Aseguran que es posible dejar de fumar sin aumentar de peso

El temor a engordar suele ser un pretexto frecuente para no dejar el cigarrillo; pero hacerlo sin aumentar de peso no sólo es posible con el cambio de ciertas conductas sino que además resulta lo más deseable para la salud, aseguran especialistas en cesación tabáquica en al conmemorarse hoy el Día Mundial sin Tabaco.

“El miedo a engordar se pone de manifiesto en prácticamente la totalidad de las consultas de los pacientes que se acercan para dejar de fumar, salvo en personas extremadamente delgadas o de mucha edad”, reconoce el médico de familia Guillermo Espinosa, coordinador del Grupo Antitabaco del Hospital Italiano, quien reconoce que ese temor no deja de tener cierta base de realidad.

Ocurre que “la nicotina es un anorexígeno; o sea, una sustancia que genera falta de apetito. Pero además, a excepción del tabaco puro, todos los cigarrillos presentan aditivos a base de cacao o vainilla para mejorar el aroma y el sabor, lo que puede aumentar el deseo por lo dulce cuando se deja de fumar”, explica el especialista.

“Cuando una persona aumenta considerablemente de peso al dejar de fumar, está cambiando un factor de riesgo por otro”

“Por otro lado, cada vez que una persona enciende un cigarrillo su frecuencia cardíaca aumenta entre 10 y 15 latidos de base, como también aumenta su presión arterial porque es un vasoconstrictor. De esta forma cada cigarrillo genera un esfuerzo físico, un incremento de la actividad metabólica, lo que hace que algunas personas que dejan de fumar engorden aún sin comer más de lo habitual”, comenta Espinosa.

Pero lo cierto es que el temor a aumentar de peso suele ser también una excusa fácil para no tomar la decisión. “La persona que está decidida avanza igual”, señala el cardiólogo Hernán Dreycopp, miembro del equipo Chau Pucho de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec).

Lo que hay que saber es que “existe una batería de recursos que no sólo evitan que se engorde durante el proceso, sino que incluso pueden ayudar a adelgazar”, lo cual resulta lo deseable, ya que “cuando una persona aumenta considerablemente de peso al dejar de fumar, está cambiando un factor de riesgo por otro”, comenta Dreycopp.

Quienes han intentado dejar esta adicción saben que las primeras semanas son críticas, ya que en ese período “el cuerpo padece la abstinencia de la nicotina, lo que puede producir irritabilidad, cefaleas e insomnio. Y es que “hay una gratificación o recompensa que generaba el cigarrillo que la persona ya no tiene; también hay un saciamiento de la ansiedad de llevarse algo a la boca. Y es aquí donde es necesario apuntalar al paciente”, dice Espinosa, quien asegura que “hay numerosos tips basados en la alimentación y la actividad física que pueden ayudar”.

Entre esas estrategias, Espinosa recomienda “picotear”. “En lugar de comprarse galletitas uno puede consumir semillas de girasol, de zapallo o frutas como la mandarina. Lo mejor es comprar de a 100 gramos y no llevarse más de una unidad a la boca por vez”.

“Existen momentos clave como después de comer o al tomar un café, donde la tentación de prender un cigarrillo suele ser mayor. “Para no fumar en ese instante se pueden realizar algunas acciones como salir a caminar o cepillarse los dientes”, sugiere por su parte Dreycopp.

“También existen casos, sobre todo en las primeras semanas, donde se pueden utilizar parches o caramelos de nicotina para paliar la abstinencia suministrando la sustancia en dosis baja y controlada”, comenta el neumonólogo Ricardo Olmo, de la Fundación Cidea (Centro de Investigación de Enfermedades Alérgicas y Respiratorias).

“Lo ideal es acompañar el proceso de dejar de fumar con actividad física -agrega Olmo-. En el caso de personas desentrenadas, lo recomendable es que comiencen al menos a salir a caminar”.

El consumo de tabaco es la mayor causa mundial de morbimortalidad y principal causa de muertes prevenibles. Se encuentra asociado con la mortalidad de más de 6 millones de personas al año, de las cuales más de 600.000 son no fumadores que mueren por respirar humo ajeno, disminuyendo en promedio 10 años de vida.

“El tabaquismo causa el 71 por ciento de las muertes por cáncer de pulmón, el 42 por ciento de las enfermedades respiratorias crónicas y un 10 por ciento de las enfermedades cardiovasculares”, informó Adriana Angel, de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).

EN DESCENSO

La Tercera Encuesta de Factores de Riesgo que realizó en 2013 el ministerio de Salud de la Nación, muestra que el consumo de tabaco se encuentra en permanente descenso. En 2005 fumaba el 29,7% de la población adulta, y en 2013 esa proporción bajó al 25,1%.

“El último logro desde el punto de vista sanitario es el aumento del 53% en el precio final del cigarrillo a partir de la suba del impuesto fijo al tabaco. Esta medida contribuye a reducir el consumo: más personas dejan de fumar o fuman menos, se desalienta el inicio y, por ende, se mejora la salud de la población y se salvan vidas. Según un informe reciente del IEC, con este aumento se evitarían 2.500 muertes por año, 4,500 infartos, 1.500 accidentes cerebrovasculares y 1.100 casos de cáncer. Además, Argentina deja de tener los cigarrillos más baratos de Latinoamérica, para ponerse en el nivel de los países vecinos”, señala Marta Angueira, la Coordinadora del Programa Nacional de Control del Tabaco.

“Sin embargo, aún restan desafíos por enfrentar. En un país federal como el nuestro, la gran disparidad de leyes en las provincias, hace que no todos los argentinos estén protegidos frente al tabaquismo activo y pasivo. Resulta fundamental fortalecer las distintas legislaciones para que los habitantes de todas las jurisdicciones tengan la misma posibilidad de ejercer su derecho a respirar aire libre de humo de tabaco”, asegura la funcionaria del ministerio de Salud.