Calles ingratas, sin desnudos ni verduras

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Hay que mejorar el nivel de atracciones que ofrecen nuestras calles. Es un deber municipal y una demanda del vecindario. Las ciudades se armaron desde allí. Los fundadores, tan apegados a la regla y la escuadra, dibujaron este paisaje imaginando la vida de sus arterias. Y las calles crecieron en ánimo y altura a medida que el hombre las fue ocupando con sus sueños. Hoy el habitante se ha convertido en peatón, con toda la degradación que supone este nuevo rango. Y cuesta amoldarse al rumbo de una Ciudad que no deja colectivo sin fastidiar. Si desplazarse en auto es problemático, lo de andar a pie, que alguna vez fue un paseo, es una batalla contra empujones, cortes y veredas rotas. Por eso envidiamos el programa de atracciones y regalos que, para alegría del peatón, ha montado el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Hace unas semanas salieron los tamberos a obsequiar leches y quejas. Un vasito y una arenga. Antes de tener que dárselo todo a las usinas lácteas, decían, hagamos caridad con la clientela. Después de los tamberos, llegaron los verduleros con sus regalos. También fueron repartos enojados, pero regalos al fin. Y hubo papas y naranjas gratuitas para felicidad de hogares con ensaladeras hambrientas que fueron a buscar allí lo que el verdulero de la cuadra les cobra cada vez más. Y a los dos días arribaron más obsequios a esas calles. Fabricantes regalaron cuadernos a una multitud que escribe poco y lee nada. Y hubo sonrisas en los rostros de esas madres a las que les cuesta tanto llenar la mochila como la alacena. Tres días después desfilaron unas señoritas desnudas. ¿Alegoría de la realidad económica de estos días? Ellas en una sola pasada reivindicaron anatomía, libertad y tolerancia, una arenga con más tetas que discurso. No fue en vano. Más de un papi aprendió que hay otras cosas para mirar más allá de la pantalla del celular. Y más de una veterana curiosa pidió hacer valer el cupo también en estos casos. Las señoritas ofrecieron sus pechos altaneros a una peatonal que, al menos una vez, le devolvió a las calles un sentido perdido, cuando aspirábamos a encontrar allí, algún hallazgo fortuito que nos llevara un poco más lejos.

Hay tantas cosas que irritan y abruman, que a cualquier desnudo en la ciudad le sobran argumentos. Hacerlas pasear por la 5l sería un adelanto a cambio del futuro revalúo, un tributo a los encantos autóctonos...”

Yo creo que nuestro intendente, tan preocupado por ladrones y morosos, debería evaluar esta tendencia porteña. Es hora de empezar a tocar timbre en tambos y quintas. Y de enseñarles a las chicas del Pro a explotar mejor los globos del macrismo. En la zona hay gauchos enojados que seguramente podrán repartir leche por calle 7. Estaría bueno recibirlos a la hora del café, para poder darle al cortado de todos los días un poco de militancia, que nunca viene mal. Y después, quizá el Concejo pueda organizar una gran regalada de chacareros, tan visitados, pobres, por los atracadores. Si los bolivianos deciden sustraerles a los ladrones parte de futuros botines, los platenses tomarán nota de que en las esquinas, además de motochorros y bocinas, se puede encontrar algo gratis para llevar a las gravosas mesas de estos días. Y, aunque lo de los cuadernos no se haga, porque a los libreros no les sobra nada, sería bueno que desde el gabinete municipal alguien arbitre la manera de que media docena de señoritas bien distribuidas, que saben de hortalizas y regalos, salgan a la calle para protestar desnudas por lo que sea. Total, como decía McLuhan, el mensaje es el medio y lo que vale es el envase y no el contenido. Hay tantas cosas que irritan y abruman, que a cualquier desnudo en la ciudad le sobran argumentos. Hacerlas pasear por la 5l sería un adelanto a cambio del futuro revalúo, un tributo a los encantos autóctonos, un ejemplo del coraje femenino y un servicio de la tesorería municipal para mirones con deudas y atrasos.

¿El gas y la luz no dolerían menos si señoritas de Edelap y Camuzzi, cordiales y desvestidas, llegaran con el nuevo tarifario? Es una variante a considerar”

Ahora que el timbreo ha vuelto, no estaría mal que los ciudadanos le digan a los visitantes que La Plata debería imitar el programa porteño sobre el uso de un espacio público que, por aquí, sólo regala piquetes, estruendos y gomas quemadas. Decirles que ya es hora de que la Muni cada tanto ponga en la esquinas regalos que alegren los ojos o el bolsillo. Y que aunque no haya ni leche ni verdura ni cuadernos, debería apelar a su planta permanente, donde hay ejemplos sublimes, y hacer campaña para que las más dispuestas hagan horas extras con su anatomía y salgan a pedir lo que quieran, porque ellas saben que desnudas tienen más derechos. Sería un modelo entre disfrute y consuelo que quizá sea imitado. ¿El gas y la luz no dolerían menos si señoritas de Edelap y Camuzzi, cordiales y desvestidas, llegaran con el nuevo tarifario? Es una variante a considerar. Porque aunque en la audiencia pública nadie haya planteado algo así, todos sabemos que una mujer desnuda siempre es vinculante.

(*) Periodista y crítico de cine