Casas tomadas

Maria Virginia Bruno

La cuarta pared no existe. Actores y espectadores están tan cerca que pueden sentirse el aliento, rozarse la piel y hasta olerse. Los dos se desplazan, mezclados, en la intimidad de una casa particular en la que la historia familiar es tomada por ficciones breves que fueron compuestas especialmente para ese lugar, unidas bajo un hilo temático, estético o espacial. El público, en su condición de huésped, asiste a una experiencia hiperrealista alejada de las convenciones y sus ataduras. De esto se trata Teatro Intimo, una propuesta que busca sacar “el teatro del teatro” y que se ha convertido en un verdadero fenómeno de la escena under local.

Actor, director y periodista, Juan Manuel Mannarino es el creador de este ciclo que nació a fines del 2011 en una casa particular del barrio La Loma en la que se narró la historia de tres hermanas que vivían juntas en base a la unión de tres monólogos femeninos. Sin saberlo, esa experiencia, que fue concebida sin demasiadas pretensiones, se convirtió en el puntapié de un interesante proyecto nómade e itinerante que lleva 31 entregas en escenarios no habituales, y por el que han pasado 95 actores y más de 900 espectadores.

“Yo me formé en el teatro convencional, con la idea de ensayar y construir obras para espacios típicos, pero como director necesitaba encontrar un dispositivo de producción que me permitiera trabajar con más frescura o nivel de experimentación, sin estar atado a la dinámica de los espacios tradicionales. También quería salir de la endogamia teatral, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez que hacía teatro me parecía que el público siempre era el mismo. Así, se me ocurrió la idea de hacer teatro en casas”, aseguró Mannarino, en diálogo con EL DIA, sobre el origen de su propuesta.

Convencido de que una posible solución al mayor problema que afecta al circuito del teatro independiente local -la falta de espectadores- sería la oferta de una alternativa más atractiva, el director se dejó llevar por sus pensamientos más alocados y la idea de cercanía y cotidianidad se le instaló ahí para no marcharse. “Esa sensación de realidad que se vive cuando alguien entra a una casa particular como espectador y se encuentra con un actor que está ahí, en el puro presente, narrando una historia, es muy poderosa. Es una experiencia muy completa. La casa pierde esa cosa de la intimidad de los que la habitan, y se convierte en algo distinto, poblado por esas ficciones que se van a contar”.

TRABAJO EN EQUIPO

Acompañado por Diego Chapay en fotografía y luces, y Julieta Braun y Julieta Mora en asistencia y dirección actoral, Mannarino destacó que encontró en esta modalidad “un espacio muy posible para trabajar lenguajes”, sobre todo el discurso de la actuación y la dirección, “que ha ido cambiando y mutando mucho”. Para el director, el hecho de auto desafiarse a seguir componiendo escenas para espacios no habituales como un baño, un patio, un comedor o una cocina, lo ha hecho descubrir la configuración de un mundo propio, en el que se abren infinitas posibilidades de creación artística.

A diferencia del teatro convencional, aquí la producción teatral nace en base al lugar. “Cada ciclo es distinto. En general vamos a ver la casa que se propone y ahí definimos qué puesta podemos llevar a cabo. La casa es la absoluta protagonista, no sólo por sus cuestiones espaciales, sino que influyen otros elementos, como el olor o las características que las hacen propias. Ahí está el armado diferencial”, explicó.

De todos modos, también existen escenas ensayadas, que van naciendo y materializándose entre ciclo y ciclo, y que no tienen un destino pronto, y para las que se convoca a diferentes actores o directores según la temática o género que toquen. “Lo que también pasa en Teatro Intimo es que se da un intercambio muy interesante porque nosotros al invitar a otros profesionales generamos que ellos también se apropien de los espacios, dando origen a algo muy mezclado, que nos enriquece a todos. Se va construyendo una trama muy completa, con miradas distintas que confluyen en una misma casa, generando algo explosivo, de mucha dinámica, de entrar y salir todo el tiempo”.

En general, las casas son ofrecidas por gente que participó de la experiencia como espectador y que busca complementarla después desde el lugar de anfitrión: abriendo las puertas de su intimidad a un grupo de desconocidos que se pasearán por su living mirando como sin querer pero queriendo las fotografías familiares, esquivando los muebles ahora convertidos en las únicas piezas escenográficas de un relato contado por actores que sienten en su nuca la respiración de cuarenta extraños. Las únicas paredes que existen son las de la casa.

MAS ALLA DEL TEATRO

La experiencia de estos cuatro años, además de un enorme enriquecimiento personal y profesional, le ha dejado a Juan Manuel una certeza. “Teatro Intimo termina siendo una experiencia cultural más que teatral: es algo bastante extraño, sobre todo en los tiempos que corren, que alguien abra las puertas de su casa para que entren 40 desconocidos. Se quiebra ahí un poco el paradigma de la inseguridad y esa cosa de no juntarse con el extraño. Creo que hay una necesidad de encuentro que acá, en este caso, se da con la excusa del teatro”, opinó.

Según contó el director, la mayoría de los que ofrecen sus hogares son personas que no vienen del palo del teatro y que se enteraron de este ciclo por el poderoso boca en boca. “En algunos casos, no sólo te dejan hacer y deshacer con sus muebles y cosas sino que, además, fomentan que la gente permanezca aún después de terminada la experiencia. En muchas oportunidades, hasta arman barras y mesas con comida para compartir con gente totalmente desconocida. Es un fenómeno muy interesante”.

Tras el reciente encuentro en la casa de Manuel Magdala con el eje de Ingmar Bergman en cada historia, Teatro Intimo tomará una casa en Barrio Hipódromo el próximo viernes 24 de abril. Debido a la capacidad reducida del espacio, la modalidad de ingreso es con reserva (teatrointimolaplata@hotmail.com), otra perla interesante para destacar: “El espectador de este ciclo no se siente un número más. Cada uno es contactado individualmente, tratamos de llevarle la entrada hasta su casa o de encontrarnos para dársela. Esto no es algo casual: es otra herramienta para generar ese clima íntimo que buscamos lograr con esta propuesta”.

Motivado con el suceso en el que se ha convertido su ciclo, Mannarino remarcó que esta experiencia apunta a demostrar la fuerza que siguen teniendo las artes escénicas. “Yo creo muchísimo en el teatro de la actuación, me interesa mucho lo que sigue pasando con el teatro, aún después de haber perdido tantas batallas con la televisión o internet. La gente se sigue interesando por el teatro y hay que ir a buscar a los espectadores, capturarlos. Y esta experiencia, que no es ni mejor ni peor que otras, es una modalidad que sigue apostando a ese poder del cuerpo y la ficción teatral para producir emociones, sensibilidad, pensamientos y reflexiones”, concluyó.