Fanatismo que se extiende: los perros en un extravagante mundo

CELINA LLOVET CON UNO DE SUS 15 PERROS, DURANTE UNO DE SUS “DÍAS DE CAMPO CANINOS”, EN EL QUE LA TEMÁTICA FUE LA DE “SUPERHÉROES”

Celina Llovet (41) organiza fiestas caninas de disfraces para agasajar a sus 15 perros: seis Bulldog Francés, dos Bóxer, tres Galgos y cuatro mestizos que rescató de la calle.

Alquila una quinta en Villa Elisa, propone una temática e invita a unos 20 amigos con sus mascotas. Contrata a un adiestrador para que organice actividades de recreación durante la tarde, a un fotógrafo y hasta llegó a llamar a una “planner” para que se encargara del catering, que siempre incluye una mesa canina de “golosinas”.

Durante sus “Días de campo”, arman desfiles para que los animales luzcan sus disfraces: el último fue de superhéroes. Cuenta que todavía no se decide en la temática que propondrá para su quinto evento, que será el 30 de noviembre. Celina también asiste a las reuniones de razas específicas, o a las múltiples, que se arman en La Plata y en Capital. Y creó un grupo de Facebook (Huellitas en el corazón) dedicado a los perros, que casi alcanza los 4.000 miembros.

Existe un micromundo, algo excéntrico, que se abre alrededor de los perros: los animales van al “spa”, visten ropa de diseño, participan de encuentros con otros de su especie, les festejan los cumpleaños, los disfrazan para fiestas, contratan adiestradores para “animar” sus eventos, los velan en cajones, les arman perfiles en Facebook, y hasta los casan.

Y por si fuera poco, como para desmentir el viejo dicho popular que desestima la “vida de perros”, los más pequeños suelen asomar airosos de los bolsos de las mujeres que los pasean, orgullosas de exhibirlos dentro de su cartera.

A “Los perreros de plaza Castelli” los une el amor por sus mascotas y se conocieron a través de internet. Todas las tardes de días soleados se encuentran en el centro del parque: son hombres y mujeres de distintas edades y ocupaciones que toman mate y charlan mientras sus perros se mordisquean, corren eufóricos, se amontonan y se mueven en pequeños grupos de un lado a otro.

Unas 30 personas asisten a las reuniones y la mayoría lleva a sus animales desde cachorros. Aunque el grupo canino empatiza, cada tanto los juegos se opacan con gruñidos y dientes de rabia. Los dueños terminaron amigos y también organizan salidas nocturnas. Pablo Silva (43) desde hace un año lleva a Viggo a los encuentros. El Weimaraner, de pelaje gris brillante, camina elegante con un chaleco impermeable. Pablo cuenta que como no tiene hijos, y su mujer también es “bichera”, se permite gastar en buenas camperas para el animal.

Además de estos encuentros a los que asisten una gran variedad de perros, se arman otros exclusivos para determinadas razas. En casi todos los casos, la metodología de organización es parecida: se unen en un grupo de Facebook y suben fotos de sus animales, cuentan anécdotas, publican datos de los perdidos y apoyan causas perrunas. El contacto trasciende el ciberespacio y, en general, acuerdan días de encuentro en el mundo real.

“No se puede generalizar sobre el lugar que ocupa la mascota en la vida de las personas, pero pude pensarse que el hecho de tener un perro posibilita, en muchos casos, establecer lazos sociales con otras personas que comparten la adoración por esos animales y así construir un grupo”, dice la profesora en psicología María Carolina D’Agostino Mariani sobre la importancia que pueden adquirir para algunos, y sostiene que desde hace unos años, promovido por la múltiple oferta de productos, cambió el trato hacia los animales y se les “brinda una vida muy humanizada”.

PERROS CON CUENTAS DE FACEBOOK

Algunas mascotas cuentan con perfiles propios dentro de las redes sociales y sus dueños hablan por ellos. Esta costumbre en internet alcanza a los famosos: entre los casos más conocidos figura el de Simón Lopilato, el Maltés de Luisana que también cuenta con un fan club. Y el de Wylie, el Labrador de Marley. A nivel internacional, sobresale “Hannah Spears”, que es la perra de Britney, y supera los 50 mil seguidores. Las dos “estrellas” (dueña y perra) “dialogan” de un muro a otro.

