El Niño: detrás de casi todos los desastres ambientales que atacan a la Región y el país

Podría ser el escenario ideal para una película de cine catástrofe. Inundaciones en todo el Litoral que multiplicaron los casos de leptospirosis y de picaduras de serpientes y arañas. Aludes en Mendoza que dejaron a 3500 personas varadas. Tornados en la provincia de Buenos Aires y hasta la epidemia de dengue que ya ataca a casi la mitad del país. Para quienes estudian las causas y consecuencias de los acontecimientos climáticos, el gran responsable de todos estos desastres ambientales no tiene nombre propio pero sí un apodo muy conocido en el mundo: El Niño, un fenómeno que consiste en oscilaciones en las temperaturas del Océano Pacífico que repercuten con fuerza en otras regiones del globo.

En nuestro país, según expertos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), “El Niño impactó en el Este con las crecidas de los ríos y las inundaciones, y en el Oeste con más aludes en la alta montaña”. El viernes, de hecho, las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Corrientes ya declararon el Estado de Emergencia Hídrica a través de decretos provinciales, todo “con el objetivo de implementar las acciones tendientes a la reparación de los daños producidos o que se puedan producir a futuro como consecuencia del fenómeno climático”.

El Niño, que por estos días genera el caos alrededor del mundo, está en curso de convertirse en uno de los más potentes de los últimos 65 años

Para Horacio De Beláustegui, por su parte, presidente de la Fundación Biósfera, “estamos siendo testigos de lo que hace tiempo se viene advirtiendo en torno al fenómeno El Niño y, repentinamente, vemos cambios en nuestro clima que, entre otras cosas, favorecen inundaciones y hasta la aparición de vectores transmisores de enfermedades, como sucede con el dengue” (Ver “Que no nos tome...”)

El Niño, que por estos días genera el caos alrededor del mundo -desde nevadas feroces en Estados Unidos hasta el incremento de la temperatura a niveles alarmantes en Sudamérica- está en curso de convertirse en uno de los más potentes de los últimos 65 años y, al decir de quienes siguen su bestial evolución, seguirá intensificándose hasta llegar a su pico en nuestro otoño.

Como consecuencia de este fenómeno, en agosto del año pasado las temperaturas de la superficie del mar ya estuvieron entre 1,3 y 2 grados centígrados por encima de la media, superando en un grado los umbrales habituales de El Niño.

“Que las temperaturas de la superficie del océano estén por encima de la media tiene un impacto en la circulación de la atmósfera, en la región Sureste de Sudamérica, por ejemplo, se observarán mayores precipitaciones durante lo que resta de la primavera y el verano”, apuntaron desde el SMN.

Mientras algunas regiones del planeta soportan temperaturas inusualmente altas con sequías e incendios, otras se encuentran bajo agua debido a intensas lluvias que causan desbordes de ríos e inundaciones. Y el caso más serio, como es sabido, se registró en el noroeste argentino, el oeste uruguayo, gran parte del territorio paraguayo y el sur de Brasil. Se calcula que en toda la región son más de 300 mil las personas que debieron dejar sus hogares a causa del agua e iniciaron el año alojados con familiares o en centros de evacuación.

La peor parte se la llevó por lejos Paraguay. La acumulación de lluvia en su territorio y el sur brasileño causaron el desborde del río homónimo, que a su vez provocó la muerte de seis personas además de 90 mil evacuados en las áreas ribereñas cercanas a Asunción y otros 70 mil en el resto del país.

“Prevemos que Mesopotamia siga siendo afectada con precipitaciones superiores a las normales, lo mismo que la Pampa húmeda. Mientras tanto, el sur de la Patagonia y el Noreste argentino tendrán precipitaciones inferiores a la normales”, se informa desde el SMN, al tiempo que se pronostica que “en la región central y norte de la Patagonia las temperaturas serán levemente inferiores a las normales en los próximos meses y en el noreste argentino serán superiores a las normales, lo que se debe a la falta de lluvia y a los cielos despejados”.

“Prevemos que Mesopotamia siga siendo afectada con precipitaciones superiores a las normales, lo mismo que la Pampa húmeda”

Según la Organización Mundial de la Meteorología, en tanto, las condiciones meteorológicas a nivel global se han alterado debido al cambio climático, que tiene entre sus consecuencias una “tendencia general hacia el aumento de la temperatura oceánica, pérdida de hielo marino en el Ártico y merma de más de un millón de kilómetros cuadrados de nieve en el hemisferio norte”.

En lo que va de año, como se dijo, El Niño ha contribuido a una gran sequía en América Central y se teme que en partes de América del Sur, especialmente en Ecuador y Perú, pueda provocar niveles de precipitaciones muy superiores a la media.

Así y todo, el caos climático que atraviesa el planeta -según un reciente informe difundido por la NASA- no sólo está lejos de remitir y sino que podría ser seguido por otro de magnitud similar. La fuerte corriente de El Niño en el Océano Pacífico “no muestra signos de disminución” y si bien se espera que llegue a su fin en marzo, eso no implica que la situación vaya a mejorar. “Podría ser seguido por un La Niña, igualmente poderoso”, advierten expertos de la NASA.

La Niña, se apunta, presenta condiciones esencialmente contrarias a El Niño. Durante un episodio de La Niña, por ejemplo, los vientos alisios son más fuertes de lo normal y el agua fría que normalmente existe en las costas de América del Sur se extiende hasta el Pacífico ecuatorial central. Episodios de La Niña cambian los patrones climáticos globales y se asocian con menos humedad en el aire sobre las aguas oceánicas más frías. Esto se traduce en menos lluvias en las costas de Norte y Sur América y a lo largo del Pacífico central y oriental, y más en el Pacífico Occidental. Resultado: muchos creen que, en términos climáticos, todavía falta lo peor.