Los locutorios se extinguen en la Ciudad pero algunos todavía buscan reinventarse

A LA BAJA. EN LA ERA DEL CELULAR E INTERNET, LOS LOCUTORIOS HAN CAÍDO EN DESGRACIA. EN ALGUNOS LOCALES ASEGURAN QUE SON CONTADOS LOS CLIENTES QUE CRUZAN EL UMBRAL PARA REALIZAR LLAMADAS

El locutorio es un negocio en extinción y eso solo se hace notar cuando el teléfono de línea se descompone o el celular se queda sin batería y hay que recorrer interminables cuadras para conseguir un lugar desde donde hacer una llamada. Aunque en la guía telefónica figuren una treintena de negocios dedicados a ofrecer ese servicio, luego de un relevamiento hecho por EL DIA se constató que la mayoría optó por darlos de baja o tuvo que diversificar las ofertas para alcanzar las ganancias que en otra época dieron esos comercios.

Emiliano es el titular de un locutorio ubicado en la zona de 19 y 80, asegura que el fuerte de su ingreso se lo brinda el quiosco y que si mantiene abiertas las cabinas es por la gran cantidad de extranjeros que frecuentemente concurren a ese local para hacer llamadas internacionales.

“En la zona es el único que se mantiene en pie, si no hay que ir hasta 19 y 80; mis clientes son de Perú, Colombia y Brasil y aprovechan las promociones para hablar en determinadas franjas horarias porque hacerlo con sus teléfonos celulares les costaría mucho más caro”, cuenta el comerciante.

En un local de diagonal 74 entre 64 y 65 sobreviven apenas dos cabinas de las cuatro que se montaron hace 20 años. Ahora los teléfonos son utilizados por muy pocas personas, allí también lo que sostiene el emprendimiento son el quiosco e internet.

“Cuando arranqué ni siquiera había muchos teléfonos fijos y este espacio estaba ocupado todo el tiempo; ahora podemos decir que los locutorios se están muriendo y la única que viene es la gente mayor cuando se le rompe el teléfono o los que aprovechan las promociones de larga distancia”, afirma Fabián Hamamé, titular de ese negocio.

Otros comerciantes directamente optaron por retirar las cabinas y utilizar el espacio para colocar heladeras o estanterías como es el caso de un quiosco de la zona de 12 y 60 que el año pasado dejó de ofrecer el servicio telefónico.

También fue una misión imposible encontrar locutorios en zonas como 11 y 60, 44 y 25 ó 43 y 5.

El avance de la telefonía celular y la masificación de su uso fueron factores que afectaron la rentabilidad de los locutorios; por eso un comerciante de diagonal 79 decidió hace 5 años reconvertirse y archivó los teléfonos para abrir una casa de comida.

“En el barrio de parque San Martín prácticamente no hay locutorios, pero es un servicio que no queremos dejar de ofrecer porque hay personas mayores que lo necesitan o gente que es de otros países y viene acá para comunicarse con sus familiares”, resume la empleada de un comercio que abrió como locutorio y con los años fue “colonizado” por un polirrubro.

El avance de la telefonía celular sentenció de muerte a los locutorios

Si bien allí se reconoce que la actividad comenzó a ir cuesta abajo en la última década, en los últimos 3 años sobran los dedos de una mano para contabilizar los que traspasan el umbral para hacer llamadas telefónicas.

Generalmente los que más utilizan el servicio son extranjeros que se valen de las promociones que organizan las empresas de comunicaciones en determinadas bandas horarias.

Como ejemplo se consignó que mientras una llamada a un país limítrofe ronda los $4 el minuto, si se hace mediante un celular, en una cabina pública puede costar $ 1,60.

Ampliar la oferta para atraer nuevos clientes también fue la alternativa que encontró un comerciante de 38 entre 12 y 13.

“Hasta hace 7 años esto era solo locutorio, pero cuando comenzó a estar en baja, fui anexando otros servicios como cíber, fotocopiado y cobro de facturas, fue la manera de que el comercio dejara ganancias”, comenta el responsable del local que asegura que cuando aparezca algo que le resulte más rentable sacará las cabinas para aprovechar el espacio.

“El locutorio más cercano queda a unas diez cuadras, pero hay muchos metros cuadrados empleados en algo que no me deja ganancia”, asegura el comerciante.

Entre los que renunciaron a los locutorios está un quiosco de 4 y 51 que decidió dejar de dar ese servicio hace un año. No obstante, el empleado tiene las direcciones de los locutorios más próximos a la zona porque de tanto en tanto aparece alguien con necesidad de hacer una llamada.

“Muchos cuando se dan cuenta que tienen que hacer varias cuadras para conseguir un teléfono público me terminan pidiendo que les haga una carga en sus teléfonos celulares”, resume el empleado.