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La longeva actriz falleció a los 101 años tras una destacadísima carrera
Amelia Bence, una gloria del cine argentino de la década del 40, que participó en medio centenar de filmes, radionovelas, telenovelas y numerosas puestas teatrales, murió ayer a los 101 años en Buenos Aires.
Bence ocupó la pléyade de grandes artistas del cine, del teatro y la televisión, como lo fueron en su tiempo Mecha Ortiz, Zully Moreno y Mirtha Legrand.
Nacida el 13 de noviembre de 1914 en Buenos Aires, como María Amelia Batvinik, integró de niña el Teatro Municipal Infantil Lavardén, donde conoció a Alfonsina Storni, y, ya adolescente, impulsada por las hermanas Berta y Paulina Singerman, ingresó al Conservatorio Nacional de Música y Declamación.
A los 13 años participó de “Wunder Bar”, junto a los hermanos Enrique y Armando Discépolo y revistó luego en los elencos de comedias musicales del Teatro Odeón, que dirigía Enrique Susini, de donde pasó a los elencos de Luis Arata, Florencio Parravicini, Francisco Petrone y Mecha Ortiz.
Después de algún papel menor en el incipiente cine sonoro, en “Dancing” por ejemplo, de 1933, fue Luis Saslavsky quien vislumbró su potencial inventó para ella un papel en “La fuga” (1937),
Domingo Di Núbila la ubicó entre las actrices de estilo “netamente cinematográfico”, entendiendo como tal el adoptado por aquellos intérpretes que “conscientes de la cercanía de la cámara -la cual magnifica los gestos y los menores detalles- llevan la contención al máximo y se valen para expresarse de sus propias fuerzas interiores proyectadas y graduadas esencialmente por los ojos”.
“Estos intérpretes -agregó Di Núbila al referirse a ella- tienen también noción exacta del tiempo que debe durar un gesto, una inflexión, un matiz, etc. Y la simbiosis de esas dos facultades crea una suerte de reacción cámara-actor que llega a los espectadores natural, depurada, sin ningún atisbo de artificiosidad, casi como si no fuese una representación”.
De esa capacidad suya para el matiz, para el pequeño gesto, para sugerir estados de ánimo con solo una mirada, se valdrá Leopoldo Torres Ríos, al realizar su poema intimista “La vuelta al nido” (1938), donde Bence apareció junto a otra gloria, José Gola, con quien poro después, dirigida por Alberto de Zavalía, apareció en “Los caranchos de La Florida”, según el relato de Benito Lynch.
En 1941, Carlos Borcosque acentuó la sugerente personalidad de Bence, en magistral contrapunto con Elsa O’Connor para dar verosimilitud a los hechos de “La casa de los cuervos”, el mismo año en que integró el elenco de “Novios para las muchachas”, junto a Mirtha y Silvia Legrand.
Al año siguiente, y para Antonio Momplet interpretó a Sor Juana de los Angeles “En el viejo Buenos Aires” y fue convocada para ser la protagonista femenina de “La guerra gaucha”, de Lucas Demare, junto a Francisco Petrone, Sebastián Chiola y Angel Magaña.
Un año más tarde, Pierre Chenal la llamó para encarnar una Julia Yañez en “Todo un hombre”, junto a Francisco Petrone, según el relato del español Miguel de Unamuno, junto a Francisco Petrone y fue Luis Saslavsky quien, conociendo el oficio como pocos la hizo protagonista de “Los ojos más lindos del mundo”.
Sin embargo, fue Daniel Tinayre quien la llevó al punto culminante de su capacidad interpretativa en dos filmes, “A sangre fría” (1947), que le reportó un premio como mejor actriz de la temporada de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y “Danza del fuego” (1949).
Su carrera se extendió con numerosos premios a lo largo de las siguientes décadas por su labor en cine, aunque también tuvo un recordado paso por la pantalla chica con “Romina”, “Bianca”, “Las 24 horas”, “Esos que dicen amarse”, y más recientemnente en la telecomedia “Son o se hacen” (1997), dirigida por Diego Kaplan, con Julieta Ortega y Rodrigo de la Serna y en el humorístico “No hay dos sin tres”, con Pablo Granados y Pachu Peña.
Estuvo casada tres veces, con el actor Alberto Closas, entre 1950 y 1957; con Carlos «Charly» Paz, a principios de la década del 80; y brevemente con el actor y director Osvaldo Cattone, que la dirigió en “Doña Rosita, la soltera”, de Federico García Lorca. Sus restos fueron velados ayer en el Teatro Nacional Cervantes.
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