Un huracán que no deja de girar

María Virginia Bruno

El televisor, por aquel entonces, no se movía de ATC. Ver la transmisión de Cosquín, en vivo y en directo desde la plaza Próspero Molina, era la única opción para la abuela Inelda en aquel enero caluroso de 1996. No así para su nieta que, a los doce años, hubiera preferido mirar alguna producción de Cris Morena. Sin embargo hubo algo, alguien para más precisión, que por unos minutos las cautivó de la misma manera. Era una niña desfachatada, con alpargatas, bombachas de gaucho, chaleco marrón y un poncho blanco y negro colgado del cuello. “Se llama simplemente Soledad”, la presentó el histórico Julio Mahárbiz y le deseó suerte. Ella entró pidiendo “palmitas” y sorprendió con su vozarrón entonando la zamba “Salteñita de los Valles”, enganchada con la alegre “A Don Ata”, chacarera con la que instaló su clásico revoleo del poncho. Al otro día, los medios ya la habían bautizado como el “huracán de Arequito”.

A casi veinte años de aquella presentación consagratoria, Soledad Pastorutti (34) ya no es una niña sino una mujer, madre, que ha desarrollado una exitosa carrera artística que la ha posicionado como una de las cantantes, intérpretes y compositoras más respetadas del país. Con el folclore como bandera, un género al que con el tiempo se animó a aproximarse desde otros lugares, sigue girando la rueda en la búsqueda de nuevas expresiones.

FOLCLORE Y MAS

“Yo sé que el folclore puro propiamente dicho también pasó por mí, y siento que a eso puedo volver y hacerlo cuantas veces quiera y en el momento que quiera. Lo que no se puede hacer es dejar pasar el tiempo para seguir intentando nuevos caminos. A mí me gustan las fusiones, obviamente, las que estén bien hechas, y creo que no se puede dejar de aprovechar la oportunidad que nos da la música y su libertad para jugar a convertirnos en otras cosas”, aseguró la artista, en relación al perfil que con el tiempo fue tallando entre la diversidad de ritmos latinoamericanos, con pinceladas melódicas y pop, algo que los tradicionalistas más intransigentes no le perdonaron.

A cuatro años de su última producción solista, y después de haber lanzado “Raíz” junto a Lila Downs y Niña Pastori (con el que ganaron el Grammy), La Sole acaba de editar “Vivir es hoy”, un puñado de 16 canciones personales e inéditas en las que brillan las colaboraciones internacionales de artistas como Carlos Santana, Zezé Di Camargo y Carlos Vives, y que cuenta además con una perlita, “Eres”, dedicada a sus dos hijas, Antonia (4) y Regina (2).

En diálogo con EL DIA, a propósito de la presentación oficial de su nuevo disco el próximo 8 de mayo en el Coliseo Podestá, Soledad se refirió a su carrera artística y cómo la combina con la maternidad, contó cómo vive su relación de hermandad con su co-equiper “La Nati”, y habló de la incursión política de su padre, Omar. También reveló algunas de sus inseguridades y realizó un balance de estas dos décadas de éxitos en las que, reconoció, no se permitió nunca dejar de soñar.

-¿Le hacés honor al disco y elegís vivir el hoy?

-Yo soy muy de vivir el hoy. Obviamente, siempre digo que es necesario conocer el pasado para comprender el presente pero también es importante no dejar pasar este momento. El aquí y ahora hay que disfrutarlo. Lo que pasó, pasó y lo que está por venir, vendrá, o no. A veces vivimos tan rápido y valoramos tan poco las pequeñas cosas que es bueno parar un poco y empezar a tomar conciencia de lo que pasa en este momento.

-¿Ser madre te ayudó a ver las cosas de otra manera?

-Sin dudas. Uno tiene como un poco más claro ciertos panoramas, incluso hasta las propias limitaciones. Creo que cambian las prioridades y con eso también llegan los suspiros que la vida nos regala, pero creo que con los hijos son mucho más fuertes y profundos. Me parece que para mí fue súper positivo haber formado una familia con mi marido, es lo más importante que pude construir en esta vida. El resto está buenísimo que ocurra y lo defiendo y lo veo muy importante pero si no está bien lo otro es como que lo demás no podría ser.

