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SAN SALVADOR.- Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo de El Salvador considerado mártir al haber sido asesinado al comienzo de la guerra civil que afectó al país, será beatificado hoy tras décadas de debates sobre si su mensaje estaba apegado a la doctrina de la Iglesia o a la izquierda de América latina.
Considerado como una de las figuras emblemáticas por su prédica contra la pobreza y la violencia, será beatificado en San Salvador en una ceremonia multitudinaria que será conducida por el cardenal Angelo Amato, enviado del Papa Francisco.
La beatificación de Romero causó grandes polémicas y el obispo Vincenzo Paglia, encargado de la causa de Romero en el Vaticano, recordó las dificultades desde que en 1997 comenzó el proceso de beatificación, debido a las presiones de la izquierda latinoamericana a favor y de la derecha en contra, así como divisiones dentro del mismo clero. La beatificación de Romero no tendrá que ver con milagros, sino con el hecho de haber sido asesinado mientras oficiaba misa, por lo cual su crimen es considerado por la Iglesia como un acto de odio a la fe. Romero, nacido en una finca cafetalera de Ciudad Barrios, un pequeño poblado de las montañas.
Ordenado sacerdote en Roma en 1942 tras una formación jesuita, llegó a ser arzobispo apuntalado por las clases pudientes del pequeño país centroamericano, pero a medida que avanzaba la represión de movimientos sociales su actitud fue más radical.
El asesinato de su amigo, el sacerdote jesuita Rutilio Grande y de dos feligreses en 1977 a manos de un comando de la Guardia Nacional, lo hizo virar hacia un discurso más directo, en momentos en que los rebeldes formaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que gobierna hoy.
En respuesta a la muerte de su amigo, Romero decidió suspender todas las misas en su diócesis y juntarlas en una sola celebración en la catedral de San Salvador, en donde pronto se hicieron famosas sus homilías dominicales de denuncia y llamados a la paz. La tarde del 24 de marzo de 1980, un francotirador le disparó un tiro en el pecho mientras oficiaba misa en la capilla de la Divina Providencia en un hospital para pacientes con cáncer en San Salvador. Ese mismo año comenzó una guerra abierta entre el FMLN y el Ejército y grupos paramilitares en un sangriento conflicto que dejó cerca de 75.000 muertos y se extendió hasta 1992.
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