Payasos nómadas

Se consuelan diciendo que las cosas “son como son” y se cobijan en su “corazón sincero”, de payasos tiernos y talentosos. “El Circo del Repique”, desde hace cuatro años, ha hecho fuerte su nombre con un proyecto artístico y pedagógico que busca retornar a los espectáculos infantiles la perspectiva de juego y disfrute estético, algo que parece ir desapareciendo con el avance de las nuevas tecnologías.

Una lágrima corre hoy por sus mejillas, desmaquillándolas con tristeza, “por las impericias de un sistema inmobiliario que no entiende de proyectos culturales ni de infancia” que los lleva a dejar la casa payasa en la que han generado tantas horas de felicidad.

Sin embargo, empujados por la certeza de que su propuesta de grandes espectáculos para chicos es lo que la sociedad de hoy necesita, seguirán llevando su magia a donde los lleve el viento, con un formato “rodante y andante”, para todos los que tengan ganas de volver a ilusionarse. Saben que su sueño, y realidad, no tiene techo y por ese camino andarán.

“Nosotros, fieles napoleones sin batalla, nunca nos iremos de la infancia. Lo dijimos muchas veces y es nuestra verdad. Seguiremos sin casa pero con un circo casero. Seguiremos apostando. Buscaremos la forma que siga existiendo la propuesta de ternura, calidad y diversión que los hizo confiar en nosotros y confiarnos el maravilloso privilegio de ser parte de la infancia de sus hijos”, aseguraron los integrantes de esta compañía conformada por Manija (Juan Pablo Philipp Bault, payaso, productor y diseñador, entre otras cosas), Nardo (Javier De Jesús, payaso y director teatral) y Tina (payasa, creadora musical y literaria).

Por eso, y para dejar atrás una maravillosa etapa y celebrar el inicio de una nueva, “El Circo del Repique” realizará mañana en la puerta de la casa ubicada en 71 Nº 993, entre 14 y 15, un fiestón circense, popular y gratuito. Desde las 15, habrá música en vivo, juegos en ronda, malabares, zancos, recreos payasos, canciones y hasta un gran bailongo familiar, una oportunidad para abrazar bien fuerte a estos artistas del circo y hacerles -nosotros a ellos- sonreír el alma.

Nosotros, fieles napoleones sin batalla, nunca nos iremos de la infancia. Lo dijimos muchas veces y es nuestra verdad. Seguiremos sin casa pero con un circo casero. Seguiremos apostando. Buscaremos la forma que siga existiendo la propuesta de ternura, calidad y diversión que los hizo confiar en nosotros y confiarnos el maravilloso privilegio de ser parte de la infancia de sus hijos

“Siempre quisimos lograr un lugar con una lógica distinta, donde se celebrara la infancia, la risa, el juego y la fiesta familiar. Así lo hicimos. Dejamos el cuerpo y el alma en cada detalle de este proyecto que siempre tuvo como norte retornar la ternura. Logramos construir el mundo que soñamos y compartirlo con miles y miles de personas maravillosas que nos acompañan cada día en cada celebración. Y estamos orgullosos por haber logrado que tantas familias confiaran en nuestro capricho de creer que las cosas pueden ser distintas”, agregaron.

En estos cuatro años, las puertas de su casa se abrieron más de 1300 veces y sus cuatro espectáculos “Pochoclo Concert”, “Click, instantáneas de circo”, “Había un tal vez, un circo casero” y “Chin Chin. La casa es chica pero el corazón es payaso” convocaron a una multitud de espectadores a los que se deslumbraba con un sala multifuncional de circo y con su respectivo coreto en doble altura para musicalizar las actividades en vivo.

Con acrobacia, malabarismo, equilibrio, música, literatura, teatro, plástica y diseño, acompañados por diferentes artistas circenses y músicos según la ocasión (el último año contaron con Mercier Gambier y Marcelina) estos payasos están convencidos de que el circo sigue siendo la puerta de entrada al mundo.

“En contextos donde la tecnología y la socialización han avanzado a escalas inimaginables, esa puerta asume características muy distintas a la de las tradicionales familias cirqueras, al circo criollo y todo su acervo cultural, pero sigue teniendo la capacidad de operar como apertura a través de la puesta en práctica de situaciones de reflexión espontánea sobre la realidad diaria. La empatía con la posibilidad de error, con la existencia de diferencias, ponen sobre relieve la crítica a la intolerancia. La exacerbación de los horizontes posibles pone sobre relieve la pérdida de la actitud creativa y libre frente a las decisiones propias. La risa pone sobre relieve la autocrítica en su máxima expresión. Y en el circo esas variables son la única realidad”.

Como las campanadas más alegres, el arte circense de su circo seguirá repicando ahora en un proyecto payaso nómada con el que seguirán desparramando sus semillas por toda la Ciudad. Por miles y miles de repiques más.

María Virginia Bruno