Hospital de los muñecos: simular el peligro para entrenar a los futuros médicos

Tendida en la camilla, la figura de hombre tiene la boca abierta y los ojos cerrados. Alrededor suyo un grupo de médicos le toman los signos vitales y uno da la orden de intubar de manera urgente. Deciden y se mueven rápido, sin dudar. La figura acostada parece contraer el pecho con dificultad y la imagen del monitor ubicado a un lado confirma todo lo que pasa. Por suerte, o para mayor tranquilidad, no se trata de una de las tantas escenas frenéticas y cargadas de adrenalina que ocurren a diario en los quirófanos de los hospitales sino del entrenamiento que ofrece el centro de simulación médica local, donde sólo el año pasado ensayaron más de 1400 alumnos para prepararse cuando, una vez que se termine la carrera, el objetivo de salvar a alguien se les presente en el mundo real y sin nada que fingir.

Las entrevistas en consultorio externo (donde se simulan situaciones traumáticas) se realizan con actores debidamente capacitados para su rol

Así como se entrenan los pilotos de avión, los que asumen responsabilidades en los hospitales también se capacitan en prácticas invasivas relacionadas a la atención y cuidado de los pacientes con equipos de última tecnología, que en este caso no son más que muñecos y maniquíes que simulan a humanos y a distintas patologías.

“El concepto de simulación viene de la aeronáutica y los alumnos deben cumplir con determinadas horas antes de tener contacto con los pacientes -explica el profesor Alberto Mario Fontana, coordinador del Hospital de Simulación Clínica de la UNLP-. La razón principal para utilizar la simulación en la enseñanza de las ciencias médicas es proveer un ambiente seguro de aprendizaje para el estudiante y para el paciente, disminuir el riesgo de equivocaciones, mejorar la calidad de la atención y lograr así un entrenamiento previo al contacto con el paciente”.

Esta metodología de enseñanza, basada en la recreación de casos clínicos, se centra en una complementación a las prácticas para que los alumnos puedan capacitarse y entrenarse de una manera más integral. Se trata de un hospital que, aunque nada de lo que allí ocurra sea auténtico, cuenta con equipo directivo y salas como si se tratara de un hospital en pleno funcionamiento.

“Todo el hospital esta provisto con sistema de audio, video, cámara gesell y salas de control -precisa Fontana-. En el área ambulatoria hay cuatro consultorios que se utilizan para habilidades comunicacionales como, por ejemplo, entrevistas médicas, confección de historia clínica, certificados de defunción, procuración de órganos o comunicación de malas noticias. En el área de internación hay un sector de adultos con cuatro camas y otro de pediatría con cuatro unidades y el office de enfermería, lavado de manos y quirófano y sala de partos. También hay una sala de procedimientos para habilidades y destrezas. Una sala de terapia intensiva, otra de unidad coronaria y una tercera de briefing donde se realiza el análisis reflexivo de lo actuado. Todo es grabado y filmado para ser utilizado posteriormente en su análisis, ya que el método se basa en el error. El secreto es la repetición del procedimiento hasta que se realice de manera correcta”.

En un ámbito de 700 metros cuadrados de superficie levantado en la propia facultad, las simulaciones están centradas en la evaluación de signos vitales, auscultación de ruidos cardíacos, pulmonares y abdominales normales y patológicos, fondo de ojo, examen proctológico y ginecológico, otoscopia, punción lumbar, intubación orotraqueal, venoclisis, suturas de heridas, lavado y vestido para permanecer en quirófano y, siempre intentando que la escena que se monta sea lo más realista posible, manejo del trauma según cada caso puntual.

realismo

Como lo que se pretende es lograr el mayor realismo posible, los responsables del centro explican que hasta se fingen escenas dramáticas pero comunes en los hospitales, como por ejemplo explicarle a una persona que su familiar internado acaba de morir. “Las entrevistas en consultorio externo se realizan con actores debidamente capacitados para su rol”, detalla Fontana, para quien un centro de este tipo permite cambiar el eje de la enseñanza, ya que hay prácticas invasivas que no pueden ensayarse con pacientes y, de esta manera, “se permite que los estudiantes puedan entrenarse en todas las maniobras”.

Los “muñecos” incluyen desde modelos muy elementales, como los que se utilizan en las escuelas para enseñar reanimación cardiopulmonar a los chicos, hasta sofisticados equipos que se pueden programar para reproducir las condiciones específicas de diferentes patologías. “La idea es que cuando los profesionales tengan contacto ya cuentan con un entrenamiento tanto del médico como de los enfermeros y de todo el equipo”, se apunta. Actualmente, la facultad de Medicina de la UNLP tiene 5703 alumnos regulares que deberán rotar por el centro de simulación durante el ciclo clínico y en la práctica final obligatoria.

La experiencia que se realiza en la facultad local, hay que decir, se inscribe en un contexto donde este tipo de experiencias ganan cada vez más espacio. Según apuntan los responsables del centro de simulación platense, de hecho, la tendencia mundial lleva a que tanto para la formación universitaria como para la capacitación de los profesionales se trabaje con este tipo de simuladores y no con el ser humano. De esta manera, lo que se busca es disminuir el contacto con el paciente y resguardar así sus derechos. Por eso no resulta raro ver en distintos centros hospitalarios del mundo un ejército de robots y maniquíes que accionan y reaccionan como si fueran seres humanos para que médicos y cirujanos puedan experimentar, renovar sus conocimientos y entrenarse con el mayor realismo posible.

Un paro cardiorespiratorio, una subida de tensión, la fractura de una vena o cualquier otra complicación que pueda surgir en un quirófano real, pero sin víctimas. “En el mundo hay muchos de este tipo -apunta Fontana-. En Sudamérica los países pioneros fueron Colombia, Brasil y Chile. En Argentina en los últimos cinco años se han sumado otros como en Corrientes, Buenos Aires, Bahía Blanca y La Plata. Existen centros privados, en universidades privadas e instituciones hospitalarias como el hospital Garrahan, el hospital El Cruce o el Instituto San Martín. Muchos centros se han montado sobre estructuras preexistentes adaptadas para lograr la simulación. El hospital que tenemos en nuestra facultad fue diseñado especialmente para dicha finalidad”.

Entre las simulaciones que se proyectan a futuro y actualmente se encuentran en preparación, apuntan los responsables del centro, aparecen examen de mama, cateterismo vesical y atención de parto. “Para lograr que todo se realice con realismo -aporta Fontana-, contamos con docentes especialmente entrenados por la facultad pero también con profesionales de la informática, técnicos, auxiliares, profesionales de ciencias de la educación, personal de maestranza, bioingenieros y actores. Se necesita un cambio de paradigma donde el sistema se centre en el estudiante. Y hacia allá vamos”.