Investigar, hobby a los 85

“Para mantener viva la croqueta”, el platense Juan Pedro Cendoya pasa los días de sus radiantes 85 años yendo y viniendo entre bibliotecas y reuniones con investigadores anotando a mano en su libretita datos curiosos que le llaman la atención. Cuando acaba de editar “Cines de La Plata: los lugares, los hombres, las historias”, un libro que repasa lo más destacado de la pantalla grande en la Ciudad entre 1895 y 1930, este veterinario jubilado ya está escribiendo su continuación, además de un libro sobre la historia comercial e institucional de calle 7 y otro, similar, pero de diagonal 80, desde de 1 a 6.

“Hay que matar el tiempo antes que el tiempo lo mate a uno”, dice Cendoya, en diálogo con EL DIA, sobre su prolífico presente en el que, como un artesano, no se apoya en las facilidades de la era digital. “Soy de la vieja usanza, además, en Internet, hay mucho chanterío y hay que verificar todo”, asegura. Aunque, segundos después, aclara que su negación a ceder frente a los beneficios de la computación tiene otro argumento más que válido que cuenta entre risas cómplices: “Como tengo muchos amigos en todo el mundo, seguramente estaría chateando todo el día, y eso me haría perder mucho tiempo, me conozco muy bien”.

Presidente de la Biblioteca Popular Archivo y Museo Amigos del Tango, una entidad a la que con dolor define como “en vías de desaparición” y que funciona en La Plata desde 1974 ofreciendo contenidos de tango, cine, teatro, lunfardo y curiosidades locales -actualmente tiene sede en 15 entre 64 y 65 y abre sus puertas los viernes a las 18-, Cendoya debutó como escritor con “Los universitarios y el tango” (ver aparte), una publicación del Colegio de Veterinarios, de cuya disciplina se graduó en 1963 en la UNLP.

Antes de eso, desde 1948 Juan Pedro ofició como periodista junto a su padre, Juan Ignacio Cendoya, en El Argentino. “Los domingos, después de ir a la cancha a ver a Estudiantes, un club en el que tengo 82 años de socio, iba con mi papá a la redacción para ver si había alguna novedad y después nos íbamos al Belgrano, un cine en el que vi cada película francesa, de esas que ahora ya no se hacen”, recuerda sobre los orígenes de su relación con el cine. También fue importante en este aspecto la periodista María Angélica Maldonado de Luzuriaga, quien, cuando él apenas tenía once años le hacía “refritar” material sobre los filmes que se proyectaban en la Ciudad, algo que recuerda con entusiasmo y emoción.

SU MADRE, TAMBIEN

Claro que con su madre, Florentina Sarah Otero, una farmacéutica “rebelde y liberal” para la época y de quien todavía le sorprenden las cosas atípicas para aquellos tiempos que hacía (como fumar en público o irse al club Regatas con amigas, alquilarse un bote y ponerse a remar), también le fomentó el interés por la pantalla grande. “Yo siempre fui asmático y mi mamá, todos los jueves, me llevaba al Hospital de Clínicas en Buenos Aires. Después de la consulta médica, íbamos a pasear por Florida, dejábamos las compras en una confitería y nos metíamos en el Cine Alemán, que estaba en calle Corrientes al lado de una iglesia. Después volvíamos a buscar los paquetes y regresábamos a La Plata. Ese plan lo repetíamos todas las semanas, por eso vi mucho cine, fundamentalmente europeo”.

Esta infancia ligada al séptimo arte propició la edición de “Cines de La Plata: los lugares, los hombres, las historias”, un proyecto que terminó de cerrar con las enriquecedoras charlas que mantuvo con su fallecido amigo Rodolfo Pascual, además de una propuesta finalmente trunca con Oscar Remaggi, quien en el prólogo de esta edición asegura: “Su enfoque es atractivo. Envuelve la historia de los cines en el devenir histórico de la época, en sus aspectos sociales y políticos refiriéndose, especialmente, a nuestra ciudad reflejada en sus personajes y sus costumbres; y vinculándolas, además, a acontecimientos que le son muy caros y que se refieren a manifestaciones a las que vincula el desarrollo no sólo al cine sino también al varieté, el teatro, el tango y los deportes”.

LOS ORIGENES DEL CINE

Con contundencia, Cendoya asegura en las primeras páginas de su libro que en La Plata, “el 28 de febrero de 1896, a dos meses de la proyección inaugural de los Lumiere, existió una presentación de la novedad en el Teatro Argentino, junto a la actuación de la Real compañía japonesa Akimoto de Harry Fridman”. Sin embargo, y más allá de esta primera actividad cinematográfica, también llamada “vista”, el autor marca que el origen se dio en 1901 con la construcción del primer local específico, en 8 entre 51 y 53, según una iniciativa de Eduardo Bruno Ciocchini, padre del pintor Cleto y del arquitecto “Tito” Roque, destacadas personalidades de la Ciudad.

“Hay que matar el tiempo antes que el tiempo lo mate a uno”

Su investigación, que incluye imágenes como la reliquia del ex Cine Moderno y curiosos datos de color y rarezas, abarca hasta 1930, año en el que en la ciudad la actividad se desarrollaba en salas como el Argentino, Podestá, Del Lago, Moderno, Princesa, Splendid, Colón, Eden Palace, París, Avenida, Sarmiento, Select, América y el Bar San Martín.

Viudo, con tres hijos, siete nietos y un bisnieto, Cendoya disfruta de sus visitas casi diarias a los archivos de la Legislatura, en los que pasa jornadas completas buscando detalles en diarios de época. “Ahí está la historia, en los diarios, no en lo que te contaron”, remarca, entusiasmado con retomar las reuniones de los jueves en el Colegio de Arquitectos, junto a un grupo de investigadores patrimoniales, en cuyos encuentros aporta los datos históricos de la Ciudad.

Esperando tener “hilo en el carretel” para poder editar la segunda parte de “Cines de La Plata”, que irá desde 1931 hasta el presente, además de sus otros dos proyectos sobre las calles locales, Cendoya motiva su rutina con la investigación, el hobby que a los 85 años lo hace seguir en movimiento.

CINES DE LA PLATA: LOS LUGARES, LOS HOMBRES, LAS HISTORIAS
Además de un detalle cronológico de cada una de las salas que nacieron y murieron entre 1895 y 1930 en la Ciudad, Juan Pedro Cendoya complementa su investigación con datos de color y rarezas de la época, como la presencia de importantes figuras del espectáculo en las salas, y hechos sociales, políticos y deportivos que conmovieron al público platense de esos años