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Información General |Lucha contra la obesidad

El desafío de bajar y no volver a engordar

Especialistas explican el efecto rebote y señalan los errores más frecuentes que llevan a recuperar los kilos perdidos

4 de Octubre de 2015 | 02:16

Bajar de peso suele ser difícil: implica compromiso, fuerza de voluntad para controlar el deseo y autocontrol para desviar el pensamiento. Cuesta que la aguja de la balanza baje. Y más difícil se vuelve asumir que una vez que eso pase la batalla no habrá terminado, sólo se habrá ganado la primera parte. Después viene lo otro que es tan definitorio como lo primero: mantener el descenso.

“La mayoría de las personas fracasan en los primeros intentos. Uno de los errores más frecuentes es que toman al tratamiento como una dieta, como algo que se realizará durante un período de tiempo, y no como un cambio de hábitos”, cuenta Cristina Billinger, especialista en nutrición y coordinadora del área en el hospital Italiano.

Para Ximena Barcia, miembro de la comisión directiva del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, lo que a veces sucede es que muchos no están preparados: “Bajan de peso pero el cambio no fue radical, sino más bien superficial. Y no pueden sostenerlo. Retoman sus viejos hábitos ante la más mínima situación que los desequilibre”.

“Bajan de peso pero no pueden sostenerlo. Retoman sus viejos hábitos ante la más mínima situación que los desequilibre”

 

“La Obesidad es el síntoma en el cuerpo de algo que el sujeto no puede poner en palabra”, señala la psicóloga María Marta Fernández Guerrini, que trabaja con un equipo de cirugía bariátrica, y plantea que de ahí la importancia de recibir ayuda psicológica para bajar de peso y mantenerlo.

El pensamiento mágico y el efecto rebote

Otro error frecuente, dice Billinger, es el pensamiento mágico: “Muchos se ilusionan con una supuesta inmediatez y se someten a tratamientos de bajas calorías, que no son sanos y suelen ser muy sacrificados. Entonces una vez que les entra el vestido que querían abandonan la dieta y recuperan el peso perdido”.

La especialista explica por qué se da lo que se conoce como el “efecto rebote”: cuenta que esto sucede porque el cuerpo necesita energía para las funciones biológicas, y esa energía se extrae de la comida. Si se empieza a comer menos de lo que el organismo necesita, el sistema de regulación energética interpreta que hay hambruna y baja el gasto calórico. Lo que implica que sigue funcionando con el mínimo gasto de energía. Entonces, cuando se abandona la dieta y se vuelve a comer lo de antes, o más (a causa del período restrictivo), se engorda con mayor facilidad, porque el cuerpo se acostumbró a gastar menos para funcionar.

Es por esto que los especialistas aconsejan respetar las cuatro comidas diarias. Lo que se busca sería mantener un equilibrio de energía dándole al cuerpo alimentos con alto valor nutricional, en porciones reducidas.

La recuperación de peso no sólo se da entre quienes bajan kilos de forma natural. También sucede entre los que recurren a alguna de las opciones quirúrgicas disponibles para reducir el estómago.

En Argentina se hacen unas 5.000 operaciones por año. Las técnicas de cirugía bariátrica utilizadas son el bypass gástrico laparoscópico, la manga gástrica laparoscópica y el cinturón gástrico.

Se estima que un promedio de 3 de cada 10 pacientes que se operan vuelven a ganar parte del exceso de kilos que perdieron en los años siguientes a la intervención.

Un estudio, que publicó la revista de medicina Jama Surgery, basado en el seguimiento de 443 pacientes que recurrieron a la técnica de la manga gástrica, en Israel, concluyó que 4 de cada 10 vuelven a engordar.

“En general la gente piensa que la cirugía bariátrica es para que la obesidad desaparezca. Como si fuera una solución mágica”, señala Billinger, y agrega: “El problema tiene que ver con los hábitos, con la conducta alimentaria. Con la cirugía se reduce el estómago y la cantidad de comida que uno puede ingerir. Pero no anula el deseo. Si picoteas todo el día comidas de pequeños volúmenes pero con muchas calorías, volvés a engordar”.

