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Información General |UNA INICIATIVA INEDITA

El pueblo que quiere plantar y producir marihuana con fines terapéuticos

Es General La Madrid. Su Concejo Deliberante aprobó la iniciativa y ahora esperan el permiso para comenzar un revolucionario proyecto que ya tiene el aval de la UNLP

17 de Abril de 2016 | 01:07

Enviados especiales EL DIA EN Gral. La Madrid
Textos: Facundo Bañez
Fotos : Dolores Ripoll

Los ojos de Carlos Aisaguer, el Ñato para todos, se hacen una mirada infinita cuando recuerda los días en que los dolores lo dejaban postrado y con ganas de que se terminara todo, pero se encienden y renacen ni bien empiezan a relatar su momento actual. Al Ñato le detectaron cáncer de riñón en agosto de 2008 y, si bien desde entonces mantiene el tratamiento oncológico decidido por los médicos, fue uno de esos médicos el que le brindó una opción alternativa para paliar sus viejos dolores. “Comencé a tomar aceite de cannabis hace un año y medio -cuenta-, tres gotitas todas las noches. ¿Y sabés qué? Volví a descansar, a tener hambre. Volví a sentirme bien. ¿Cómo puede ser que no podamos plantar marihuana en nuestro suelo para ayudar a los que sufren?” La pregunta del Ñato es casi una bandera que alza él y su familia pero también, y cada vez con más fuerza, varios de sus vecinos en General La Madrid, un pueblo agro ganadero del sudoeste provincial, a 450 kilómetros de La Plata, que persigue por estos días un sueño al que sus propios hacedores consideran tan serio como revolucionario: ser el primer lugar del país donde se siembre y coseche marihuana con fines terapéuticos.

El sueño, avalado por un grupo de investigadores de la UNLP, comenzó por iniciativa de un médico que trabaja en La Plata pero se convirtió por estas horas en la causa de una comunidad de pueblo integrada por trabajadores rurales y personas que, hasta no hace mucho, poco y nada sabían del cannabis y sus propiedades medicinales. “Lo que pedimos es que nos dejen investigar”, explica Pierina Palacios, médica clínica del hospital de La Madrid y especializada en dolores y cuidados paliativos. “Sabemos que el aceite de cannabis ayuda a mitigar dolores de enfermedades que van desde el cáncer, la fibriomialgia, la epilepsia refractaria y hasta los trastornos relacionados al sueño -agrega Palacios-. En el pueblo y alrededores tenemos muchos casos de chicos con epilepsia, y son las madres de esos chiquitos las que nos piden por favor que investiguemos”.

La idea que impulsa Pierina y su comunidad cobró fuerza cuando el Concejo Deliberante de General La Madrid aprobó una resolución en la que le pide al Estado la despenalización del cultivo y la producción de cannabis con fines medicinales, hace apenas seis meses, pero obtuvo un gran respaldo el 15 de febrero pasado, día en que la ANMAT autorizó el ingreso al país de aceite de cannabis para el tratamiento de una nena con epilepsia grave. Aunque todavía parcial, se sabe, la ley sigue prohibiendo los usos medicinal y recreativo de la marihuana y además, aunque se permita su importación, no todos pueden pagar el costo y envío en dólares de un aceite testeado y regulado.

“La decisión de la ANMAT fue importante -opina Martín Randazzo, intendente de La Madrid (Cambiemos) y médico cirujano del pueblo-¿Por qué se va a pegar semejante dinero para importar una sustancia que nosotros podemos producir en nuestro propio suelo a un costo muy bajo? No tiene sentido seguir oponiéndose, pero si hay gente que no está de acuerdo yo estoy dispuesto a plebiscitar la idea. Que la gente decida. En este tenemos que ser muy claros y sinceros, porque cuando se difundió la idea hubo gente que lo tomó para la risa y hasta algunos que me llamaban ‘el intendente marihuanero’. Puede haber algunos que no estén de acuerdo y hay que entenderlos, pero también se debe entender que no estamos hablamos de cannabis recreativo sino medicinal. Y lo que pedimos es que nos dejen investigar. Investigar para poder ayudar a quienes están sufriendo”.

* * *

La Madrid es un páramo con aire de siesta y gente cordial. Todos se conocen. Todos se saludan. Las veredas por momentos se ven desoladas y la vieja estación del ferrocarril, ya sin su techo pero con sus primeras paredes de ladrillo a la vista aún de pie, se levanta a un costado de unos silos inmensos como si fuese la evidencia orgullosa y tenaz de otro tiempo. En la entrada al pueblo, sobre unos campos sin sombra ubicados a unos cincuenta metros de la ruta, se encuentra el terreno de 100 por 50 metros donde se espera que el sueño de sus primeros brotes.

