Quemada a lo bonzo: la trama de un duro conflicto pasional

EL LUGAR DONDE ANTENOCHE SE DESATÓ LA TRAGEDIA. LA MUJER LLEGÓ HASTA EL LUGAR CON TRES BOTELLAS DE ALCOHOL Y FÓSFOROS

Desde que empezaron las amenazas de suicidio, él perdió la cuenta de las veces que su pareja amagaba con matarse. Nunca la creyó capaz de hacerlo, pero por las dudas le repetía que desterrara esas ideas de su cabeza y que tratara de solucionar sus problemas personales. Pero no lo escuchó.

El hombre, de 65 años y de quien no se publica su nombre a pedido suyo, conoció a Angela María Romano (58) una noche de mayo en un boliche de la zona de camino Centenario y 511.

En el momento no lo sabía, pero luego él se enteraría de que esa vez la mujer salió a bailar después de que una amiga intentara sacarla de un estado de depresión fuerte. Al parecer, ya estaba siendo tratada por un psiquiatra a raíz de un trastorno mental del que no se dieron precisiones.

La atracción fue instantánea y la pareja empezó a salir. “Ella vivía con el ex marido en una casa de Gonnet. Hacía más de cuatro años que estaba con problemas con él, aunque no sé bien qué situaciones atravesaba. Tal vez no me contaba para no ponerme mal a mí”, especuló el hombre en diálogo con este diario.

Como en la mayor parte de las relaciones, el primer tramo fue color de rosa, aunque empezaban a amenazar los nubarrones. “Por miedo a tener problemas con la familia de ella, cuando la iba a buscar la esperaba a dos cuadras. Y si no, nos veíamos en mi casa”, aseguró él.

Al poco tiempo de empezar a verse, la mujer se fue a vivir con su nuevo novio, en la zona de 6 bis y 93, donde antenoche pasó todo. Fue una suerte de mudanza forzada, en la que la mujer alegaba querer escapar de los problemas que tenía en su casa. “Yo le permití quedarse más por bancarla que por otra cosa”, admitió el hombre.

“No sabía bien cómo era ella, al principio creí que estaba todo bien, pero al poco tiempo me di cuenta”, dijo él, en alusión a los problemas psiquiátricos de su pareja.

Ya iban casi dos meses de relación cuando ella decidió dar marcha atrás, irse de lo de su novio y volver a Gonnet. “Pero se arrepintió al día siguiente”, aseguró el hombre. Y agregó: “Sus hijas le reprochaban haberme dejado. Ella volvió para retomar la relación pero yo ya no la quería más”.

¿Hasta qué punto el desamor agravó el cuadro que la mujer traía sobre sus espaldas? A decir de él, a continuación siguieron dos meses de súplicas para retomar la relación y conseguir una segunda oportunidad. La respuesta fue siempre negativa. De los llamados por teléfono la mujer pasó a tocarle la puerta, pero todo fue en vano.

“Cada vez que le decía que no, ella amenazaba con matarse, con prenderse fuego. ‘No te hagas eso’, le decía yo”, subrayó él.

Hasta que lo hizo: el jueves a las 20 la mujer fue hasta la casa del hombre con tres botellas de alcohol y una caja de fósforos. La mateada con un amigo se interrumpió para él cuando vio un resplandor por la ventana: era su última pareja, que se estaba quemando a lo bonzo.

“¡Uy, no puede ser!”, exclamó el hombre, desconcertado y con un temblor en las manos. En medio del terror alcanzó a llamar al 911. La Policía no pudo hacer más que llamar a los médicos que constataron la muerte. Ayer a la tarde, sólo quedaban rastros de la ropa de la víctima.

“Nunca la creí capaz de hacerlo”, asegura él, quien no enfrenta ninguna acusación ya que testigos y el informe forense avalaron que fue un suicidio.

“Pero lo cumplió”.