Acoso y obsesión, una historia enfermiza que terminó en tragedia

En medio de la ola de femicidios que se viene registrando en los últimos años, pareció ser en principio un caso más: un hombre y una mujer se encuentran en una pizzería de Buenos Aires y tienen una discusión sentimental; cuando ella intenta dejarlo, él se levanta y la apuñala; luego trata de suicidarse. El episodio ocurrió el sábado a la tarde en el barrio de Caballito. Pero ayer se supo que el asesino y la víctima nunca habían sido pareja: él simplemente estaba obsesionado con ella desde hacía treinta años y en los últimos meses no la dejaba en paz.

El caso, que ha pasado a conocerse como “el femicidio de Caballito”, involucra a Alejandro Bajeneta, un taxista de 52 años, y a Gabriela Parra, una abogada de 49 años que acababa de separarse.

Según los investigadores, la ruptura marital de ella habría sido el factor que desencadenó el hostigamiento de su antiguo pretendiente, quien hasta anoche agonizaba en el Hospital Durand.

Mientras las organizaciones por los derechos de género llaman a abstenerse de describir a este tipo de crímenes como producto de una relación amorosa o pasional, psicólogos y psiquiatras intentan explicar los mecanismos que llevan a alguien a convertir el amor platónico en una trágica obsesión. Y es que, aunque se trata de una conducta poco frecuente, resaltan, no deja de ser parte de una realidad.

OBJETO DE UNA OBSESIoN

Para el psicólogo Fabio Lacolla, autor del libro “Amores tóxicos: Reflexiones sobre el uso indebido del amor”, el femicidio de Caballito configura “el desenlace trágico de una obsesión añeja que devino en fantasía delirante”.

“El amor platónico a veces viene a llenar un vacío y eso puede tornarse en una obsesión. Aparentemente este hombre pasó muchos años esperándola con la idea de que en algún momento iba a ser suya. Pero además se advierte en él una fantasía delirante que lo llevó a hacer lo que hizo, la fantasía de pensar que ella de algún modo le pertenecía y que si no estaba con él era sólo porque estaba con alguien más”, explica.

De ahí que “al enterarse de que ella se había separado de su marido, no pudiera aceptar su rechazo: iba a ser de él o de nadie; ´si no hay amor que no haya nada`. Esa parece haber sido la lógica que se instaló en él y lo llevó a actuar como actuó”, comenta el psicólogo.

Sin relación previa podría pensarse en un cuadro de erotomanía, trastorno que lleva a sostener una fantasía delirante

Por otra parte, “el hecho de pensar que ella le pertenecía habla también de que, para él, ella no era una persona sino un fetiche, un objeto -agrega Lacolla-; y como tal, el sentimiento que lo unía a ella no era de afecto sino de posesión. Por eso es que pudo actuar como lo hizo: incapaz de verla como una persona, no reprimió sus impulsos de destruirla, y la apuñaló”.

Para el psiquiatra Manuel Suárez Richards, en tanto, consultor de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata y coautor de un trabajo sobre celotipía, el caso, tal como se conoce hasta el momento, no parece ajustarse a un cuadro convencional.

ENAMORAMIENTOS PATOLOGICOS

Y es que “si bien existe el enamoramiento patológico, que lleva a una persona a tener conductas persecutorias hacia otra para que nadie se le acerque más que él, ese tipo de cuadro, que se conoce como celotipía, se da cuando ha existido previamente una relación sentimental. Sin una relación previa, es algo muy raro”, explica el médico.

“No habiendo una relación sentimental previa podría pensarse en un cuadro de erotomanía; que es un trastorno que lleva a una persona a sostener la fantasía delirante de que alguien famoso o prestigioso está enamorado de él; lo que tampoco sería el caso ya que entre el agresor y la víctima existía una situación de paridad”.