Llaman a una abuela y le dicen que tenían secuestrado al nieto

LA VIVIENDA DE LA JUBILADA QUE SUFRIÓ EL INTENTO DE SECUESTRO VIRTUAL. CRECE EL NÚMERO DE CASOS

Fueron dos llamados. En el primero una mujer lloraba y pedía plata. Tres horas más tarde, el teléfono volvió a sonar: esa vez el que hablaba era un joven que le exigía lo mismo, pero en otro tono, mucho más amenazante. La Policía trata de establecer si las dos extorsiones estuvieron a cargo de los mismos delincuentes.

Todo empezó hacia las 1.30 de la madrugada de ayer. Una mujer de 85 años que vive en 3 y 42 se despertó sobresaltada y atendió. Como no conocía la voz de quien le exigía dinero entre sollozos, la jubilada directamente cortó.

“Creemos que fue un intento fallido. Los ladrones creyeron que estaban hablando con alguien para extorsionar por el presunto secuestro de una chica”, se arriesgó a decir un detective.

El segundo llamado fue hacia las 04.20. “¿Está en condiciones de recibir una mala noticia?”, le espetaron del otro lado de la línea. Para ese nuevo intento, los ladrones ya habían afinado las amenazas.

“Le nombraron a su nieto por el nombre y le dijeron que lo tenían secuestrado. Supuestamente le pasaron el teléfono a un muchacho que se hacía pasar por mi sobrino”, contó Guillermo, hijo de la jubilada y tío del joven al que nunca raptaron.

Amelia, la abuela de la presunta víctima, quedó paralizada, casi en shock. No sabía qué hacer y el ritmo cardíaco se le aceleraba por demás.

En medio de la confusión durante los 10 minutos que duró el intercambio con los ladrones, llegó a pasarle el teléfono de su yerno a los supuestos secuestradores.

Cuando cortó, todavía sin saber bien qué hacer, llamó los padres de su nieto, quienes le confirmaron que el joven, de 19 años, estaba bien. Recién ahí algo de tranquilidad le volvió al cuerpo.

“Me dijeron que tenían secuestrado a mi nieto, que lo iban a matar si no pagaba. Me largué a llorar”, cuenta Amelia, todavía conmovida con lo que había vivido en plena madrugada.

Al yerno de Amelia también le sonó el teléfono: la voz de un hombre le pedía 1.500 dólares para liberar al hijo. El hombre cortó la comunicación, sabiendo que pese a que no estaba en ese momento con ellos su hijo estaba bien, con amigos.

“Nunca me pasó algo igual. Se me reventaba el corazón del susto. Qué malditos son, no se puede vivir así”, subrayó Amelia, que como varios otros platenses fue blanco de una modalidad delictiva, que se viene repitiendo hace varias semanas.

La sorpresa llegó a la hora de hacer la denuncia: según contó Guillermo, durante la madrugada hubo otros seis casos de engaño de esta clase, en los que en teoría nadie entregó plata.