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Información General |unos denuncian crueldad, otros piden legalización

Carreras de galgos, una práctica clandestina que mueve millonarias apuestas en el país

Entidades protectoras denuncian que los animales son maltratados y abandonados cuando ya no pueden correr

Por AGUSTINA MUSSIO

19 de Mayo de 2015 | 02:32

A Lola la usaban para cazar. Es una perra galgo que necesita ser operada. La arrojaron de una camioneta en la ruta 36 porque se quebró una de sus patas delanteras. No fue atendida a tiempo y los huesos soldaron mal. Ahora no puede caminar con normalidad: existe un alto riesgo de que con una pisada la piel se abra y la fractura quede expuesta, según cuentan en Gestión Prodea, la organización protectora de animales que la rescató.

Como le pasó a Lola, la destreza de los galgos termina por convertirse en la condena de varios. Las aptitudes para cazar y para correr, que los destacan entre otras razas, pueden convertirse en fuente de su tormento. Agrupaciones defensoras de los derechos de los animales aseguran que estos perros con frecuencia son explotados, drogados, maltratados y abandonados.

A los perros “les inyectan cocaína líquida, arsénico, viagra, anfetaminas, esteroides y cafeína, entre otras sustancias, para mejorar su rendimiento”

 

“Existen 196 canódromos (pistas para perros) en el país y más de un millón de galgueros (los que cazan o apuestan en carreras de galgos)”, afirma Raúl Maderna, presidente y fundador de la Asociación Galguera Platense, quien pretende legalizar la caza con perros y las carreras, que sólo en la provincia de Buenos Aires estarían moviendo unos 500 millones de pesos en concepto de apuestas, según estimaciones de la organización.

Las carreras de perros están prohibidas por la Ley provincial 12.449, “con excepción de las que se realicen en canódromos habilitados”. El único habilitado en el país funcionó en Villa Gesell, pero hace 18 años está cerrado. También la caza con perros está penada por el artículo 273 del código rural. Sin embargo las dos actividades se practican con regularidad.

“La caza con galgos es cultural. Una costumbre que viene del campo y hay que desterrar”, dice Juan Fancio, director provincial de Fiscalización y Uso Agropecuario de los Recursos Naturales. Este método de captura está prohibido, y se pena con multas a quienes infringen la norma. El monto de la sanción varía según el caso. “La idea es que no se utilicen a los perros como herramienta, y sí como mascota”, argumenta.

Organizaciones protectoras de animales denuncian el maltrato al que -aseguran- son sometidos estos perros. “El galgo empieza a cazar a los siete meses, y tiene dos años de vida útil. Muchos se quiebran las patas delanteras o se lastiman cuando los enfrentan con animales más grandes. Cuando no les sirven más, los galgueros los abandonan, porque no les importa”, dice una representante de la ONG de Berisso Gestión Prodea (Protección y Defensa Animal), y afirma que además de liebres usan a los perros para cazar ciervos y avestruces, entre otras especies.

“Los galgueros no matan para comer. Las presas son trofeos para mostrar la habilidades de su perro”, dice la re presentante de Prodea que pidió no ser identificada con nombre y apellido. Las conclusiones a las que llegan, según cuenta, surgen a partir de investigar las cuentas de Facebook de los galgueros.

De hecho, el pasado 28 de octubre presentaron una denuncia en la comisaría segunda de Berisso contra una cuenta de Facebook donde se muestra, mediante fotografías, cómo fuerzan a dos galgos a copular. El dueño de la hembra decía en la red social que su perra estaba “rota” (quebrada) pero de algo le tenía que servir, por eso la obligaba a reproducirse. El hombre, que se autodefine galguero, viviría en Melchor Romero.

Maderna plantea que a partir de casos puntuales no se puede generalizar y “condenar a todos los galgueros”, y sostiene que existe una “persecución” sobre ellos. “Los que cazan con perros salen sin armas. Y el galgo atrapa a dos de cada diez liebres que persigue. No se puede hablar de una matanza”, dice.

LAS CARRERAS

Sólo en la provincia de Buenos Aires y en Santa Fe las carreras están prohibidas por ley. En el resto del país no existe regulación sobre el tema. La organización Proyecto Galgo Argentina intenta que se prohiba la actividad a nivel nacional.

Inés, que no quiere que se publique su apellido por “cuestiones de seguridad”, argumenta que están contra la explotación de todos los animales y en el caso particular de las carreras de galgos, afirma: “Les inyectan cocaína líquida, arsénico, viagra, anfetaminas, esteroides y cafeína, entre otras sustancias, para mejorar su rendimiento. Para entrenarlos, todos los días los atan a autos o a motos y los obligan a correr o a caminar unos cinco kilómetros. A un solo perro lo hacen correr cinco carreras. Si se lastiman les inyectan algo para que no sientan nada y sigan. Por eso les duran poco”, dice. La agrupación presentó dos denuncias, pero no prosperaron.

“Tampoco los trasladan como es debido. Los meten en baúles de los autos para que no los vean y muchos mueren asfixiados”, dice la representante de Prodea, y agrega: “El perro es un animal de compañía, no un atleta”.

Las organizaciones protectoras de animales consultadas sostienen que cuando los perros no les sirven más para cazar ni para correr, los usan para reproducirse o los abandonan en las rutas.

Para Maderna son acusaciones injustas: “La mayoría de los galgos mueren de viejos en sus casas. De todos los perros abandonados que se ven por las calles, la gran minoría son de esta raza”.

El presidente de la asociación de galgueros -cuenta con 3.000 miembros en todo el país- admite que en algunos casos pueden existir abusos sobre los animales, pero sostiene que esto se debe a la falta de regulación: “Con intervención del Estado se podrían realizar más controles, como los antidoping. El problema es la desregulación y la prohibición porque la gente recurre a la clandestinidad”. En cuanto a las apuestas, plantea que se podrían canalizar por una vía legal, como ocurre con el turf.

Para los proteccionistas de animales es una crueldad que debe prohibirse a nivel nacional.

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