-¿Y cómo hacés para combinar esta faceta personal con una carrera artística que te demanda girar por el país todo el tiempo?

-Y es bastante complejo (risas). De todas formas, me gusta mucho trabajar, me hace feliz y trato de hacer como una especie de equilibrio en todo. Hay que aguantar.

-¿Te llevás a las nenas con vos?

-Dependiendo de las distancias y comodidades las llevo. Creo que es importante y me parece que es menos malo estar cerca que a veces intentar evitarles ciertas cosas que, en definitiva, son parte de la vida misma. Está bueno protegerlas de un montón de cosas pero siento que ellas tienen que saber a qué me dedico, qué es lo que hago, el porqué me voy de casa. Me parece que es mucho más sano así.

-¿Pensás en tener otro bebé?

-La idea de tener otro no me disgusta. Si supiera que viene varón te digo ya que sí (risas). No porque no me gusten las nenas, que son la razón de mi vida hoy por hoy, pero tendría que replantearme vivir de otra manera porque trabajo mucho y me gustaría estar más tiempo en mi casa.

-¿Sos tan unida con Nati, tu hermana, como se te ve en el escenario?

-¡Quizás más! Pero no al punto de empalagarnos. Somos un equipo: Yo la que piensa las ideas y ella las que las ejecuta. Siento que Nati es una de las personas que más me cuida y la que más me ha cuidado durante estos años. Si yo le pregunto algo, sé que su palabra va a ser sincera y hasta te diría justa. Es mucho más concreta par hacer y responder que yo, quizás más tímida, pero cuando te tiene que decir algo, te lo dice. Eso me ayuda mucho porque yo soy de dudar en muchos aspectos.

-¿Y qué opinás de la candidatura a diputado de tu papá por la provincia de Santa Fe?

-Mi papá siempre fue un tipo muy inquieto, estuvo militando desde antes que yo sea La Sole. Me alegra que pueda cumplir su sueño. Somos padre e hija, más allá de las ideologías políticas que pueden ser diferentes. Las cosas obviamente se mezclan pero es algo que yo no puedo evitar y que indefectiblemente sucede. Lo que yo sé es que soy cantante, me dedico a esto, es lo que sé hacer, y y quiero hacerlo bien.

-¿Sos muy exigente con vos?

-Yo creo que soy mi crítica más feroz. Hay veces que, si me bajo de un escenario y siento que hubo cosas que no estuvieron bien, necesito que pasen unos días hasta volver a verme porque, además de que no me gustaron, me tiran para abajo. Soy siempre de ver el vaso medio vacío. Es una característica personal que en algún punto es positiva porque me ayuda a crecer y a superarme, y en otro punto hace que yo misma hable de mí como si no hubiera logrado todo lo que logré.

-¿Te cuesta reconocerte como una persona exitosa?

-Me cuesta bastante, sí. Tengo que salir de mi lugar, verme como me ve otra gente, y quizás termino repitiendo lo que dice otra gente más que lo que yo pienso realmente de mí, que a veces no es tan bueno (risas).

-Sin embargo, hiciste de La Sole una marca registrada...

-Yo creo que el balance es súper positivo, más allá de ser exigente conmigo y de las cosas que puedo mejorar. A los 34 años me encuentro en un lugar muy cómodo, con una carrera muy sólida, de mucha popularidad. Pude sostenerme durante todos estos años y crecer artísticamente porque yo no me consideraba un artista en aquellos primeros pasos. Y también me gané el reconocimiento y el cariño de la gente, algo que es impagable. El ABC se cumple perfectamente.

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En el tintero, Soledad tiene objetivos y sueños por cumplir (como casi todas las personas): “Algunos quizás nunca se cumplan pero es importante proponérselos y tratar de ir más allá. Yo creo que todavía la búsqueda artística no termina y que se puede innovar y generar cosas nuevas. Lo que tendrá que ser será y lo que no, no. Pero no me voy a quedar cruzada de brazos esperando a que las cosas ocurran solas”. Al fin y al cabo, como dice la abuela Inelda, citando a Guarany, uno de los grandes referentes de La Sole, “Caballo que no galopa, va derecho al pisadero”.