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Información General |juntos pero separados

Cada vez más parejas eligen vivir en casas separadas “para que dure el amor”

El desencantamiento de la convivencia lleva a buscar nuevos modelos de relación

Por AGUSTINA MUSSIO

3 de Marzo de 2015 | 22:34

Valoran contar con un espacio propio, donde puedan vivir según sus propias reglas y recluirse las veces que quieran. Disfrutan de encontrarse con sus parejas, y compartir la cama las veces que tengan ganas. Suelen pensar que la rutina y el trato diario obligado desgastan la relación, y por eso deciden vivir separados.

Es una de las últimas tendencias a nivel mundial en cuestiones de pareja. Se los conoce como L.A.T. (“Living Apart Together”), que significaría algo así como estar juntos pero viviendo separados.

El fenómeno viene creciendo año a año. Y aunque en cada caso se puede encontrar una historia personal que enmarca la decisión de “no convivencia”, en general quienes optan por este modelo de relación muestran un desencanto -que puede basarse tanto en la experiencia propia como en la ajena- ante la vida en pareja.

“Vivir separados es la fórmula de nuestro éxito. Pensamos que la convivencia va desgastando la pareja. Elegimos los momentos en que queremos estar juntos y podemos prepararlos de manera especial”

 

Con un divorcio en su haber, Antonio Talerico (52) es un convencido de que el trato diario obligado y la negociación continua de las cuestiones domésticas desgastan la relación. Hace cinco años está en pareja con Nelly (45) pero ni piensa en la posibilidad de una nueva convivencia. “Creo que si viviéramos juntos ya estaríamos peleados”, dice el sociólogo. Antonio tiene dos hijos de su anterior matrimonio y Nelly cuatro de su ex marido. Se visitan y duermen juntos cuando tienen ganas.

Los deseos personales, la independencia, la sensación de libertad y las comodidades que traería contar con un espacio propio serían algunos de los aspectos más valorados por quienes eligen este modelo de relación. Como también la idea de elegir los momentos de encuentro con la pareja.

“Antes los hombres y las mujeres salían de la casa paterna para casarse. Ahora la mayoría busca independizarse para vivir solos”, dice la psicóloga Susana Machado García, y agrega: “Ese espacio fomenta el autoconocimiento y el crecimiento personal. El tema se da cuando se acostumbran a la soledad y no logran sortear o no quieren enfrentar los obstáculos que plantea la convivencia”.

Para el psicólogo Leopoldo Mancinelli el modelo de relación de “camas separadas” se desprende de las características personales que se promueven en esta época: “Con el advenimiento de la subjetividad, el hábito de la reflexión y el autoexámen, el interés deja de centrarse en la pareja, la familia o la comunidad para colocar el eje en sí mismos”, dice Mancinelli, y plantea que las preocupaciones mudaron de objetivo: “Ahora se pone el acento en las necesidades individuales y en los derechos propios de las personas”.

BENEFICIOS

Entre los beneficios de vivir separados las parejas suelen destacar el tener más temas de conversación y contar con más tiempo para hacer actividades que al otro no le gustan, como mirar determinado programa de televisión.

“Vivir separados es la formula de nuestro éxito. Pensamos que la convivencia va desgastando la pareja. Elegimos los momentos en que queremos estar juntos y podemos prepararlos de manera especial”, dice Mariana Álvarez (30), que hace cinco años está en pareja con Rodrigo (39).

“Creemos que después de un tiempo de convivencia esos momentos pasan sin poder diferenciar si son por elección o por costumbre”, argumenta Mariana y cuenta que para ellos dormir juntos tiene un valor especial: “Sabemos que los días en que lo hacemos son por elección y no por la rutina de compartir la casa”.

Entre las razones que encuentra la pareja para la no convivencia también ocupa un lugar importante el “preservar las características individuales de cada uno, sin que interfieran negativamente en la relación”.

Aunque Mariana y Rodrigo no conviven cuentan que comparten mucho tiempo, y en vacaciones viajan juntos. “Disfrutamos el uno del otro y también de nuestros espacios individuales”, dice Mariana.

“Hasta hace un par de años, las parejas con ‘cama afuera’ estaban constituidas por personas que venían de un fracaso matrimonial y estaban escaldadas por el drama de la separación. En estos tiempos, hasta las parejas primerizas tienden a formar vínculos de no convivencia, porque entienden que es la única manera de seguir manteniendo su identidad personal, sin necesidad de defenderla cada día a capa y espada”, dice Mancinelli.

El advenimiento de este fenómeno puede interpretarse de la mano con otro que también creció en los últimos años: las parejas conocidas como Dinky, que significa “double-income, no kids” (doble ingreso sin hijos). El término designa a aquellos que pese a mantener una relación estable, deciden posponer la paternidad de forma indefinida o renuncian a ella definitivamente.

En los ‘90, en el libro “Solas”, la escritora española Carmen Alborch utilizó el término “neosolteros” para describir a los profesionales que gozan de un buen pasar económico que les permite viajar, comer afuera, ir al cine y al teatro, entre otros gustos, y que disfrutan de su soltería, y no priorizan la vida en pareja ni el casamiento.

Estas características personales, que rompen con el mandato de una familia tradicional, también suelen encontrarse en quienes forman parejas LAT o Dinky.

“En estos tiempos, hasta las parejas primerizas tienden a formar vínculos de no convivencia, porque entienden que es la única manera de seguir manteniendo su identidad personal, sin necesidad de defenderla cada día a capa y espada”

 

Marisol Ambrosetti (40) y Andrés Lavaselli (42) estuvieron en pareja 12 años, sin convivencia. Uno de los motivos era que ella no quería exponer a la hija que tuvo con su ex marido, pero también habían otras cuestiones de fondo: “Los dos teníamos un poco de fobia a la convivencia, creíamos que desgastaba la relación. Además funcionábamos bien así, y pasábamos la mitad de la semana durmiendo juntos”, dice Marisol.

El año pasado ella empezó a refaccionar su casa y se mudó con su hija a lo de Andrés: “La idea era que sea algo temporal, pero nos dimos cuenta que estaba bueno la convivencia. Nos resultó más fácil de lo que habíamos imaginado”, dice Marisol. Aunque piensan seguir conviviendo no alquilará ni venderá su casa: “Nos instalaremos en una u otra según nos convenga”, cuenta, y luego agrega: “Es increíble pero todavía existe una presión social sobre el tema. Yo creo que cada pareja tiene derecho a funcionar como quiera”.

Mancinelli sostiene que las nuevas formas de organización de las parejas puede entenderse a partir de los cambios sociales: “La vida en familia se ve sacudida por permanentes cuestionamientos. Ahora ningún movimiento o decisión hogareña puede quedar alejado de la necesidad de discusión y consenso. Así surge la pareja ‘cama afuera’: dos personas que prefieren desembarazase de los infinitos conflictos de la convivencia”.

Para algunos la fórmula de casas separadas se convierte en una solución que les permite continuar con la relación: una pareja de arriba de 50 -no quisieron revelar la identidad- después de décadas de matrimonio decidieron separarse porque en los últimos años mantuvieron una muy mala relación. Ahora mejoraron el trato: hablan a diario y los fines de semana duermen juntos; de lunes a viernes, separados.

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