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Revista Domingo |LA VERDAD DE BATMAN

El misántropo que anuncia futuro

17 de Agosto de 2014 | 00:00
<I>SUPERMAN ES LA PARTE SOLEADA DEL GRAN SUEÑO (NORTE) AMERICANO; BATMAN, LA SECCIÓN OSCURA. BATMAN NO ES UN HÉROE ALEGRE; ADEMÁS, ASESINA. NO NACE FESTIVO, NI EN UN MOMENTO DE ILUSIONES Y PAZ. BATMAN TRABAJA EN LA INCERTIDUMBRE DEL DELITO Y DE LA BRUTALIDAD NOCTURNAL DE LA PODRIDA MEGAURBE CAPITALISTA</I>
SUPERMAN ES LA PARTE SOLEADA DEL GRAN SUEÑO (NORTE) AMERICANO; BATMAN, LA SECCIÓN OSCURA. BATMAN NO ES UN HÉROE ALEGRE; ADEMÁS, ASESINA. NO NACE FESTIVO, NI EN UN MOMENTO DE ILUSIONES Y PAZ. BATMAN TRABAJA EN LA INCERTIDUMBRE DEL DELITO Y DE LA BRUTALIDAD NOCTURNAL DE LA PODRIDA MEGAURBE CAPITALISTA

Por AMILCAR MORETTI

Batman, el personaje, no hace aparición de un repollo. Debuta en 1939 en historieta -un género narrativo masivo y popular muy peculiar de Estados Unidos-. Son años de guerra mundial (aunque la nación ingrese al conflicto recién en diciembre de 1941), de nazismo y comunismo en avance sin que aún no se haya salido de las consecuencias de la Gran Crisis de 1929, que deja sin trabajo ni esperanza a una dolorida mayoría. En las grandes ciudades norteamericanas hay “villas miserias” y barrios enteros con la desdicha inenarrable y la canalla de los suburbios londinenses durante lo victoriano del Imperio Inglés en esplendor. Salvo que a principios de los 40 del siglo pasado Estados Unidos no domina al mundo: lo disputan Hitler, Stalin y Japón.

No abundo en lo sabido: como parte de la nocturnidad lóbrega y pesimista, en zozobra, de las grandes ciudades, aparece Batman, ser de la noche. Esa oscuridad es lo que diferencia al personaje de todos los otros superhéroes.

TORTURADO Y TORTUOSO

El fascismo elegía otras monumentalidades: inmensos mamotretos, mausoleos y estatuaria donde todos trabajaban y barrían obedientes y vigorosos. El ejército imparable y modernizado de Hitler se hundió en la nieve, el coraje y el hambre y fe de los millones de ciudadanos rusos masacrados. No había lugar allí para Batman. Batman es norteamericano puro, industrial capitalista, superurbano “libreempresista”, implacable como la acumulación de capital. Es nocturnal, ambiguo, torturado, tortuoso y con conciencia de que representa un deber “patriótico”, o mejor, sabedor que él no es tanto simbología del mecanismo de plusvalía (lo que hace que el capital sea capital, al menos hasta hace pocos años) y mucho menos gendarme al cuidado del orden, riqueza y víctimas de toda victimización. Batman es el Poder mismo, su abstracción concreta. Su concretismo abstracto. Corre paralelo a otras formas del arte en USA.

Es después de la guerra, acercándose a los años 50 del siglo 20, con los grandes y larguísimos autos coludos color crema y pistacho que Batman se pone rubor en las mejillas: Batman encubre la tenebrosidad noctámbula con colorido, lo chispeante, una luminosidad de estudio de televisión.

Se pone juguetón y o pega tremendas piñas a gente fea pero no mata. Suspicaz o lúcido, pienso que de día no es conveniente asesinar en público, aunque ya no estoy seguro, hoy, tampoco, ¡cambian tanto las cosas! Los linchamientos suelen pedir sol, además de un poste, árbol y sogas, si no puras patadas. En esa onda viene la televisión, que hace tiempo compite en los 60 más que bien con el cine y el cómic (para lo norteamericano, “comic”, concepto más preciso y de propiedad que el sinónimo “historieta” para nosotros).

La cultura hipista imponía un Batman televisivo jaranero, jubiloso, colorístico, festivo, liviano, animado, jovial

En los años 60, los del rock, las drogas (no autorizadas por médicos) y el sexo (libre... ?), paz y flores en el cañón de los fusiles (?) la cultura hipista impone un Batman televisivo jaranero, jubiloso, colorístico, festivo, liviano, animado, jovial. El nuevo tono comprende tanto a él como a sus adversarios al estilo El Guasón y su pareja cuasi adolescente, Robin, herederos de Aquiles y Patroclo. El que haya leído “La Ilíada” sabe a qué se refería -también- Homero, aunque para los aqueos el asunto de ese vínculo fuese otra cosa que hoy (hablamos de bastante antes de C.). Y la violencia, en televisión, “pop”, “camp”, “kitsch”, “naif” es una coreografía lozana y carnavalesca: !Crash!”, Crunch!”, Plaf!”, Zrack!”, y siguen las onomatopeyas de la brutalidad mostrada, aparece vivaracha y de alborozado alboroto (¡Danger!, ¡Danger!, ¡Danger!, cuando lo vandálico y demasiado humano se hace acto de apariencia como chiste).

