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Revista Domingo |INTERÉS GENERAL

La fama

16 de Noviembre de 2014 | 00:00
<I>ESCENA DEL FILME “POLVO DE ESTRELLAS” (MAPS TO THE STARS), DE DAVID CRONENBERG</I>
ESCENA DEL FILME “POLVO DE ESTRELLAS” (MAPS TO THE STARS), DE DAVID CRONENBERG

Por LIZ SPETT

lizspett@gmail.com

Un subproducto de la así llamada sociedad del espectáculo en la que vivimos lo constituye sin duda, la fama. Palabra que ha sido reemplazada en ciertos círculos por el de visibilidad debido a su dudosa fama. Visibilidad mediática que, como un virus mutante, cada vez adquiere diferentes formas.

En español no existe un término preciso que aúne fama con mala fama; en inglés existe el “infamous”, a no ser que se lo invente. En cuyo caso caeríamos en un barbarismo de uso corriente, lo cual es una posibilidad. Ahí tienen el programa de televisión Infama cuyo logo arde en llamas que se comen al título. El envío no quiere sino una cosa: comentar en general un hecho desafortunado de alguien semi conocido, que a partir de ese momento devendrá “infamoso”, que no es famoso mal, sino mal famoso. Perlas que nos regala el idioma.

Pasando a otro idioma, esta vez el cinematográfico, vi el film Polvo de estrellas, que bien podría llamarse Estrellas que se hacen polvo aún antes de brillar en algún firmamentito, aunque más no sea. Transcurre en Hollywood, el distrito de la ciudad de Los Ángeles asociado con la meca del cine, como se decía antes. Tanto que hasta existe el Paseo de la fama, donde las celebrities estampan sus manos, luego de firmar autógrafos y posar cerca del cartel que anuncia que estás en Hollywood, por si pensás que ya llegaste a Disney World. El primero de estos parques temáticos se instaló en Anaheim, a unos kilómetros de Hollywood, como corresponde.

Tenés que tener suerte si en un restaurante el mozo no se equivoca y te entrega un guión de su autoría en lugar del menú. Mucha gente en esa parte de l mundo quiere ser famosa. Supongo que los convoca la idea de llegar a la colina, colgarse de una de las nueve letras del cartel y tirarse onda tipo suicidio, más que leve deslizamiento. El cartel de Hollywood incrustado en una de las tantas colinas antes se completaba con un Land – Hollywoodland, hasta que se cayó una vez y no lo volvieron a reponer. Conclusión: lo que se cae no se recupera.

¿Qué pretenden ellos de la fama? – si se me permite una parodia de Isabel Sarli en Carne. ¿Que los cobije, que los aloje por ser como son, celebrities? La fama es un puro cuento que hay que sostener y no echarse a dormir, porque te devoran los de afuera y lo que es peor aún, el de adentro. Que viene a ser uno mismo, entregado a esa carrera loca con destino incierto, donde la mayoría de las veces el protagonista se estrella, sin llegar al estrellato.

El film se toma el pelo a sí mismo cuando reproduce el habla del lugar. Uno entiende que Al es Al Pacino, que Harvey es Weinstein el fundador de la productora Miramax, y que ya no me acuerdo quién está en Sundance, el festival indie que sube o baja el pulgar y las acciones de una película en consonancia, así como a la inmensa maquinaria que la rodea.

Woody Allen no participa de esa rueda, sin embargo para hacer una película por año como él, tenés que pertenecer a cierto sistema. No existe un Robinson Crusoe ni en la industria sin chimeneas ni en la vida de carne y hueso. En Celebrity, película poco nombrada y hasta olvidada, satiriza ese ambiente que tan bien conoce, porque de algún modo aún en los bordes lo integra.

No es intención de esta columna denostar a la fama como concepto, ya que es amplísimo, aunque en estos tiempos suele tener un signo ambiguo. A veces te garpa, otras quedás pagando.

Ya en los tardíos ‘60 Andy Warhol, anunciaba cual profeta en su tierra, que en un futuro todos tendrán sus quince minutos de fama, y eso que sólo contaba con una Polaroid Instamatic, ni imaginaba un Smartphone, usualmente más inteligente que su portador.

¿Querés visibilidad? Pegate a la web o pagala; contratá a una persona que postee cada dos minutos un anuncio pícaro con tu nombre y la vas a tener. Después se deberá demostrar que el tiempo invertido por tus fans en seguirte y el tuyo propio valió la pena.

La pregunta que se impone es ¿qué hay detrás de esta exposición aluvional? Personalmente pienso que no hay nada. Tampoco se construye algo si no te sometés a un esfuerzo impensado de trabajo y dedicación. Lo más cruel es que la fama llega cuando no te lo propusiste, sobreviene por añadidura, cuando te sorprende en plena tarea y ni cuenta te das y lo que es peor aún, para aquellos que la pretenden, ya no te im-por-ta.

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