El documental: la gran estrella

Pedro Garay

El género documental ha sido una de las grandes estrellas de este Bafici: siempre tuvo el festival un lugar para la no ficción, pero hasta el cambio de milenio era un outsider dentro del cine, con poca llegada a la cartelera comercial y un público compacto.

Pero todo ha cambiado para el documental, gracias a nuevos dispositivos y nuevas pantallas . Ahora el cinéfilo conoce y espera los grandes estrenos de la no ficción y, de hecho, en el porteño Festival Internacional de Cine Independiente que culmina hoy dos de las grandes estrellas fueron filmes del género: “Citizenfour” tuvo su estreno en el país tras ganar el Oscar en la categoría y el eterno Frederick Wiseman volvió a presentarse en el Bafici con “National Gallery”.

“Citizenfour” es cine urgente: Laura Poitras fue una de los periodistas convocados por Edward Snowden, el agente de la NSA que denunció el espionaje estadounidense a nivel global a través de alianzas con las empresas de telecomunicaciones, previo a filtrar la información y provocar un escándalo internacional.

Poitras, documentalista en “la lista” de la CIA luego de su película sobre Guantánamo, retrata a Snowden, aislado y paranoico en un hotel de Hong Kong: la cinta muestra la gravedad de su denuncia pero, también, al hombre en un laberinto de su propia creación, comenzando a pagar los costos de un sacrificio que hoy lo tiene exiliado en Rusia.

Otro proyecto ambicioso es el de Wiseman con su “National Gallery” (podrá verse hoy a las 17.10), de tres horas de duración y parte de su serie de documentales que retratan a las instituciones y hacen foco en las personas que las habitan. Al igual que Poitras, el octogenario director de “Boxing Gym” (sobre un gimnasio de boxeo) y “At Berkeley” (sobre la prestigiosa universidad) se inclina en su filme sobre la galería de arte de Londres por el cinema verité: colocar la cámara y dejar que los eventos se cuenten solos.

Pero si estos dos documentales constituyeron parte del jet set del festival, otros filmes del género, proyectados en los muchos rincones y recovecos del Bafici, obtuvieron ovaciones gracias a un amor por el low-fi y la experimentación y un corazón bien “indie”.

Es en proyectos como “Generación Artificial”, un falso documental, subgénero paródico cada vez más en boga, sobre los VJs (disc jockeys del video), donde se pudo ver y aplaudir el crecimiento rizomático del género, que permite expresiones creativas y juguetonas lejos de la concepción clásica, lineal y naturalista, de entrevista y exposición, de la no ficción.

“Generación artificial” no es un documental, o lo es solo hasta la mitad, donde narra el surgimiento de estos mezcladores de video en la noche ochentosa, síntoma del cambio cultural hacia lo audiovisual; luego la obra de Federico Pintos, filmada a lo largo de una década, se transforma en una historia reminiscente de Cronenberg sobre la caza de un VJ mítico que busca hackear el cerebro a través de las imágenes.

También documentales como “El Crazy Che” (Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi) mostraron ese afán experimental, jugando con la linealidad de la trama y con la idea de un narrador no confiable, y rellenando los vacíos de la trama con animaciones: un cóctel de recursos que acompaña el rescate de una historia increíble, más grande que la ficción, sobre un doble, triple, cuádruple agente argentino más cerca de Maxwell Smart que de James Bond. Una historia que se había resbalado por las grietas de la memoria.

El festival presentó numerosos documentales valiosos, muchos de ellos proyectados con gran expectativa y entradas agotadas, desde obras de denuncia social y rescate cultural como “Cáncer de máquina” o “Cumbia la reina”, hasta homenajes de los clásicos (“León”, sobre Najnudel, “Narcisa”, retrato de Narcisa Hirsch), pasando por los más bizarros (“Rocky IV: el gran golpe americano”, sobre la incidencia del mítico filme de Stallone en la Guerra Fría); mostrando así que el saludable presente de la no ficción está hoy en haber escapado al documental expositivo, didáctico y televisivo y aprovechar todas las herramientas (inclusive la ficción) para jugar con el género y dotarlo de riqueza y variedad.