Dime a qué te dedicas y te mediré el riesgo de ser infiel

Hay profesiones y actividades de riesgo, otras que pueden provocar trastornos de salud por el sedentarismo. Hay muchas que obligan a mantener el estado físico, o las que requieren un trabajo intelectual. Hay trabajos noctámbulos y otros que demandas el madrugó. ¿Pero hay ocupaciones que pueden propiciar la infidelidad? Pues sobre ese tópico también hay encuestas. Y con ellas cualquiera puede medir el riesgo de sufrir una traición amorosa. 

Una primera conclusión de ello, con la que coinciden además todos los expertos,  es que las infidelidades se forjan en el lugar de trabajo. ¿Las razones? Por un lado se sacrifica tiempo para compartir la vida con la pareja, y por otro aumentan las posibilidades de que una persona se acabe enamorando de alguien con quien pasa demasiado tiempo. Otra conclusión es que si la pareja es piloto, médico, enfermero o trabaja en la Bolsa el riesgo más alto. 

El sondeo fue realizado por la web Victoria Milan, dedicado a personas casadas que buscan tener aventuras extramaritales. Lo hizo sobre un universo nada despreciable de 5.658 mujeres. Según esta investigación dos de cada tres mujeres que eligen tener una aventura (65 por ciento) tiene líos amorosos en la oficina, ya que se les hace el trabajo más divertido y le pone emoción a las largas y aburridas jornadas laborales. 

A pesar de todo ello, y según la misma fuente, la mayoría de las personas infieles (85 por ciento) no recomendaría tener un romance de oficina. Y eso está vinculado con que una de cada cinco mujeres preguntadas en el estudio teme es ser descubiertas. 

Solo a un 10 por ciento le preocupa que toda la oficina se entere de su affaire, el resto cree que si eso llegara a suceder su carrera profesional no se vería afectada. De hecho, la encuesta mostró que, en general, prima el deseo de vivir el momento sobre la ambición laboral.

El numero fatal

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Tiempo de parar

Puede sonar ridículo, pero otra de las conclusiones indica que si la edad de uno de los integrantes de la pareja termina en 9, es decir está a punto de finalizar una década de su vida, se disparan las probabilidades de una infidelidad. Hay allí un elemento que permite medir el riesgo.

Es así, aseguran, porque cada vez que las personas concluyen una década, consideran que ese es un momento en el que termina un ciclo, se ponen revisionistas y críticos con la vida que llevaron adelante. 

A otros les entra la prisa y creen que es ahora o nunca. Así que si se les presenta una oportunidad es posible que no la dejen pasar. 

Para llegar a tales conclusiones el estudio que se uso es otro. Se analizaron las respuestas de 42.000 adultos de más de 100 países de 29, 39, 49 y 59 años. Está firmado por el profesor Adam Alter, de la Universidad de Nueva York.

Las causas

Actualmente se convive mucho tiempo con los compañeros de la oficina y es probable que surja una conexión especial, un flirteo o una intimidad emocional, lo que detona la infidelidad.

Según María Helena López, psicóloga familiar española, la infidelidad en el trabajo ocurre porque se comparten proyectos comunes y se resuelven problemas conjuntos.  Expertos en relaciones de pareja aseguran que cualquier actividad íntima entre dos personas que produzca una brecha en la confianza en la pareja estable corre riesgo de constituirse en una aventura.

En torno a esto hay un mito que los especialistas buscan derribar: los hombres engañan más que las mujeres. En realidad, las investigaciones demuestran que ellas engañan tanto como los varones. La razón más común es porque se sienten abandonadas en la relación, mientras que  los hombres ven una aventura como algo emocionante en la rutina diaria.

No hay mal que por bien no venga

La buena noticia viene de otro estudio, “‘Intersexual Mate Competition and Breakups: Who Really Wins?”,  que asegura que en caso de que el engañado saldrá ganando a mediano plazo. Su argumento se basa en que quien ha sido sufrido la infidelidad una vez desarrolla habilidades para que no le vuelva a pasar. Y a la vez son capaces de encontrar una relación de calidad, mucho mejor que aquel o aquella que se quedó con quien protagonizó la infidelidad.