Dejar al perro en las vacaciones cuesta hasta 150 pesos por día

ALTA DEMANDA. EN UNA GUARDERÍA DE COLONIA URQUIZA ALOJAN POR ESTOS DÍAS A 35 CANES. LA DEMANDA TAMBIÉN SUBE LOS FINES DE SEMANA LARGOS Y EN LAS VACACIONES DE INVIERNO

Antes de salir de vacaciones hay que hacer algunas compras previas al viaje, pagar cuentas, y encomendar el riego de las plantas a algún vecino. Pero, ¿dónde se deja el perro? o ¿qué se hace con el gato mientras la familia está ausente?. Se trata de un dilema hogareño bastante común, pues no siempre se encuentra fácilmente un allegado que tenga lugar, tiempo y ganas de cuidar una mascota ajena. Ahora se imponen, como una modalidad “salvadora”, las guarderías caninas y felinas y, vista la demanda del servicio, en la Región el rubro se extiende cada vez más. Hay, según se estima, no menos de una veintena de lugares que se ocupan de alojar a los animales domésticos mientras que sus dueños se van de la Ciudad.

Esta suerte de pensionados, se reparten, por lo general, fuera del casco urbano platense, en predios espaciosos que suelen contar con personal especializado y profesionales veterinarios para afrontar cualquier emergencia. En la mayoría de las guarderías hay caniles pero también se encuentran lugares en que perros y gatos andan sueltos. Tanto ha crecido con los años la demanda que en algunos casos las plazas se agotan y más de un particular se ha puesto a ofrecer el servicio a personas de su entorno.

Un día de guardería de mascotas cuenta entre $100 y $150 y el precio no incluye el alimento, que lo deben aportar los dueños.

En la mayoría de las guarderías hay caniles pero también se encuentran lugares en que perros y gatos andan sueltos

“Tenemos mucho espacio, son cuatro hectáreas que dividimos en pequeños lotes alambrados donde viven los perros. No los ponemos en caniles y nos parece mejor que tengan una pequeña construcción donde pueden refugiarse. Parte del sector para los gatos está adentro de la guardería así que ellos entran y salen cuando quieren”, explicó el veterinario Bruno Galassi, uno de los propietarios de una guardería ubicada en Colonia Urquiza. En estos días, ese predio alberga 35 perros. “Ahora no hay gatos, porque la guardería felina es mucho menos requerida, pero también los recibimos”, añadió el profesional.

La temporada “alta” de la actividad es de mediados de diciembre hasta fines de febrero, pero también aumenta la demanda en las semanas de las vacaciones de invierno y durante los fines de semana largos, cuando se produce en la Ciudad un pequeño éxodo.

En estos tiempos tecnológicos muchos aprovechan las redes sociales y siguen de cerca a su perro o gato mientras veranean. Hay guarderías que para aliviar la tensión de sus clientes bajan fotos al Facebook y así las familias pueden verificar que sus mascotas se encuentran en buenas condiciones y bien atendidos.

“La gente que lleva un perro a la guardería se toma sus recaudos; averigua si se trata de un lugar en el que lo van a cuidar”, asegura Mauro Bernal, a cargo de una guardería de la localidad de Melchor Romero. En ese predio - y lo mismo sucede en gran parte de los pensionados para mascotas -, además de dejar el animal hay que completar una ficha con teléfonos donde pueda localizarse al propietario y al veterinario, la cantidad y marca del alimento que consume la mascota y una descripción de los comportamientos habituales del huésped. “Nosotros también necesitamos quedarnos tranquilos “, añadió Bernal.

Según coinciden quienes manejan los pensionados de animales, no suele haber problemas de adaptación y la convivencia es “en paz”, afirmaron. “Algunos perros extrañan más a sus dueños y otros menos. Pero por lo general los que cuidamos son perros sociables, acostumbrados a estar con otras personas y con otros animales”, remarcó Galassi, quien, aclaró a la vez que “acá no aceptamos perros de las razas peligrosas porque no podemos correr riesgos”.

Sandra y Daniel, viajeros incansables del barrio Jardín, encontraron, por fin, la manera de dejar la Ciudad sin tener que llevar de viaje también a las dos perras de la pareja. A “Lucha”, más grande y sin adaptación para la guardería, la cargan en el auto y se la llevan, pero a “Panza” le destinan siempre un lugar en la misma guardería. “La primera vez me costó bastante dejarla, pero con el tiempo me fui acostumbrando y ahora ya me voy tranquila, porque sé que la cuidan muy bien”, contó Sandra.

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“Al principio me costó dejarla”