Entre la farándula abundan las excentricidades y los lujos para las mascotas. La mujer de Michael Bublé, por ejemplo, llegó a comprar un cochecito exclusivo para pasear a su perro.

“Antes el perro integraba la familia como mascota y ahora se lo trata como al hijo que no se tiene. Hay una relación un poco más enfermiza. Las costumbres son distintas. Hay gente que no se reúne en las fiestas con la familia para quedarse con el perro. Algunos los casan, o cuando se mueren les compran cajones de bebés y los velan: ponen velas e invitan a amigos”, cuenta Oscar Brogna, presidente del colegio de veterinarios de La Plata, quien vive con 17 ovejeros alemanes en su casa.

El especialista aclara que los perros no necesitan que los vistan. “Lo que sería bueno es ponerles una manta ante los cambios abruptos de temperatura”, dice, y explica que aun los de pelo corto toleran bien las bajas temperaturas y los de pelo largo el calor (excepto que sean de otra zona) y advierte que al raparlos podrían sufrir quemaduras de sol. Por eso Brogna recomienda consultar al veterinario si corresponde pelarlos, aunque piensa que “la mayoría de los cortes persiguen fines estéticos”.

En relación al pelaje, una de las excentricidades que se consiguen en La Plata son las tinturas caninas: vienen en tonos rosas, azules, verdes y amarillos. “Acá no se animan a teñirlo entero, pero se hacen detalles en los pompones de la cola, en las orejas y en las patitas”, cuenta Alfonsina Olivera, dueña de un “Spa” para perros: ofrece un clima “agradable” y ambientado para el animal, “con caricias” y música chill-out, para relajarlo durante las tareas de peluquería y belleza. “La idea es que le guste estar acá y que se quede sin problema”, dice.

PERROS QUE VISTEN A LA MODA

También se consigue ropa de diseño, como capas de cuero con tachas ($423), vestidos de verano con corazones y moños (desde $204), jardineros de corderoy ($250) y buzos de skaters ($288), entre otros atuendos. A diferencia de los clásicos abrigos de polar que se consiguen en los pet shops por 40 pesos, estas prendas no bajan de los 200. “Recién ahora los platenses se están animando a vestirlos de esta manera. De todos modos, es para un público selecto”, dice Alfonsina. También se venden pecheras de frac para adornar a los caninos en las bodas y kits de cumpleaños: traen una vela en forma de hueso, una bandana y un gorro con la inscripción Happy Birthday y cuesta 183 pesos.

Los books, o álbumes de fotos de perros, son otro lujo que se ofrece para las mascotas: los hacen posar con diferentes ropas o disfraces en ambientes ornamentados para la ocasión. También se consigue servicio de peluquería canina a domicilio, con camionetas equipadas con duchador, agua caliente y turbinas de calor.

Gisela Bracco (36) siente una particular fascinación por el Bulldog Francés y hace diez meses vive con uno, Lobito. Todos los meses lo lleva al spa para que le corten las uñas, le limpien las orejas y disfruta comprándole ropa. Duermen juntos y una vez al mes viaja a Capital para participar de los encuentros de esa raza de perros, en las que muestran sus mascotas y cuentan sus anécdotas.

“Es una personita y lo mejor que me pasó en la vida”, dice Gisela, y cuenta que piensa regalar dijes como souvenir cuando le festeje su primer año. Lo único que lamenta es que no se puede relajar en los espacios públicos por temor a que se lo roben. Esas razas rondan los 10.000 pesos.

El cariño hacia los perros se convirtió en una moda que se materializó en estampas de remeras, sábanas, almohadones, carteras, billeteras, fundas para notebooks y otros accesorios que los exhiben con distintas expresiones y adornados con moños, corbatas o lentes de sol. La marca más conocida, Simones, facturó 1,5 millones de pesos en 2013, y proyectaron un crecimiento del 100 por ciento para este año. La etiqueta nació en 2009 como proyecto de un matrimonio de treintañeros (Diego Siekiera y Laura Lichtmaier) que la crearon inspirados por el amor hacia su mascota (Simón). Se animaron a probar suerte con la idea e invirtieron 80.000 pesos para producir sus diseños, que rápidamente alcanzaron el éxito en un mercado que promete expansión.