es el germen de la locura de Rong, la relación tan disfuncional con el conocimiento o su orfandad? “Las heridas de su infancia operan como una trampa, una bomba de relojería que se prepara para su momento de explosión”, señala el narrador nacido en 1964 en un pueblo de montaña de la provincia de Fuyang.

¿La literatura y la criptografía son equiparables en su afán de desentrañar señales, rastros de un mundo que aparece velado a la percepción superficial? “Creo que se reúnen en el sentido de lo más difícil de descifrar: el interior de las personas -compara-. La literatura se dedica sobre todo a escudriñar el interior de las personas y en ese sentido se equipara a la criptografía”.

“El título original del libro es de hecho `Decodificación`, porque mi idea era jugar con la idea de descifrar secretos en distintos niveles. No sólo códigos matemáticos y militares sino también descifrar la historia, los personajes, el azar del destino y ese límite borroso entre genio y locura”, indica Mai Jia.

Años de privaciones encuentran en la actual bonanza económica del escritor una oportunidad de redención, aunque no lo eximen de la paradoja de haberse convertido en un objeto de culto masivo en una cultura que ha intentado huir de la dictadura del consumo.

“No sólo yo sino toda China está sumergida en una especie de dilema disparado por un consumismo que está trastocando nuestra vida en general. La contradicción es que esta fiebre del consumo al mismo tiempo funciona en la sociedad como una fuerza que nos empuja hacia adelante”, concluye Mai Jia.

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