La otra cuestión que me ha interrogado siempre con Batman (y sin él) es la sexualidad: ¿qué hay de Gatúbela?, que parece una chica Playboy mezcla con subcultura genital “leather” (cuero) y “dominatrix” (¿hay que explicar?), más algo punki y delgadez de muchacha hippie con remera sin corpiño y pechos amorosamente pequeños (mucho antes de silicona grasienta). Es el cine, ya en los años 90, el que parece hacerse cargo del desafío “temible” del sexo y comenzar a definir: es en la segunda con Michael Keaton (actor), filmada por el gran Tim Burton, que Michelle Pfeiffer en plena forma hace de la Gata que lo inquieta a Batman, lo perturba, lo provoca. Hay indicios allí que Batman-Keaton, de nuevo sombrío, no es de madera impermeabilizada. En la anterior, la primera de Burton con Keaton, al Murciélago millonario ya le habían sucedido sensaciones similares con una a punto Kim Basinger, periodista, Viki Vale.

Pero, de todos modos, lo que sobresale y me ha quedado de estos Batman noventistas de Tim Burton es la recuperación de la originaria, legendaria, característica y peculiar lobreguez de Batman. Batman es Batman porque es sombrío, un tipo solitario lleno de dinero que guarda un profundo escepticismo sobre la condición humana, aunque quiera corregirla. El mismo se sabe “no bueno”, “no generoso”, en tensión consigo, por eso necesita siempre de la compañía y consejo solidario de su valet Alfred (supremo cuando años después lo interpretó el superior Michael Caine en la anteúltima para el cine, “El príncipe de las tinieblas”, la mejor -lejos- en años.)

Burton, que dudaba de hacer Batman (uno se bastardea en estas tareas), eligió hace 25 años a Michael Keaton porque le pareció un tipo “nervioso” y con máscara de “torturado” en conciencia ética. Esto es Batman. Un tipo torturado, si no tortuoso. Por esa senda, en la versión en que aparece Michelle Pfeiffer, lo más alto en excelencia son El Pingüino (Danny De Vito) y Max Shreck (Christopher Walken). El que no vio esto no comprendió nada de Batman. ¿Hay personaje más desolado y desconsolado en su furia e ira que Danny DeVito tirado como un Moisés sin bendición en una canasta a la cloaca apenas nacido? ¡Hay pocas representaciones del modelo de empresario que explotó en el 2008 que Christopher Walker, grande, grandísimo siempre!

IDEOLOGIA Y MORAL

Y la cumbre es “Batman, el caballero de la noche”, segunda de la trilogía del realizador inglés Christopher Nolan (”Memento”). Tanto por Christian Bale con su Murciélago para su más nihilista, misántropo, torturado moral y parapolicial torturador que nunca. ¡Batman apela a la tortura, y la justifica, “legalmente”, como hoy varios países (Estados Unidos, Israel)! Ya no hace falta clandestinizarla para encontrar la “verdad” y la “justicia” (ya que estoy, piénsese en Estela de Carlotto y Abuelas de Plaza de Mayo). Y el puntito más alto, ese sobre el cual uno no puede pararse porque es punta de bayoneta, es el nuevo Guasón de Heath Ledger (casi suicidado ahí nomás, a los 28). Este muchacho australiano eleva a la máxima potencia al Pingüino de DeVito y se convierte en un desesperado de Dostoievski que hace terrorismo indiscriminado porque ya no cree que el mundo del cual el mismo saca ganancias valga la pena. Este es un mundo de porquería, que no vale la pena vivirlo, mejor hacerlo estallar. No hace terrorismo solo anticapitalista, comete por decisión ideológico-intelectual y moral indiscriminación de salvaje terrorismo porque hay que destruir todo, no dejar nada, matar a todos y volar por los aires la totalidad del globo (ver o leer “El Club de la pelea”) dado que este no es un mundo que merezca el hombre ni el hombre fue credo o se hizo a sí mismo para semejante masa de estiércol (mierda). Este Guasón de Ledger lo sobrepasa a Batman, y Batman lo sabe. Por un lado tiene que asesinarlo y por otro sabe que aquél tiene razón porque él, Batman, piensa lo mismo, sin animarse del todo. Esta es la oscuridad de Batman, el que anticipa o anuncia el futuro más negro en curso.

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