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Opinión |EDITORIAL

Las emergencias climáticas deben encontrar más fortalecida a la Región

30 de Octubre de 2014 | 00:00

Una vez más nuestra región y muchos otros distritos de la Provincia y del país se encuentran expuestos a las gravísimas secuelas que viene dejando el temporal que se abatió en las últimas horas. El tema, desgraciadamente, no es nuevo. Y eso, precisamente, lo torna más grave. Se han formulado muchas advertencias y en forma reiterada. Sin embargo, cada vez que un temporal se desata sobre la Región, vuelve a desnudarse todo tipo de falencias y a notarse que entre una y otra tormenta no se hace nada, o se hace muy poco, para prepararse mejor frente a la próxima.

En el caso de La Plata y su zona de influencia, la tormenta de viento y lluvia abatió postes y árboles y dejó amplias zonas sin luz, durante muchas horas. Desde anteayer por la tarde, cuando comenzó a llover, cayeron más de 80 milímetros en la Región. Pero ráfagas de viento que rondaron los 80 kilómetros por hora fueron las que provocaron daños en el tendido eléctrico, tumbando transformadores y dejando amplios sectores de la Región sin electricidad desde la madrugada. Una rajadura en el techo del Estadio Unico, muchas calles anegadas y barrios sin luz fueron los problemas más visibles. La falta de suministro eléctrico se hizo sentir por igual en la periferia y en el casco histórico de La Plata.

Uno de los principales agravantes residía en que muchos barrios, al carecer de luz, comenzaron a padecer la falta de agua, en tanto que los pronósticos meteorológicos no abrían tampoco perspectivas optimistas sobre algún mejoramiento climático inminente. A media tarde de ayer Edelap informaba que las descargas atmosféricas registradas y la abundante lluvia caída habían conspirado para originar la inundación de cámaras de transformación subterráneas, así como daños en las redes que abastecen a numerosas localidades de la periferia, para asegurar luego que las tareas desplegadas habían permitido que el 60 por ciento de los clientes afectados hubieran visto restablecido el servicio domiciliario.

En la Provincia la cola de un tornado había paralizado virtualmente a la ciudad de Bragado. El fenómeno climático voló techos, árboles y postes, en tanto que quedaba el saldo de miles de damnificados e instituciones sin luz ni agua, por lo que las autoridades suspendieron las clases y actividades en general. El temporal también repercutió fuerte en Pringles y otras localidades bonaerenses, como, por caso, la de Luján, donde se declaró alerta roja ante el crecimiento del río y la gravedad de la situación.

A grandes rasgos y como primer corolario de lo que ocurre en estas horas en nuestra región, puede decirse que el servicio eléctrico exhibió una vez más su enorme fragilidad frente a las inclemencias climáticas. Y volvieron a quedar en evidencia, además, los problemas que tiene Edelap para atender los reclamos de los usuarios en situaciones críticas como la de anteayer.

Todo lo que ocurrió debe ser tenido muy en cuenta. Y deben encararse con urgencia los estudios técnicos que determinen las inversiones que se deben realizar, para empezar de una vez por todas a hacer las obras y correcciones estructurales que la Ciudad demanda para soportar las lluvias.

Si bien es cierto que siempre que llovió paró, también lo es que ninguna lluvia es la última. Y que todos los récords serán superados, más tarde que temprano. No puede haber, entonces, una apuesta a que llueva menos o a que pare rápido. La próxima emergencia debe encontrar más fortalecida a la Ciudad. Y para eso podría analizarse la conveniencia de crear un comité de crisis que no se agote en el manejo de la emergencia sino que empiece a planificar, con la urgencia que la cuestión demanda, las respuestas de fondo.

Después de la coyuntura, en definitiva, hará falta un trabajo serio y multidisciplinario. El drama de miles de pobladores que no hace mucho vieron sus viviendas totalmente inundadas, y los trastornos que sufrieron casi todos los habitantes de la Ciudad, merecen más que una respuesta circunstancial. Merecen que se hagan todos los esfuerzos para que, la próxima vez, el impacto sea menor.

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