Chano dio lástima y la televisión se burló

Después de ver la entrevista que ayer al mediodía Chano Charpentier le dio a Gerardo Rozín para “Morfi, todos a la mesa” (Telefé), en la que el ex líder de Tan Biónica volvió a dejar al descubierto sus peores miserias, mostrándose él mismo en su versión más decadente, surge una pregunta inevitable: ¿Nadie de su entorno puede ayudarlo?

Cierto es que el principio básico de cualquier enfermo que busca curarse debe ser, precisamente, ese: buscar o querer curarse. Algo de lo que el músico, según él mismo contó, no está seguro de querer lograr.

“A veces quiero estar limpio, y a veces no”, reconoció el ex líder de Tan Biónica, en una presencia que no pasó inadvertida y que tuvo mucho eco en las redes sociales, por el mal estado en el que el cantante se dejó ver: demacrado, flaco y con visibles problemas para modular e hilvanar frases.

La entrevista, con marchas y contramarchas por el evidente mal estado del entrevistado, se centró en el drama que atraviesa: su adicción a las drogas. Pero, a pesar de todo su triste relato, la producción del envío se burló en su cara al leerle, en vivo, un mensaje de un televidente: “Chano, convidame de la buena, genio” (en relación a la droga, claro).

“Ya no tengo más”, contestó el cantante, descolocado, “puede venir a revisarme la policía”, bromeó, para zafar el mal paso.

En ese momento, la imagen de la televisión como una picadora de carne se le vino a la cabeza a muchos: el artista, visiblemente perdido en su vida, no sólo es consultado una y otra vez por su adicción a las drogas, sino que es expuesto de una forma macabra por un programa que -a pesar de la aparente contención que intentaba demostrar su conductor con frases del tipo “queremos verte bien”- sólo busca tener rating. Y lo logró porque el envío, con el mano a mano de Rozín a Chano, se impuso como la visto en su franja horaria, además de hacer de #ChanoconMorfi un trending topic.

Más allá de todo, el cantante accedió a hablar de su vida privada, y no evitó ningún tema, aunque lo hizo a su modo y con sus tiempos.

“Yo considero que la vida es la obra”, repitió el cantante, una y otra vez, aunque reconoció que de nada le serviría morirse y que le pusieran de nombre “Ciudad Mágica” - por su exitoso tema de Tan Biónica- a una línea de Subte. “Yo quiero vivir”, aclaró segundos después.

Lavacopas, camarero, delivery boy y, después, cantante, el Chano de ahora no es ni mínimamente parecido al de hace unos años, cuando con Tan Biónica estaban en la cresta de la ola. “Todo lo que sé me lo enseñó mi hermano”, dijo el vocalista, en relación a Bambi, otro ex integrante de la banda, y con quien se encuentra distanciado tras la disolución del grupo, básicamente, debido a sus problemas con las drogas.

“Lo único que pude sostener en mi vida fue Tan Biónica, de verdad los extraño”, tiró más tarde.

Tras relatar la confusa cadena de eventos desafortunados que lo llevó a internarse, según él, voluntariamente en Punta del Este (volvió a referirse a la gente de su entorno como un “equipo de psicópatas”), Charpentier tiró una serie de frases que impactaron.

“Yo soy un manipulador zarpado”, aseguró, al tiempo que aclaró: “La manipulación, me decía Celeste, mi terapeuta, no es buena ni mala, es manipulación; depende para qué la uses. Y yo la uso negativamente”.

Autodefinido como “honesto”, el cantante se mofó de su mala suerte, al considerar que “siempre queda pegado en todas” y se animó a bromear con “una” de la que los medios no se enteraron. “Ayudame a cuidarte”, le dijo Rozín, para que Chano no dejara de tirarle centros para contar esa supuesta anécdota. “No sabés lo que fue…”, arengaba, con actitud infantil, el músico, quien decidió, finalmente, no contarlo porque su “vieja” lo estaba mirando.

“La realidad es que me gusta la joda”, contó, a propósito del comentado cumpleaños de Pampita, y reconoció que no toma alcohol. “No es de mi preferencia, mi cuerpo me pide otra cosa”, confesó Chano, haciendo referencia a las drogas.

“Me gusta la noche, desde que soy chico… No me gusta dormir”, dijo Chano, y contó que se queda dormido en el sillón después de maratonear con Netflix, algo que llama el “mal vivir”. Después de una de esas noches de sofá, reveló que al otro día “arranca como puede” y después se va a “hacer algo”.

Consultado por sus ganas de curarse, Chano al principio esquivó el tema diciendo que lo que quiere es “estar ahí, tratando de conseguir alguna minita, que es lo que inventó Dios”.

Y remarcó: “No me quiero morir. Mi idea es tener la vida de un tipo normal, juntar unos mangos y tener una casa en una playa, que no me conozca nadie… Igual no me molesta ser famoso, la gente me quiere mucho. Los argentinos son muy buenos conmigo”.

Volviendo al concepto de que “la vida es la obra”, Chano sostuvo que desea que su vida “sea lo más larga posible” aunque destacó: “Yo quiero estar limpio, y por momentos no. La ciencia no lo entiende. Hay días que sí, y días que no (en los que se quiere curar). Tengo un psiquiatra pero a veces le hago caso y a veces no. Pero tampoco es tan triste”.

Llegando al final de la nota, se refirió al día a día del adicto. “Es bastante solitaria y peligrosa la vida de la falopa, no se la recomiendo a nadie, para mí es una basura. Está bueno poder decirlo”.

Y aclaró: “Igual vos podés ser una buena persona. Yo no le haría daño a nadie, solo a mi mismo… Y no es mi idea hacerme daño, tal vez el cerebro busca otra excusa, y yo me digo ‘no me voy a perder esto’”.

También reveló que en este momento se encuentra bien. “Cuando esté mal no voy a venir acá”, cerró, antes de ponerse a tocar al piano una seguidilla de temas, para luego invitar a Leo García al estudio, junto a quien cantó un bolero que, según contó, le remitía a su infancia: “Un velero llamado libertad”.

Su presencia en “Morfi” terminó con el polémico y totalmente innecesario mensaje del televidente que escribió a través de Twitter.