Reescribir la historia en clave delirante

Luego de un largo periplo por festivales internacionales y circuitos alternativos, finalmente tendrá su estreno comercial, este jueves, la ganadora del último Bafici, “El escarabajo de oro”, una divertida sátira al mundo del cine independiente dirigida por Alejo Moguillansky y la sueca Linda Fina-Stina Sandlund.

Moguillnasky es una de las voces del nuevo.nuevo cine argentino, que en los últimos años ha intentado cambiar los modos clásicos de narrar del cine argentino, y aquí en la película trabaja en el guión en colaboración con Mariano Llinas, autor de la recordada “Historias extraordinarias” y de reciente paso por la Ciudad en el Festifreak, una especie de padre o voz autorizada de esta nueva camada de cineastas provenientes de la porteña Escuela de Cine. “No somos chicos con plata a los que le gusta hacer cine”, aclara el director, quien explica que, para financiar proyectos de vuelo independiente y desestructurado como “El escarabajo de oro” antes hubo que participar de muchos “proyectos publicitarios” y adecuarse a las normas que requieren los subsidios estatales.

LA TRAMA

Conocido por su trabajo como director de obras como “Castro”, el extraño filme-danza sobre un hombre kafkianamente perseguido, y el documental “El loro y el cisne”, musicalizada por los platenses Prietto viaja al Cosmos con Mariano, Alejo Moguillansky acredita pruebas suficientes de su talento, que una vez más pone a prueba en este disparate que parte del rodaje de una extraña coproducción, que de golpe es alterada por la posibilidad de encontrar un tesoro en una perdida localidad misionera.

Según sus autores, inspirada en el relato homónimo de Edgar Allan Poe pero también en “La isla del tesoro”, de Robert Louis Stevenson “en versión contada por los piratas”, “El escarabajo de oro” cuenta la historia de los auténticos directores, uno aquí y la otra en Noruega, que tienen en sus manos la historia de una escritora.

Se trata de una biografía de la sueca Victoria Benedictsson, feminista y suicida del siglo XIX, que por razones presupuestaria conviene que sea rodada en Buenos Aires. Pero el trágico personaje es desbancado por la sorpresiva aparición de un actor amigo, con un plan.

El hombre con el plan es Rafael Spregelburd, que brillara en “El hombre de al lado” y “El crítico”, actualmente en el teatro porteño con “Spam”. Su aparición, haciendo de él mismo, con la pista de un tesoro brasileño depositado en las proximidades de un pueblo llamado Leandro N. Além, en Misiones, hace cambiar unilateralmente el proyecto por otro delirante, insostenible, con el fundador de la primera Unión Cívica en versión “libre” como protagonista.

CINE LUDICO

El esquema elegido por Moguillansky y sus colaboradores en el guión Sandlund y Mariano Llinás, juega a caballo entre la realidad y una aventura desopilante probable, donde nombres y apellidos verdaderos sometidos a una historia “a la argentina”, convocan a la complicidad del espectador que juega un papel fundamental.

Hay en esta jocosa revisión de Poe y Stevenson, mucha cita cinéfila, desde “La película del rey” hasta las mismas obras de Llinás y Moguillansky, en cuanto a la forma de encarar el humor, las estructuras narrativas, la road movie por senderos que se bifurcan y vuelven al camino inicial y la Historia reguionada.

Las bromas relacionadas con Alem y sus textos (la voz en off de Hugo Santiago se encarga de esas lecturas) así como la recurrencia a sus dichos escépticos y en especial a aquello del “Que se rompa pero que no se doble” son funcionales al relato con eje en gente de cine capaz de cualquier cosa por una película o por un tesoro.

Las fronteras de lo real y la ficción, del juego y la narración, se diluyen a propósito, se mezclan amorosamente en la propuesta ganadora del último festival de cine independiente de Buenos Aires: “En ‘El escarabajo…’ vuelve el diálogo de lo real con la ficción. Necesito que la película pueda, en algún momento, delirar, y esta vez el tema del tesoro atraviesa lo real. En mis últimas dos películas hay como un ida y vuelta de lo documental, es decir se alimenta todo el tiempo de elementos documentales, pero no diferencia mucho entre lo que es documental y ficción”, explica Moguillansky sobre su idea, y aclara que por su misma concepción del cine, el filme tiende a las fronteras poco precisas, o, como el mismo Moguillansky define, invisibles: “un documental sobre sí mismo”.