El tsunami coreano

Hallyu es el nombre con que se denomina en el mundo la Ola Coreana, el aterrizaje de series de Corea del Sur a las pantallas de todo el mundo. Alguna vez Occidente pareció un mercado casi imposible para el gigante asiático y su poderosa industria televisiva, con barreras culturales demasiado elevadas.

Pero ya no. El “hallyu” es un fenómeno global que ya comienza a dar sus primeros pasos en la alicaída pantalla argentina que, entre las crisis económicas y el éxodo de las audiencias, elige cada vez menos producir costosas ficciones nacionales y las reemplaza por los ya célebres “enlatados”.

Y la pionera, “Escalera al cielo”, primera serie surcorana en llegar a la tevé abierta argentina, llegó a su final: en el poco atrapante horario de las 15, promedió 9,6 puntos de rating, apenas 1 punto menos que “La Leona” en horario central. Una marca que sorprendió probablemente incluso a quienes programaron el culebrón, y que abre las puertas para que la ola surcoreana siga inundando la pantalla y compita con la reciente oleada turca, que ya le quitó el prime time a las producciones nacionales tanto en 2015 (“Las mil y una noches”) como en 2016 (“¿Qué culpa tiene Fatmagul?”).

Y el drama coreano corre con una ventaja: tiene una amplia base de fans que conocieron el género gracias a internet y que se vuelcan cada tarde, sin falta, a ver el revolucionario aterrizaje de series asiáticas en pantallas argentinas. Por todo esto, tras “Escalera al cielo” llegará “Mi amor en las estrellas”, otra exitosa novela de Corea del Sur que aterriza mañana, también a las 15 por Telefé.

Pero además de la nueva tira que se pondrá en pantalla por Telefé, Corea del Sur ha encontrado otra manera de “infiltrar” las pantallas argentinas: más rápidos de reflejos que los propios canales de aire, consiguieron colocar en el servicio on demand por excelencia en el país, Netflix, nada menos que nueve series.

“Eres hermosa”, “Playful kiss”, “Cunning single lady”, “Goddess of Marriage”, “Está bien, eso es amor”, “Can we get married”, “Empress in the palace”, “Jardín secreto” y “Black Butler” son los nombres de las tiras de diversos géneros, desde comedias hasta series de época con elementos fantásticos, que ya están disponibles para su visionado completo para quienes suscriben al gigante on demand: una apuesta acertada, ya que la televisión de aire es cada vez menos relevante para las nuevas juventudes, entre las cuales se cuentan la mayoría de los fans de estos “doramas”.

¿Que tendran los coreanos?

Los “doramas” (dramas) coreanos son programas ideales para la exportación por varios motivos.

Los melodramas de cuidada producción cuentan con apoyo gubernamental, que buscan la exportación de su cultura y de Corea como destino, además de importantes sponsors privados. Son intensos cuentos con moraleja implícita de corte moral, que no suelen detener su mirada en la sexualidad de los vínculos, trabajados a fuerza de planos detallados y música abundante subrayando los sentires de los protagonistas que encienden amores entre los más jóvenes vía páginas web dedicadas al tema con emisiones gratuitas de ciclos completos, DVDs y por canales como Youtube: son telenovelas clásicas, “blancas”, un género en extinción en Argentina tras el triunfo del costumbrismo y el modernismo, un género que el público parece pedir a gritos, como mostró el éxito de “Las mil y una noches”.

Son, además, producciones de corta duración, donde más allá de poner en escena ciertas estrellas y conflictos a veces remanidos, tienen la marca de un autor o un equipo de autores: en el país, los autores han perdido autoridad frente a la tiranía de los productores y la desesperación del rating, provocando invitaciones de estrellas para subir el rating, volantazos en la trama y otras modificaciones al rumbo original que quitan calidad a la obra. Además, el formato de un episodio por semana es un desafío muy grande para la creatividad (en lugar de 24 episodios por año, la media de los “doramas”).

Muchas veces, por otro lado, sus contenidos se imbrican con el K-Pop, un género musical capaz de mezclar distintos ritmos como el hip-hop, el rap, y el pop (y que preanunciando el tsunami, hasta tuvo su segmento en el programa “Showmatch” por El Trece). Las estrellas del mismo, como en Argentina, suelen trabajar también en los culebrones orientales.

“La sinergia entre los discursos del cine, la música y el diseño logran que los dramas puedan contar historias destinadas a cualquier publico, ya que hablan un lenguaje masivo, globalizado. ‘Escalera...’ y ‘Sonata de invierno’ estallaron en Japón y China a principios de 2000, aunque Corea tiene una política fuerte de difusión de sus productos audiovisuales desde principios de los ‘90” afirmó Gabriel Presello, encargado de gestión cultural en el Centro Cultural Coreano, en relación con estas series.

“El objetivo -continuó- consistía en que las producciones llegaran a la mayor cantidad de países, porque una vez que ingresan, la fórmula es un éxito como ocurrió en Asia, Europa o en Chile y Perú naciones latinoamericanas con gran influencia oriental. Argentina tiene una producción fuerte en la materia y resultó más difícil ingresar, pero los dramas tienen un formato cómodo para ser exportado, con una duración de 24 capítulos como máximo, a diferencia de los extensos culebrones turcos”.