Cuánto cobra y cómo vive un combatiente del ISIS en Siria

BEIRUT.- La luna de miel fue un breve momento de amor, lejos del frente de la guerra siria. En la capital del autoproclamado “califato” del grupo Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), el combatiente sirio Abu Bilal Al-Homsi se reunió con su prometida tunecina por primera vez tras meses chateando. Se casaron, y después pasaron varios días cenando en los restaurantes de Raqqa, paseando junto al río Éufrates y tomando helado.

Todo fue posible gracias al subsidio por matrimonio que recibió el combatiente del ISIS: 1.500 dólares para que él y su esposa pudieran fundar su nuevo hogar, una familia y tener una luna de miel. “Tiene todo lo que uno querría para una boda”, comentó Al-Homsi sobre Raqqa, una capital de provincia junto al río que en los 18 meses desde que fue tomada por el ISIS ha visto decapitaciones de rivales de los milicianos y lapidaciones públicas de supuestas adúlteras.

VIGILANCIA EXTREMA

Hombres armados vigilan a los peatones buscando cualquier presunta “violación” de la Sharia (ley islámica), como usar gel en el pelo. En las casas de algunos comandantes del grupo hay mujeres y niñas de la minoría religiosa yazidí, secuestradas en Irak para hacerlas esclavas sexuales.

El ISIS aspira a construir una nueva nación gobernada por lo que los radicales consideran la ley divina, con musulmanes de todo el mundo que abandonaron sus viejas nacionalidades unidos en el “califato”. Para hacerlo, el grupo estableció beneficios sociales para ayudar a iniciar nuevas vidas a los miles de yihadistas -hombres y mujeres- que llegaron a su territorio desde el mundo árabe, Europa, Asia Central y EE UU.

“No se trata sólo de luchar”, expresó Al-Homsi, que utiliza un nombre de guerra. El miliciano dio una serie de entrevistas a la agencia AP vía Skype, brindando una mirada poco común sobre la vida de un extremista.

La nueva élite del ISIS es visible en Raqqa, la ciudad siria más grande bajo control del ISIS. Casas y departamentos de lujo, que en otros tiempos pertenecieron a miembros del gobierno del presidente Bashar Assad, pasaron a manos de la nueva clase gobernante del ISIS. Estos altos mandos tienen auto y combustible gratis; los combatientes no pagan el ingreso en un hospital como los civiles, y los hijos de los milicianos extranjeros cuentan con guarderías en las que se habla en inglés. Raqqa, en el centro del territorio controlado por ISIS, está aislada de las zonas de combate. Tiene supermercados bien surtidos y varias cafeterías con acceso a internet. La llaman “la Nueva York” del califato.

Ayudar a los combatientes que se casan es prioritario para el ISIS. Además del sueldo normal (de 700 a 1.000 dólares al mes) de un combatiente, Al-Homsi, de 28 años, recibió una bonificación especial de casamiento porque su esposa es médica, tunecina y habla cuatro idiomas.

En su ciudad natal de Homs (centro de Siria), Al-Homsi se dedicaba a la informática antes del estallido de la guerra civil en 2011. Empezó a simpatizar con el ISIS en 2013 y a mediados de 2014 se hizo combatiente. Conoció a su esposa por su actividad en medios sociales. Tras comunicarse por internet, Al-Homsi descubrió que el hermano de ella se había unido al ISIS y estaba en Deir al-Zur, una ciudad en el este de Siria. Como es costumbre, le pidió al hermano la mano de la joven. La novia, de 24 años, viajó de Túnez a Turquía y desde allí a Raqqa con otras cuatro mujeres que se unían al grupo. Se alojaron en una casa de huéspedes donde también reside la brigada policial femenina del ISIS. Al-Homsi hizo el peligroso tramo de 250 km de Homs a Raqqa para reunirse con ella, tras recibir una autorización de sus líderes locales. El matrimonio, entre un combatiente sirio y una extranjera, fue poco habitual. En general, las mujeres extranjeras se casan con milicianos extranjeros. La pareja pasó una corta luna de miel en Raqqa y luego volvió a Homs, donde Al-Homsi usó el subsidio para instalar su casa. La pareja espera un bebé y va a recibir una nueva entrega de efectivo, ya que el ISIS paga hasta 400 dólares por cada hijo. Por ahora, le dan 50 dólares mensuales para él y una cifra similar por su esposa. También recibe una asignación para ropa y uniformes, algunos productos de limpieza y una canasta mensual de alimentos de 65 dólares.