A 70 días, detienen a un profesional por el crimen del fotógrafo en 3 y 37. La hipótesis es la de un marido despechado

EDUARDO GALEANO. LO MATARON DE DOS TIROS

“Si aparece un fotógrafo muerto, fui yo”, dicen que solía decir a fines de mayo un biólogo de 52 años que ayer fue detenido por el crimen de Alfredo Galeano (39), ejecutado de dos tiros por la espalda el 10 de junio pasado. Lo que vincularía a aquel profesional que trabajaba en el Ministerio de Asuntos Agrarios con el fotógrafo de eventos sociales, sería la esposa del primero.

El celular de esa mujer de 42 años (empleada del ministerio de Desarrollo Humano de la provincia) figuraba en el número 82 de la agenda del de Galeano, bajo el nombre “Marcelo Gobernación”. Ella dejó la casa que compartía con el biólogo el 31 de mayo pasado. Y los compañeros de oficina del acusado coinciden en que a partir de entonces “lo vieron como loco”.

Con esas declaraciones, el análisis de los teléfonos de los involucrados en esta historia, y de otros que quedaron envueltos sin saberlo, el fiscal Marcelo Romero pidió ayer la detención de Hugo Francisco Castillo (52). El juez Juan Pablo Massi la avaló. Y al filo de las 8 de la noche los detectives de la DDI la concretaron en la puerta del dúplex del acusado, en 89 entre 5 y 6. Al ver a los policías, el hombre no se resistió. En su casa secuestraron una escopeta, teléfonos y material fotográfico, según el reporte oficial.

Está previsto que hoy a la mañana el fiscal lo indague por “homicidio doblemente agravado”. Castillo pasó anoche su primera noche en la cárcel. Los investigadores están seguros de que con los elementos que lo complican, podría estar ahí por “un buen tiempo”.

RELACIONES CLANDESTINAS

Galeano estaba casado y tenía dos hijas de 4 y 9 años. Vivía con ellas y su mujer, María Eleonora Ferrario -sin excesos pero sin deudas- en un departamento alquilado en 37 entre 3 y 4. Después del crimen Eleonora recordó que en los días previos su marido le había manifestado su deseo de mudarse y de “iniciar alguna disciplina de defensa personal”. ¿Tenía miedo?

Los amigos más cercanos contaron ante la Policía que Alfredo “mantenía relaciones paralelas con varias mujeres casadas o comprometidas y que algunos de esos maridos o novios lo habían amenazado”, detalló un jefe policial.

De acuerdo a lo que figura en la causa, una de esas mujeres era la esposa del ahora detenido.

Este matrimonio tuvo dos hijos -un varón y una adolescente que sería modelo- aunque, por lo que declaró ella, el vínculo estaba roto desde mucho tiempo antes de que ella se fuera de la casa.

Ese 31 de mayo Galeano mantuvo varios contactos telefónicos con el abonado “Marcelo Gobernación” y también con otro que no figuraba en la agenda. Según las fuentes oficiales, es una llamada entrante que corresponde al número de Castillo. ¿Lo llamó para amenazarlo?

El 10 de junio, el fotógrafo fue al cine con su esposa y sus hijas, cenó con ellas y después de dejarlas en su departamento, se dirigió a entregar un CD con las fotos que había tomado en un cumpleaños de 15.

Volvió a 37 entre 3 y 4 a las 11 de la noche. Estacionó su Chevrolet Astra de color oscuro. Le puso el traba volante. Bajó. Lo cerró con llave. Y los vecinos escucharon tres explosiones “fuertes”.

Galeano cayó en mitad de la calle con dos tiros, uno por encima de la oreja y otro debajo de la cintura. Murió en el acto. Ningún testigo vio al ejecutor de los disparos. Y sólo el informe forense echó algo de luz sobre lo que pasó aquella noche: el arma utilizada sería del calibre .357 o 38. Potente.

Descartadas las posibilidades de un robo (a la víctima no le faltó nada) o de una venganza por asuntos de dinero o negocios turbios (el fotógrafo no estaba involucrado en cuestiones como esas), la lupa apuntó a sus relaciones personales.

Lo primero que hicieron los detectives de Homicidios fue analizar sus contactos telefónicos y de internet, sobre todo por Facebook, interrogando a distintas mujeres con las que se relacionaba por esta vía.

“Se determinaron varias relaciones clandestinas con diversas mujeres”, se detalla en el reporte oficial.

Pero la causa avanzó con el aporte de un testigo que aseguraba que un reconocido biólogo de una repartición pública provincial podía tener relación con el asesinato, ya que “Galeano había tenido una relación amorosa con la esposa” de ese profesional, explicó un vocero con acceso al expediente.

Fueron convocados entonces los compañeros de trabajo de Castillo, quienes refirieron haberlo escuchado decir “si aparece un fotógrafo muerto fui yo” y “cosas similares, además de “jactarse de andar calzado” y de “ser capaz de poder tirarle un tiro a alguien sin quedar comprometido con la justicia”.

Pero otro dato importante es que estos mismos testigos coincidieron en adjudicarle al sospechoso un “amplio conocimiento en el manejo de armas”.

“Es más -dijo un jefe policial-, algunos describen armas de puño que éste habría coleccionado y les mostró”. Lo concreto es que en su casa no encontraron ninguna de las características de la homicida.

En la causa figura que Castillo habría comentado a sus allegados más cercanos que “estaba seguro de que su esposa lo engañaba con otro hombre”, lo que lo había llevado a revisarle el teléfono y su página de Facebook. De los entrecruzamientos telefónicos se desprende que Galeano recibió en los días previos a su muerte varios llamados de números desconocidos: pertenecen a compañeros del imputado que declararon haberle prestado el celular, ignorando a quién llamaba.