Por esto, Billinger plantea que es fundamental tomar la decisión de cambiar los hábitos alimenticios definitivamente. Como también aprender a diferenciar la necesidad verdadera de comida de la gula.

Otra cuestión importante para un descenso de peso exitoso, sostiene Barcia, es plantearse metas reales: “La mayoría de las personas que quieren bajar de peso tienen muchas veces como objetivo una meta que resulta inalcanzable. Se quedaron con lo que pesaban a los 15 o 20 años y pretenden llegar a esa cifra. El paciente debe entender que no puede pretender alcanzar el mismo peso que hace 10 o 20 años atrás. A ese peso deseado hay que convertirlo en uno adecuado o posible para el paciente”.

Paciencia y perseverancia

Nora Barile (40) es una de las coordinadoras de los grupos de ALCO (Asociación de Lucha contra la Obesidad) que funcionan en La Plata. Su padre es obeso y ella a los 15 años empezó a engordar. A lo largo de su vida probó con varias dietas y distintos planes alimenticios. Consiguió bajar de peso muchas veces. También tuvo recaídas en las que volvió a aumentar. La última fue en la inundación del 2 de abril de 2013.

“El tema de la comida está muy relacionado con lo psicológico, por eso ayuda reunirse en grupos. Podés compartir lo que te pasa con pares que están en la misma que vos. Son espacios de contención”, dice, y sigue: “Las recaídas son normales. Lo importante es seguir. Y reemplazar ‘el lunes empiezo’ por ‘en la siguiente ingesta’...”.

Billinger sostiene que durante el tratamiento los pacientes atraviesan semanas malas, en las que aumentan un poco porque se desorganizaron u otras en las que se desaniman porque, a pesar del esfuerzo, la aguja de la balanza no baja lo que esperaban: “Esto es normal y pasa siempre. Lo importante es no abandonar el tratamiento y para esto es indispensable pensarlo a largo plazo. Todo es parte de la incorporación de nuevos hábitos”.

“Las recaídas son normales. Lo importante es seguir. Y reemplazar ‘el lunes empiezo’ por ‘en la siguiente ingesta’...”

 

Barcia añade: “El mayor desafío para el paciente es desarrollar una actitud positiva, que se logra mediante el conocimiento de uno mismo y de cómo se pueden cambiar los estados mentales y emocionales, y aprendiendo a aprender. Observando como puedo resolver las situaciones problemáticas día a día, en pos de lograr ese cambio”, dice y agrega: “En todos los casos, el éxito del tratamiento va a depender de la motivación personal”.

la dificil tarea de luchar contra la obesidad

En 2010 Juan Titarelli chocó un poste de luz de Plaza Moreno. Se había quedado dormido mientras manejaba. No pasó nada grave, pero pensó que podría haber matado a alguien. Ese accidente fue el detonante de un clic interno: tenía que bajar de peso. Fue obeso desde su infancia y la enfermedad le generaba apneas de sueño, por eso con frecuencia se quedaba dormido. En su familia otros también cargaban con el problema de la obesidad. Él varias veces había intentado perder kilos y siempre volvió a engordar. Pero dice que esa vez sintió algo distinto: el deseo llegó cargado de determinación.

“Decidí operarme y empecé a cambiar hábitos alimenticios mientras hacía los trámites de la obra social. Sabía que te pedían bajar el 10% de tu peso antes de la intervención”, cuenta. Para cuando le aprobaron la operación, ya había bajado 45 kilos por su cuenta. Por eso el médico le dijo que no valía la pena la intervención. Siguió perdiendo kilos con la ayuda de un nutricionista.

En un año y medio, entre 2011 y 2012, bajó 70 kilos. “Gradualmente me fui armando otro estilo de vida. Tuve ayuda psicológica, que es fundamental. No hay que perder el foco ni cuando se alcanza el peso deseado. Yo me peso todos los miércoles, esa mi manera de controlar”, cuenta Juan, que es cocinero, dueño de un restaurant. Además de incorporar hábitos alimenticios saludables hace gimnasia cinco veces a la semana.

“El desafío para mí es seguir así hasta que me muera. La comida es una adicción. Y hacer las cosas bien es una lucha de todos los días. Creo que es importante asumir que es un enfermedad crónica y que nunca se puede decir ya está”.

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