Las sagas infinitas

De los años de mayor oscuridad para el cine, emergió la fórmula del renacimiento. Se suponía (todavía se supone) que el siglo XXI traería consigo la muerte del cine en manos de internet, la piratería y el entretenimiento casero.

Y sin embargo, en Argentina y en todo el mundo, tras algunos años de crisis, la taquilla ha vuelto a explotar: Hollywood va camino a tener uno de sus mejores años en cuanto a venta de boletos, superando la marca de 4000 millones de tickets durante la reciente temporada de verano. Y la mayoría de las entradas cortadas provinieron de nuevas entregas de viejas franquicias: lideró “Jurassic World”, y lo siguieron “Vengadores”, “Minions”, “Misión Imposible”, “Ant-Man” y la nueva “Mad Max”.

Las franquicias son la nueva vedette de Hollywood: la meca del cine solía producir una decena de cintas al año por estudio, producciones medianas que acababan y terminaban con una entrega. A lo sumo, el atronador éxito de algunos productos particulares provocó las primeras secuelas y sagas. Pero el modelo del siglo XXI no propone un cambio cuantitativo, sino cualitativo: hoy, el cine comercia en universos, expandibles hacia atrás y hacia adelante, hasta la eternidad. Es el nacimiento de las sagas eternas.

La génesis podría ubicarse en la crisis que atravesó la industria a comienzos del nuevo milenio. Colocar una decena de filmes por año en el mercado, y esperar algún éxito en retorno para recuperar inversiones, dejó de ser una opción para los estudios, que decidieron crear menos películas, pero volcar más presupuesto.

Esa tendencia marcó el inicio de una era donde por año, hay “cintas-evento”, filmes publicitados desde meses antes de su estreno que acaparan la mayoría de las ganancias de la temporada en concepto de entradas. En Argentina, por ejemplo, el 80% de la taquilla fue generada por las diez películas más vistas, empujando al año con la mayor venta de entradas en las últimas tres décadas.

DEL EVENTO AL UNIVERSO

Hollywood siempre ha sido de la idea de que la mejor manera de producir un nuevo éxito, es repitiendo fórmulas exitosas del pasado. Este milenio ha visto una profundización de esa política, con cientas de secuelas y reboots (reinicios de una historia ya contada). De hecho, en 15 años hemos tenido, por ejemplo, dos reboots de “Los Cuatro Fantásticos” y “Spiderman”.

La idea de la industria es prolongar la vida de la gallina de los huevos de oro. Por ello, se desdoblaron por ejemplo los capítulos finales de “Harry Potter” y “Los Juegos del Hambre”. Pero la posibilidad de secuelas, por agotamiento de la trama o de la audiencia, tiene un final.

Y entonces, llegó Marvel para revolucionar la industria: de la linealidad de una saga, que podía contar con un número finito de secuelas y precuelas, la editorial de historietas con un poderoso pie en la industria del cine apostó por pasar a los universos.

La noción es sencilla: olvidar secuencias finitas y reemplazarlas por series infinitas. Un universo ficcional no tiene principio ni final: es simplemente un escenario, con su juego de reglas, que puede producir infinitas historias en una medida de tiempo infinita. Infinitas películas, pero con un agregado: todas transcurren en un universo familiar, donde aparecen y desaparecen personajes familiares (de otras películas del mismo universo) generando un lazo emotivo con el espectador difícil de romper.

UN LAZO EMOTIVO

Quienes miren estos universos desde afuera, claro, pueden llegar a reírse de la noción. Pero lo cierto es que mundos como los propuestos por Marvel, DC, “Star Wars” o J.K. Rowling (quien lanza próximamente un nuevo filme ambientado en Hogwarts) tienen más que una audiencia: tienen seguidores. De hecho, algunos de ellos incluso trabajan para hacer estas películas: tanto J.J. Abrams, director del séptimo episodio de “Star Wars”, como Gareth Edwards, el cineasta que comandará “Rogue One”, el primer spin-off de la misma galaxia muy muy lejana, admitieron sentirse paralizados al estar rodeados por Han Solo o una serie de stormtroopers en sus primeros días en los sets. “Siento que conozco este universo, es como volver a casa, el lugar en que vives tu vida de fantasía”, dice Edwards.

Los universos son más que franquicias: son mundos enteros, que los seguidores incluso se apropian para imaginar sus propias historias. Por lo tanto, la construcción de una película que encaje en ese universo tiene que estar perfectamente en armonía tanto con las historias pasadas, provocando nuevos desafíos en términos narrativos: las películas empiezan en el minuto cero y no terminan en el 120, lo que ha provocado que, lentamente, el guionista solitario, escribiendo una historia, vaya dejando lugar en Hollywood a un modelo más televisivo, con un cuarto de escritores conducidos por un “showrunner” que conoce el pasado y el futuro de la saga, el encargado de tejer personajes y tramas en décadas ficticias de historia hacia atrás y hacia delante.

Este método permite qe la audiencia reciba una dosis estable de su universo preferido anualmente, y a los estudios un ingreso predecible y millonario: Marvel, por ejemplo, planifica realizar dos películas por año, y ya tiene en producción 17 filmes para la próxima década que incluyen nuevos personajes que se insertan en viejas tramas, y, por supuesto, nuevas entregas de viejos personajes. Además, produce cinco shows junto a Netflix.

Marvel Studios es una compañía propiedad de Disney, al igual que, desde 2012, LucasFilms, que tiene los derechos de “Star Wars”: bajo su mando, la saga galáctica pasó de ser una historia lineal, con sus episodios I al VI ordenados cronológicamente, a adecuarse a este nuevo modelo. La mencionada “Rogue One” será la primera cinta que se salga de la linealidad propuesta por George Lucas. Y vendrán, al menos, dos cintas independientes más, además de una veintena de novelas que contarán historias que servirán para enhebrar los treinta años que tienen lugar entre los episodios VI y VII, de próximo estreno.

MODELO COPIADO

Y el resto de los estudios comienza a copiar la fórmula: Fox planea filmes sobre mutantes individuales que se enlacen con su saga de Hombres X, mientras que DC intenta competir con su rival en los comics, planeando una decena de cintas para los próximos cinco años que incluyen, además de a sus figuras principales, Batman y Superman, a personajes marginales del universo como los que protagonizarán “Suicide Squad”.

Mientras tanto, Warner intenta construir un universo en torno a sus mosntruos, Godzilla y King Kong, y Universal hace lo mismo con su universo monstruoso, planificando un origen comun a su bestiario compuesto por Dracula, la Criatura de Frankenstein, la Momia y demás.

Pero, por supuesto, ninguna fórmula es a prueba de balas. El emprendimiento puede fracasar, como ocurrió con los intentos de revivir a “Los Cuatro Fantásticos”, por una cuestión de calidad y falta de riesgos narrativos. O, sencillamente, por un agotamiento del mercado, que puede sentir que cada nueva entrega carece de alma, es solo un producto pensado para lucrar.

“Tenemos que tener cuidado de no inundar el mercado”, explica Marc Evans, ejecutivo de Paramount, que buscará en los próximos años crear un universo convincente para sus robots extraterrestres de “Transformers”, y añade: “Si algo se vuelve habitual, corre el riesgo de parecer mucho menos especial”.