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Espectáculos |“CAMINO A ESTAMBUL”

Guerra y romance: la especialidad de Russell Crowe

El actor de “Gladiador” se pone en el rol de director por primera vez, para contar la historia de un hombre que busca a sus hijos tras la Primera Guerra

25 de Mayo de 2015 | 01:21

Russell Crowe, neozelandés de nacimiento y australiano de adopción, no iba buscando un proyecto para dirigir, pero se enamoró del guión de “Camino a Estambul”, su primera intervención como director que llega a las salas locales este jueves y que aborda la participación del ejército australiano en el conflicto de la Primera Guerra Mundial, como apoyo a británicos y franceses y que, lejos de decantarse por algún bando, se centra en “la necesidad de perdonar”.

“Lo leí y tuve una reacción muy visceral, que es lo que siempre busco como actor, pero había además otra voz que no había oído nunca antes, que me decía que debía tomar la responsabilidad de contarlo y que yo era el único que podía hacerlo”, explicó el actor sobre su salto detrás de cámara, una tendencia clásica pero en alza estos días en Hollywood.

Los lazos culturales y personales con la historia -cuenta Crowe que su padre tenía la misma habilidad que el protagonista para detectar la presencia de agua bajo el suelo del personaje principal- fueron también importantes en su decisión de rodar la historia, que se rodó prácticamente entera en Australia, lo que tuvo sus complicaciones meteorológicas, desde temperaturas de casi 50 grados centígrados, a lluvias torrenciales. Las escenas del hotel se filmaron en platós de Sydney, mientras que las de Gallipoli y otras localizaciones de la Turquía rural se ubicaron en el sur de Australia.

LA TRAMA

En realidad la batalla de Gallipoli, eje de la cinta y de la que se cumplen 100 años, es el telón de fondo de una historia más cercana al drama romántico que a la épica, y que transcurre unos años después, al finalizar el conflicto: un granjero australiano, interpretado por el propio Crowe, viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus hijos, declarados desaparecidos en combate. Allí conoce a Ayshe (Olga Kurylenko), la propietaria del hotel donde se hospeda, que también ha perdido a su marido en la guerra.

La tensión erótica entre ambos se entrelaza con la determinación de un padre dispuesto a todo y sin nada que perder, mientras la península de Anatolia es ocupada y dividida por los aliados, en lo que supuso el comienzo del derrumbe de un imperio y el germen de la Turquía moderna.

“Esta es su primera película; estaba muy emocionado, porque llevaba tiempo deseando hacerla, así que el rodaje fue muy bien. Él ayuda mucho y como director busca ponértelo lo más fácil posible”, dijo Kurylenko, su bella contraparte, y afirmó que “al ser también actor, hablamos el mismo idioma, y eso se agradece, es de los mejores con quien he trabajado”, quitándole a Crowe la fama de duro que se ha gestado sobre el set.

NADA DE INEXPERIENCIA

Ganador de un Óscar por “Gladiator” y nominado por “Una mente maravillosa”, Crowe suma medio centenar de títulos como actor en su trayectoria cinematográfica, experiencia más que suficiente, asegura, para poder tomar la batuta en el plató.

“He estado en más rodajes que la mayoría de los directores. Como actor, me he encontrado muchas veces en la situación de resolver problemas y buscar soluciones junto con artistas como Ridley Scott, Ron Howard o Darren Aranofsky”, señala. “Y no tengo problema en robar ideas a todo el mundo”, añade, “aunque eso sí, siempre lo paso todo por mi visión personal”.

Así, comenta que de Ridley Scott, a cuyas órdenes se puso en “Gladiator”, “American Gangster”, “Robin Hood” y “Red de mentiras”, “aprendió lo atlética que puede ser una cámara y a manejar muchas de forma simultánea”. De Peter Weir (”Master and commander”), quien por cierto plasmó su propia visión de la misma batalla en la película titulada “Gallipoli” (1981), tomó la idea de poner música a los actores para trasmitirles una determinada energía. “Soy como un DJ en un club: intento ayudar a los actores a que encuentren lo mejor de sí mismos”, explicó en la presentación de la película.

Lo cierto es que Crowe no es del todo nuevo en esto de dirigir. Ya había rodado varios videoclips musicales de su propia banda y algún que otro documental. Aún así, hubo momentos en que este proyecto, que financió de forma independiente, en que se llegó a asustar.

“Unos tres días antes de empezar el rodaje empecé a preguntarme dónde me había metido”, admite, “pero ese tipo de ansiedad de antes de salir al escenario la he vivido toda mi vida y sé lo que significa; significa que te importa lo que estás haciendo, así que el día que no lo sienta será el momento de dejarlo”.

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