El 17% de las parejas que buscan hijo tienen poco sexo

El estudio, dirigido por el doctor Ferran García, ha analizado a 1.255 parejas que acudieron a la consulta de andrología por problemas de esterilidad.

Según ha explicado Ferran García, “los problemas sexuales pueden ser causa o consecuencia de la esterilidad. Podemos encontrar disfunciones sexuales que causen esterilidad, pero también la propia esterilidad y los procesos de reproducción asistida pueden ser causa de disfunciones sexuales”.

“De cualquier forma -ha dicho García- es sorprendente y paradójico que nos encontremos con este alto índice de baja frecuencia coital (una vez a la semana o menos) incluso entre quienes se plantean como objetivo conseguir el embarazo”.

EL ESTRES AFECTA

El estudio destaca que el estrés, el cansancio y las preocupaciones son los factores que mejor explican la ausencia o poca frecuencia de relaciones sexuales en muchas parejas.

Subordinar el sexo a la reproducción y practicarlo a demanda, es decir, limitándolo a los días fértiles, lo convierte en una obligación más, generando estrés y ansiedad, lo que puede provocar en el hombre disfunción eréctil, eyaculación precoz o falta de deseo sexual, subraya el estudio.

La especie humana es la única que puede decidir sobre el uso y sentido de su actividad sexual. Actualmente, con las técnicas de reproducción asistida, los métodos anticonceptivos y el aborto, también puede decidir si desea tener descendencia o no.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la sexualidad humana está influida por factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Del mismo modo, las parejas que padecen infertilidad experimentan una crisis vital en la que se enfrentan a dificultades de tipo biológico, psicológico, social y económico. Con frecuencia, la ética, religiosidad y espiritualidad de las personas que se someten a tratamientos de fertilidad, también se ven alteradas de alguna manera.

Por todo ello, la sexualidad es un aspecto, tanto individual como de pareja, muy vulnerable ante el diagnóstico de infertilidad y como consecuencia de los tratamientos de reproducción.

La sexualidad humana es un concepto complejo integrado por cuatro dimensiones: la reproducción (como posibilidad del ser humano), la identidad (pertenencia a uno u otro sexo), la erótica (relacionada con el placer) y la afectiva (vinculación afectiva entre dos personas).

La sexualidad no es un componente estático en el individuo, sino que está en permanente proceso de transformación a lo largo de toda la vida. Por ello, se modifica en función de los cambios que experimenta la persona.

De esta manera, la infertilidad supone un cambio en la historia vital del individuo y la pareja, un cambio en sus expectativas y en su proyecto de futuro. Frecuentemente, la infertilidad afectará a todos los ámbitos de la vida de la persona que la padece.

Así, el diagnóstico y tratamiento de infertilidad puede transformar el sentido que la persona atribuye a su sexualidad e, incluso, dañar su funcionalidad.

Cuando se busca un embarazo que no llega, el objetivo único de la relación sexual es conseguir dicho embarazo. La presión a la que se sienten sometidos ambos miembros de la pareja asociada a las relaciones sexuales puede hacer disminuir el deseo sexual o producir disfunciones sexuales.

Las relaciones sexuales constituyen una interacción recíproca entre dos personas que las vincula a nivel afectivo y comunicativo. Sin embargo, cuando existen problemas de fertilidad, la relación sexual puede convertirse en un acto mecánico, obligatorio, cuyo único fin es la consecución de un embarazo.

Así, los componentes afectivos y comunicativos de la relación sexual se reducen, afectando negativamente al vínculo afectivo de la pareja debido al malestar emocional que produce este tipo de contactos sexuales.

Del mismo modo, el componente erótico de la relación sexual también se ve afectado ante la infertilidad. La tensión asociada al deseo frustrado de conseguir un embarazo hace que la relación sexual pierda su aspecto placentero. La pareja puede sentir que el no conseguir un embarazo hace que sus relaciones sexuales pierdan el sentido.

Cuando el sexo se dirige solamente a la penetración y a la eyaculación para obtener un embarazo, el placer erótico de la relación queda mermado, prácticamente desaparece.