“Nuestra intención es comenzar con cien plantas”, dice Randazzo, parado en medio de esa nada rural que lo promete todo. “De prosperar -opina-, es un proyecto al que aún no le conocemos el techo, pero yo no tengo duda de que sería un antes y un después para el pueblo. Cambiaría su perfil y generaría una revolución científica y social que debe ser acompañada con responsabilidad”.

El intendente no está solo en su entusiasmo. Si bien puede haber algunos vecinos que aún miran con recelo la idea, lo cierto es que al proyecto lo acompañan maestros, chacareros, bomberos, religiosos y hasta miembros de la policía, pero sobre todo los médicos del pueblo, valorados y respetados por toda la comunidad local.

“Confiamos en el proyecto porque están ellos”, dice Mabel Ameri, vecina de toda la vida de La Madrid. Ellos son en realidad el equipo de profesionales que, una vez que se concrete la iniciativa, formarán el equipo de médicos que trabajará en cuidados paliativos en La Madrid. “Tenemos todo -dice Palacios-, y sabemos que producir el aceite sería algo súper económico que ayudaría a muchísimas familias. Lo único que estamos esperando es la autorización para que nos dejen plantar e investigar”.

* * *

La idea cobró fuerza en las últimas semanas pero tiene en realidad varios años. Tal vez comenzó cuando el médico Marcelo Morante, nacido en La Madrid pero formado en La Plata, volvió a su pueblo y se encontró con que su madre tenía un tumor en el cerebro que le generaba unos dolores terribles. Luego de que ella muriera, la hermana de Marcelo comenzó a sufrir convulsiones epilépticas y fue entonces cuando decidió indagar alternativas que permitieran paliar los efectos adversos de los medicamentos. Eran principios de la década pasada y Marcelo trabajaba en La Colina, un pueblito ubicado a 20 kilómetros de La Madrid. Allí conoció a un paciente que lo contactó con Mark Ware, un médico canadiense de la universidad McGill, que desde hace más de una década estudia y aplica tratamientos a base de cannabis.

Si bien la idea asomaba como un desafío casi imposible, a medida que fue pasando el tiempo Morante se encargó de estudiar el tema y brindar charlas educativas tanto en su pueblo como en la Universidad platense. La última charla se dio el fin de semana pasado en General La Madrid y fue un suceso que superó todas las expectativas.

“Nos quedamos sin lugar donde alojar a la gente -cuenta Randazzo-, fue algo emocionante que nunca se había vivido en el pueblo. Vinieron vecinos de acá pero también de Laprida, Olavarría y otros pueblos vecinos. La gente nos apoya porque entiende que esto tiene un objetivo científico, humano. Y sobre todo porque hay un tipo como Marcelo detrás de todo esto. En el pueblo lo conocemos todos y sabemos qué clase de médico y persona es. Cuando él vino a proponerme la idea, yo me postulaba para ser intendente. Y me entusiasmé tanto que ese proyecto fue el tema principal de nuestra campaña. Y así ganamos. Porque la gente entendió que lo que pedimos es la posibilidad de hacer ensayos clínicos y que nos permitan habilitar un servicio de oncología y una unidad de cuidados paliativos especiales”.

Para interiorizarse en el tema, Randazzo y Morante viajaron a Chile y conocieron la Fundación Daya, una organización sin fines de lucro cuyo objetivo es la investigación y promoción de terapias alternativas orientadas a aliviar el sufrimiento. Se trata de un importante antecedente a lo que quiere hacer La Madrid y el espejo donde este pueblo bonaerense busca ahora reflejarse (ver El caso chileno ).

“Algunos pueden decir que aún existe poca evidencia en torno al cannabis terapéutico -apunta Domingo Cárceles, director de Salud municipal de La Madrid-, pero va a seguir siendo poca si no dejan investigar. En esto puede haber prejuicios y hasta temores lógicos, pero la gente tiene que entender que se trata de la mejor manera para realizar ensayos controlados aleatorios que nos brinden la seguridad y eficacia real de este compuesto. Este tipo de ensayos representan la mayor garantía para probar si un nuevo tratamiento es efectivo y seguro. Y si podemos demostrar su eficacia y seguridad, como creemos, podemos entonces incluirlo como una opción terapéutica para la epilepsia”.

Mientras los médicos hablan y se entusiasman con lo que podría ocurrir en el pueblo una vez que se autorice la producción de cannabis, en la casa de El Ñato todos parecen agradecer lo que hasta el momento logró los efectos del aceite derivado de la polémica planta. “Te juro que es otra persona -asegura Patricia Tigel, su mujer, mientras lo mira con unos ojos que también se le hacen tiernos e infinitos-. El tratamiento convencional el Ñato lo sigue a rajatabla. Eso que quede claro. Y gracias a ese tratamiento mi marido afronta el problema químico de su organismo. Pero yo te juro, y te hablo con el corazón, que la vida social y la sonrisa a él se la devolvió la marihuana”.

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