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Netanyahu formó la coalición y asumirá su tercer gobierno

A sólo una hora y media del plazo final, el primer ministro israelí logró hoy formar un gobierno con una mayoría parlamentaria mínima y una coalición cada vez más corrida a la derecha, luego de sellar un acuerdo con un quinto socio

6 de Mayo de 2015 | 20:59

A sólo una hora y media del plazo final, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, logró hoy formar un gobierno con una mayoría parlamentaria mínima y una coalición cada vez más corrida a la derecha, luego de sellar un acuerdo con un quinto socio, un partido ultranacionalista y representante de los colonos en los territorios palestinos. 

"Finalmente tenemos un gobierno en Israel. No es un gobierno de derecha, no es un gobierno de izquierda y no es un gobierno de centro. Es un gobierno de toda la nación de Israel", celebró Naftali Bennett, el líder de Hogar Judío, la última fuerza que entró a la coalición para garantizar un tercer mandato de Netanyahu. Bennett, quien durante los últimos dos años dirigió el Ministerio de Finanzas, anunció el acuerdo en una conferencia de prensa pasada la medianoche local (18 hora argentina) junto con el premier, quien reconoció que contará con una mayoría muy limitada para gobernar. 

"Ya había dicho que 61 es un buen número, pero más de 61 es un número aún mejor. Todavía hay mucho trabajo por hacer. Buena suerte a nosotros y a todo el pueblo de Israel", aseguró Netanyahu, según reprodujo el diario online Ynet News. El premier contó que ya envió el comunicado oficial al presidente Reuben Rivlin y adelantó que dará a conocer en detalle el futuro gabinete la semana próxima cuando comience el proceso de confirmaciones en el Parlamento. 

Para formar gobierno, el primer ministro, que obtuvo la primera minoría en las elecciones generales del 17 de marzo pasado, debía conseguir el apoyo de más de la mitad de la Knesset (Parlamento), es decir, más de 60 bancas. El Likud, la fuerza que lidera Netanyahu, había quedado lejos con 30 escaños y tuvo que sumar el apoyo de otros cinco partidos.

 En su primer acuerdo quebrantó todas las esperanzas del nacionalismo religioso reformista y moderado al aliarse con el Judaísmo Unido de la Torá (JUT), la principal fuerza de los judíos ashkenazíes, de rito "occidental" que controla seis bancas, y con Shas, de los judíos sefardíes, de rito "oriental" y sus siete escaños. Estos dos grupos se quedaron con el control total del ministerio de cultos. El JUT logró además ubicar a su presidente, Yaakok Litzman, como el futuro ministro de Salud, y de conseguir un compromiso de que se eliminarán las penas de prisión para aquellos jóvenes religiosos que se nieguen a cumplir el servicio militar.

El tercer socio en sumarse a la coalición que terminó de sellarse hoy fue Kulanu, la formación de centro-derecha creada recientemente por el ex líder del Likud y ex ministro de Netanyahu, Moshe Kahlon, quien aportó sus 10 escaños a cambio de encabezar el Ministerio de Finanzas. Kulanu, asimismo, dirigirá las carteras de Vivienda y Construcción, tendrá el control de la Administración de Tierras y la Comisión Nacional de Planificación, tres cargos esenciales para la expansión de las colonias en los territorios palestinos ocupados, uno de los temas más sensibles para la relación de Israel con sus aliados internacionales. Finalmente, el último socio en entrar a la coalición, el ultranacionalista Hogar Judío, se quedará con los ministerios de Educación -en manos de Bennet-, Justicia, Agricultura y Asuntos de la Diáspora.

Asimismo, colocará a dos de sus ministros en el gabinete de seguridad nacional y controlará las estratégicas comisiones parlamentarias de Asentamientos (como se conoce a las colonias construidas en los territorios reconocidos internacionalmente como palestinos) y de Justicia, Leyes y la Constitución. Estas últimas también son centrales para avanzar en la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania y Jerusalén este, pese a las crecientes críticas de la comunidad internacional en general y de los aliados de Tel Aviv en particular, especialmente Estados Unidos y las potencias europeas. 

Por otra parte, es muy probable que la cartera de Defensa quede en manos del Likud, la fuerza de Netanyahu, mientras que no está claro que sucederá con el otro ministerio clave del gabinete, la Cancillería, luego de que el ministro saliente, el ultraderechista Avigdor Lieberman, renunciara a su cargo y a participar del nuevo gobierno.

Uno de los primeros en reaccionar al anuncio de la nueva coalición oficialista fue el líder de la oposición, el laborista Isaac Herzog, quien finalizó segundo en la elección. A través de su cuenta de Twitter advirtió que el próximo gobierno será "inestable, irresponsable e incontrolable".  

En esa misma linea se manifestó Tzipi Livni, ex integrante del LIkud, aliada de Isaac Herzog en la última elección y ex Canciller (2006-2009). "Cuando dicen que un gobierno de 61 (escaños) no es un bueno se equivocan. Lo que no es bueno es el gobierno en si mismo", declaró Livni en su página de Facebook. 

Una de las figuras más cuestionadas del próximo gobierno es la dirigente de Hogar Judío y posible futura ministra de Justicia, Ayelet Shaked. La joven parlamentaria se ganó la enemistad de los jueces de la Corte Suprema luego de impulsar sin éxito un proyecto de ley que buscaba limitar la capacidad del máximo tribunal para declarar inconstitucional a las nuevas leyes. Además Shaked se hizo mundialmente conocida en medio de la tensión de los días previos a la última ofensiva contra la Franja de Gaza luego de escribir en su página de Facebook que lo que peleaba su país "no es una guerra contra el terrorismo ni contra los extremistas ni siquiera contra la Autoridad Palestina (...) Esta es una guerra entre dos pueblos. ¿Quién es el enemigo? El pueblo palestino.".

Ante el escándalo que provocaron sus palabras, la entonces legisladora aseguró que los medios de comunicación hicieron una mala traducción. Sin embargo, no hay dudas de que su designación al frente de Justicia no sólo provocará malestar dentro de ese Poder, sino también entre el liderazgo palestino, que parece haber perdido cualquier expectativa de retomar una negociación de paz en un futuro cercano.

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