Explorar las posturas del yoga puede mejorar la química sexual

El yoga es una filosofía milenaria cuya práctica ha crecido durante los últimos años con el valor agregado de un aporte especial en la sexualidad, especialmente la femenina, lo cual se suma al ejercicio, la relajación, la medicina contra la depresión y la ansiedad.

Un reciente estudio de la Universidad de Harvard, publicada en The Journal of Sexual Medicine, su práctica regular representa una mejora en varios aspectos de la función sexual en las mujeres, incluyendo el deseo, los orgasmos y una mayor satisfacción.

El estudio analizó a 40 mujeres saludables de entre los 22 y los 55 años que hacían yoga en India. La mayoría de ellas estaba casada y con una vida sexual activa, las chicas tuvieron que realizar 22 de las asanas de la práctica y se demostró que tuvieron una mejora en el tono muscular, en el humor, en la alegría. Tras 12 semanas, contestaron un cuestionario y revelaron esos resultados.

Las mujeres demostraron tener mejor función sexual basada en seis aspectos diferentes, mayor deseo, mejor lubricación, más orgasmos, menos dolor y una satisfacción mucho más plena. Estos beneficios los gozan, sobre todo, las mujeres de más de 50 años.

Los estudios señalados se suman a los de Lori Brotto, miembro de la Academia Internacional de Investigación Sexual que asegura la meditación y el yoga logran mejoras significativas en la lubricación y la percepción del deseo sexual.

Además, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos afirma en una investigación que el yoga tiene efectos en que las mujeres resulten más atractivas para los hombres, pues al disminuir los efectos del estrés, ansiedad, depresión y envejecimiento,  resultan más deseables para el sexo masculino. 

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Desde un punto de vista filosófico, el sexo es considerado como uno de los caminos a través de los cuales el mundo occidental se acercan a la sensación de unidad. El buen sexo funde a las personas que lo mantienen unas con otras haciéndolas sentir una solo. Pero también  con cada aspecto del interior de los individuos.

Una buena manera de comprender por qué el sexo tiene puntos en común con la meditación es observando la sensación de que el tiempo se detiene cuando disfrutamos de un encuentro sexual.

La ya mencionada psicóloga canadiense Lori Brotto investiga  desde hace años los efectos del yoga y la meditación sobre la sexualidad. En uno de sus trabajos llegó a la conclusión de que a través de la meditación la mayoría de las mujeres lograban mejoras significativas en su lubricación y en la percepción subjetiva del deseo sexual.

En otra investigación con mujeres operadas de cáncer cervical, que tenían dificultades sexuales observó que, cuando la respuesta sexual estaba disminuida pero no eliminada, la meditación podía amplificarla.

En el consultorio sexual muchas personas cuentan que comenzaron a practicar yoga y que eso no sólo contribuyó a que los avances de la terapia sexual se aceleren, sino que también los ayudó a enriquecer la sexualidad en todos sus aspectos.

El yoga no sólo involucra trabajo muscular: también ayuda a normalizar todas las funciones del organismo y se puede observar una disminución de los niveles de estrés y un incremento en la actividad de las glándulas sexuales. 

Para ellos tambien

Respecto de los estudios publicados por The Journal of Sexual Medicine y realizados en la India, el primero se llevó a cabo con 65 hombres que estaban empezando a practicar yoga y la conclusión fue que incrementaron su deseo sexual, mejoraron la erección, el control eyaculatorio, la confianza y la satisfacción post coito.

POsiciones favorecidas

Al igual que el sexo, el yoga tiene una parte que es física, que tiene que ver con posiciones y trabajo muscular, y otras mucho más profundas que vale la pena explorar y descubrir.

Las asanas, o ejercicios físicos, con prácticas de respiración y meditación, convierten al yoga en una poderosa arma para mejorar la sexualidad.

Algunas de ellas son la “mariposa”, que consiste en sentarse con la espalda derecha y doblar las piernas uniendo las plantas de los pies, en forma de cuenco o con las almohadillas juntas. Dejar que las rodillas caigan hacia los lados y llevar los muslos en rotación interna.  Acercar los talones hacia la pelvis manteniendo la parte exterior de los pies en el suelo y, si se puede, sujetar los pies con las manos.

Esta postura sirve para relajar las piernas y al mismo tiempo estimula los órganos sexuales, y al abrir la cadera ayuda a liberar la energía sexual acumulada.

También está “el puente”, para el cual hay que recostarse boca arriba, apoyar las plantas de los pies en el suelo, cerca de los glúteos y en la línea de los hombros, inhala y empujar con los pies contra el suelo elevando las caderas y exhalando volver a apoyar la espalda en el piso vértebra a vértebra. Esta posición ayuda a fortalecer y tonificar los músculos del suelo pélvico, mejorando en el caso de las mujeres la lubricación vaginal, el nivel de excitación, lubricación y calidad de los orgasmos. En cuanto a los hombres, favorece el control eyaculatorio y la erección.

Otra es la “postura del niño”: arrodillarse en el suelo y sentarse sobre los talones, separar las rodillas y exhalando inclinarse hacia adelante hasta que le torso quede sobre los muslos, apoyar los antebrazos en el piso a los costados del torso y colocar las manos hacia arriba. Es una postura que ayuda a relajarse y conectarse con uno mismo, y ya sabemos que para conectarse con el otro primero hay que poder conectarse con uno mismo.