Carnaval toda la vida

MARISOL AMBROSETTI

Es cierto: no tendremos las escolas do samba brasileñas, ni las murgas montevideanas, ni el brillo y las curvas de las comparsas de Gualeguaychú, pero La Plata no se priva en absoluto del festejo. Son cientos los platenses que durante todo el año preparan sus trajes, sus máscaras, sus redoblantes y ácidas letras para los carnavales que, durante el fin de semana “extra large” que acabamos de iniciar, poblarán las calles de Meridiano V, Tolosa, City Bell y la República de los Niños.

Para algunos, los carnavales duran dos días. Pero para otros, como diría Vicentico, hay “carnaval toda la vida”. Ese es el espíritu que mueve a los cientos de participantes de las murgas y comparsas platenses, para quienes el sonido de redoblantes, bombos y platillos son tan cotidianos como el pan de cada día.

Ejemplo de esta movida es La Gran Puta, una murga “estilo uruguayo” que, a diferencia de lo que marca la tradición (originalmente solo las conformaban varones), está integrada por un grupo variopinto de 15 mujeres de entre 25 y 40 años. Las hay docentes, profesoras de plástica, música, contadoras y hasta abogadas. La mayoría tiene hijos chicos, pero durante todo el año, una vez por semana, los dejan al cuidado de sus maridos, suegras y madres y se hacen un rato para crear sus propio carnaval.

TE CANTO LAS 40

La Gran Puta forma parte de un colectivo de murgas y comparsas que lleva más de una década en La Plata: el Carnaval Itinerante. Ya los han visto sobre el tablado, con sus vistosos trajes, máscaras e instrumentos en los barrios El Mondongo, Los Hornos y Tolosa. Ahora, las murgueras ensayan sin pausa y con pasión para el 5 de marzo, cuando el Carnaval Itinerante invada de canciones, disfraces y voces las calles de La Loma.

“Nos organizamos por fuera de los carnavales oficiales”, explica Ana Julia Pessacq, una de las voces de La Gran Puta para explicar que la movida de la que forma parte no cuenta con ningún auspicio municipal. Todo es autogestión y amor al arte.

El color, la alegría y el desparpajo no son, para los murgueros, un mero divertimento trivial. “El carnaval es para nosotras un momento de lucha, de resistencia, de denuncia, en definitiva, es el momento de cantar las 40”, aseguran las mujeres de La Gran Puta que denuncian a viva voz: “Y si viene el macho y te mata a trompadas/es tu culpa por ser puta regalada/Y cada día se muere tu hermana/se muere tu vieja/ se muere tu amiga/se muere la puta que labura en la esquina”.

Es que la violencia de género, las injusticias sociales y el grito de los oprimidos se expresan en sus composiciones corales. “Aunque parezca mentira componemos entre todas”. Sí, sí, son 15 mujeres que se ponen de acuerdo en lo que quieren decir. La composición colectiva y la ausencia de un director, algo usual en todas las murgas, es su signo distintivo: “Por momentos sí, es caótico, pero a la vez, es lo que vuelve al proceso creativo más enriquecedor y divertido”.

LA MOVIDA MERIDIANA

Nadie sabe a ciencia cierta cómo empezó. Lo cierto es que al restablecerse los feriados de carnaval, allá por 2011, un colectivo de murgas pionero en la ciudad: La Bañadera, comenzó a movilizar a los vecinos de Meridiano V, convertido desde los inicios de este siglo en un verdadero polo gastrónomico y cultural. Hoy, la Asamblea Barrial del barrio confirma en su página de Facebook que la fiesta popular también se hará el lunes y martes de este año.

Desde hace más de un lustro, agitaron la siesta del viejo barrio ferroviario decenas de agrupaciones para los que el carnaval es un estilo de vida y una forma de expresión permanente: Se Armó la Gorda, Fulana de Tal, La Verdulera, Malajunta, La Macanuda, La Gran Puta, todas ellas de estilo uruguayo. También desfilaron por ese barrio las argentinas Divorciados de la mufa, Descarrilados del compás, Tocando fondo, Silbando bajito, y las comparsas de candombe La Minga, Kilombo 14 y Lonjas 932.

Pero en medio de la música y los “profesionales” del carnaval están los vecinos, que llegan a la vieja estación desde todos los barrios platenses muñidos de nieve, bombitas, sifones y baldazos. La vedette es el agua, ese gran símbolo de los carnavales de antaño: el regreso del juego de niños que convertía a los barrios en una verdadera guerra donde las municiones eran las bombitas y el arma más temida, el bombero loco. Los chicos contra las chicas. “Si te moja gusta de vos, me decía mi mamá para consolarme”, cuenta Raquel Miglioranza, que a los 40 recuerda con gracia las palabras de su madre tras verla llorar empapada por el baldazo de un vecino tolosano a sus 10 años. Hoy no se pierde un solo día de carnaval en Meridiano V. Es más, lleva a su marido y a sus dos hijos y disfruta de ser víctima y victimaria del agua.

Es que en el viejo barrio ferroviario no hay respeto ni pido gancho que valga: madres con sus criaturas a upa, jubilados, nenes en cochecito y hasta embarazadas son sometidos a la nieve que sale de los aerosoles y se dirige, con evidente intención, a los ojos, los oídos y las narices. Se suman, bien cargados, los baldazos, las bombitas y no ha faltado el vecino que saca la manguera del jardín a la vereda y apunta sin pudor al que se anime a pasar. Ríos de agua corren por los cuerpos excitados al ritmo de la batucada, y mojan los adoquines del playón que antecede al edificio de la otrora estación provincial. El carnaval, en Meridiano V, es un vale todo húmedo y espumoso, donde cada participante asume sin chistar las consecuencias de animarse a los festejos.

DE DÓNDE SALIÓ

Por lo visto las ganas de celebrar son tan o más antiguas que la injusticia. Un simple googleo sobre los orígenes del carnaval da cuenta de que podrían tener origen en las fiestas bacanales, las celebraciones en honor de Baco, el dios griego del vino. En ellas se bebía sin control en medio de concurridas orgías y sacrificios humanos y animales. A ojos de aquellos griegos los festejos de hoy, son un juego de niños.

Con el paso del tiempo los carnavales pasaron a tener connotaciones religiosas. De hecho, la palabra carnaval proviene de un término latino que significa “quitar la carne”. Hacía referencia a la prohibición cristiana de consumirla durante la cuaresma, los cuarenta días previos a las Pascuas.

El carnaval es tan popular que existe en cientos de países y si bien en cada uno adopta distintas formas de expresión, los unifica la alegría, los disfraces y el clima de fiesta para todos. El más famoso del mundo es, sin duda, el de Brasil. La tradición llegó con los navegantes españoles y portugueses y formó un cóctel explosivo con la cultura afro-brasileña. Hoy, los días del carnaval son “temporada alta” en el país carioca, y el mundo entero viaja para disfrutar la música, los movimientos deslumbrantes de las bailarinas y los excesos del carnaval de Río.

La Plata no tendrá sambódromo, pero tiene decenas de murgas y comparsas que ya están listas para celebrar. Habrá que elegir uno de los puntos de celebración y darse permiso para mojar, ser mojado y bailar hecho sopa al ritmo de la batucada porque, después de todo, “sino hay galope, se nos para el corazón”.