El profesional acusado por el crimen del fotógrafo se rió pero no dijo nada

HUGO CASTILLO SE RETIRA DEL DESPACHO DEL FISCAL, SONRIENTE Y CON LAS MANOS ESPOSADAS CUBIERTAS POR LA CAMPERA. LO ASISTIERON DOS ABOGADOS PORTEÑOS, PERO A LA DEFENSA SE SUMARÍA UN LETRADO PLATENSE QUE PARTICIPÓ DE UN CASO RESONANTE RECIENTEMENTE

Tranquilo, simpático y preocupado por su trabajo. Así vieron ayer en los tribunales a Hugo Francisco Castillo, el biólogo de 52 años que fue detenido el viernes, acusado de haber fusilado al fotógrafo Alfredo Galeano (39) al enterarse de que era el amante de su esposa.

Flanqueado por sus dos abogados porteños, Castillo se negó a declarar. “Sólo nos pidió que le leyéramos la acusación y nos preguntó qué era la alevosía”, detalló el fiscal Marcelo Romero.

Es que al biólogo le imputó “homicidio calificado por alevosía”, teniendo en cuenta que Galeano fue atacado a tiros por la espalda, con un arma “que denota su indudable voluntad homicida”, la “nocturnidad que mengua sobremanera la nula posibilidad de defensa con la que contaba la víctima, la multiplicidad de disparos y el artero abordaje, que fue precedido por una paciente antesala de control de movimientos, espera y acecho rallanos a una especie de regodeo en el placer que produciría la venganza”, argumentó el fiscal en su pedido de detención.

Satisfecho con la explicación Castillo preguntó qué pasaría con su trabajo en el ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense, ya que “es el único sustento de su hijo” de 18 años, con quien convivía en un dúplex de 89 entre 5 y 6. También pidió que le garanticen el suministro de la medicación por su hipertensión, indicaron fuentes de tribunales.

lo que viene

Saldadas sus dudas, se retiró de la fiscalía del mismo modo en que entró: custodiado, con una campera azul tapándole las esposas y una sonrisa para las cámaras de los reporteros gráficos. Castillo pasó su primera noche como detenido en la comisaría Sexta, pero ayer el juez Juan Pablo Massi solicitó su trasladó a alguna alcaidía de la región. Antes de irse, el biólogo “agradeció al fiscal y a la policía el modo en que lo trataron”, completaron las fuentes.

Había llegado al edificio de 7 y 57 poco antes de las 10. La entrevista con sus defensores duró poco más de una hora y media. Y la indagatoria, unos 30 minutos. Se espera que en 15 días el fiscal pida su prisión preventiva, salvo que la causa acuse un vuelco por alguna cuestión inesperada, algo por lo que nadie apuesta. ¿Castillo declarará en algún momento? Tampoco hay nadie que pueda vaticinarlo.

lo que paso

Alfredo Misael Galeano fue asesinado de dos tiros por la espalda a las 11 de la noche del 10 de junio, cuando llegaba a su departamento de 37, 3 y 4. Sin testigos ni filmaciones de cámaras callejeras, pero con la certeza de que aquello era por un asunto personal, los investigadores de la DDI se zambulleron en la vida privada de la víctima, buceando entre sus últimas relaciones.

Sus allegados habían revelado que Galeano mantenía relaciones paralelas con distintas mujeres casadas o comprometidas. Y que eso había molestado a más de uno.

La pesquisa avanzó con un llamado que tiró sobre la mesa el nombre de Castillo, dando cuenta de que a fines de mayo supo del vínculo de su mujer con Galeano y antes del asesinato lo escucharon decir: “Si aparece un fotógrafo muerto, fui yo”.

dichos y hechos

Desfilaron entonces ante los pesquisas la mujer del biólogo (para entonces, ya ex) y sus compañeros de trabajo. La mujer contó que conoció a Galeano en marzo, por Facebook. Que el vínculo con su marido (con quien tuvo dos hijos) ya estaba roto. Y que se separaron de hecho el 31 de mayo, es decir, 10 días antes del crimen.

También aclaró que su esposo y el fotógrafo no se conocían.

Los compañeros de Castillo aportaron datos interesantes: que el día del hecho y los dos posteriores no habría ido a trabajar (aunque la planilla diga, quizás, lo contrario); que estaban al tanto de que revisaba el teléfono y la cuenta de Facebook de su mujer; que alguna vez lo escucharon decir “siempre ando calzado y soy capaz de poder tirarle un tiro a alguien sin quedar comprometido con la Justicia”; y que a pesar de considerarlo un “tipo tranquilo”, por unos días “anduvo re loco”.

Uno de los testigos declaró que el imputado le había mostrado “un arma de fuego de puño, color oscura; tipo revólver”, que llevaba “debajo del asiento del acompañante”.

Varias semanas atrás la policía allanó el dúplex del biólogo, pero no encontró un arma como la usada en el crimen (calibre .357 o .38).

Ahí sólo había una escopeta.

De la casa del profesional se llevaron celulares que, según fuentes oficiales, lo “complicaron con el caso (ver pág. 27)”, entre otros elementos, algunos de alto contenido erótico, según el reporte oficial.