La viudez, ¿es más difícil de sobrellevar para los hombres que para las mujeres?

La viudez no sólo implica perder a la pareja o al ser amado, sino que también supone el desmoronamiento de la forma de vida que se llevó hasta el momento. Superar la pérdida y volver a construir una rutina sobre los escombros de la anterior implica un desafío enorme de superar.

“Es una situación difícil de elaborar. No se pierde sólo a una persona sino también un vínculo: las expectativas compartidas y los proyectos en común. Implica la reformulación de un tiempo vivido. Es encontrarse con una novedad”, dice la psicóloga Marina Canal, especialista en adultos mayores.

La especialista afirma que es un proceso doloroso y que se requiere de tiempo para acostumbrarse a la nueva situación y superar la sensación de ausencia: “Hay que lidiar con la soledad, con la renuncia a ese vínculo y a esa persona. Es necesario volver a construir un proyecto individual”.

Según plantean los expertos, aunque este momento es difícil tanto para los hombres como para las mujeres, muchas veces para los varones se presenta un agravante: no se saben manejar solos en la casa porque nunca se encargaron de las tareas domésticas. “Por eso tienden a buscar rápidamente una nueva pareja”, dice la doctora Nilda Galina, medica terapeuta especialista en género, y diferencia: “En cambio, para las mujeres remontar la cotidianeidad doméstica suele ser muy sencillo”.

“Los que enviudan o se separan tienen un período de disolución. Los varones suelen sufrir más pero el duelo les dura menos”

Sara Iajnuk, médica gediatra diplomada en gerontología, señala otra diferencia entre los géneros: “Los que enviudan o se separan tienen un período de disolución. Ese período no lo viven igual los hombres y las mujeres. Los varones suelen sufrir más pero el período de duelo les dura menos”.

Por otra parte, señala Iajnuk, muchas mujeres mayores que enviudan suelen encontrar más fácilmente algo para hacer, un espacio para llenar, les suele costar menos que a los hombres activar su vida social.

“Por la división de roles a la que acostumbraban las personas mayores, las mujeres generalmente se saben quedar solas”, comenta, y agrega: “Pero a los dos los afecta por igual. La depresión emocional o la ansiedad se presenta con la misma intensidad. Son crisis transitorias. Solo la gente que tiene una enfermedad previa no se adapta a la nueva situación”.

En este sentido, Canal coincide: “Las mujeres tienen desplegadas ciertas actitudes sociales que les favorecen para elaborar pérdidas. Y están acostumbradas a llevar adelante la casa. Acá entra en juego toda una historia sociocultural que, por otro lado, se va desdibujando. Porque los hombres se van involucrando cada vez más en las tareas domésticas”.

Las especialistas coinciden en que el período de duelo dura alrededor de un año y sostienen que cada persona lo vive de manera diferente. Aunque existen etapas que suelen ser comunes a todos: “Primero aparece un momento de negación en el que el viudo no asume la muerte y sigue como si nada hubiera cambiado. Después sobreviene la toma de consciencia en donde se reconoce la pérdida. Y por último comienza el trabajo de reconexión con el exterior: surgen nuevos proyectos y expectativas”, describe Canal.

La especialista explica que en el momento de toma de consciencia el viudo o la viuda puede atravesar una etapa de aislamiento. “Se muestran como más ensimismados y abstraídos de la realidad. Aparece la tristeza y el decaimiento. Las familias generalmente se alarman mucho pero ese tiempo tiene que estar y es normal que esto pase. Después aparecen nuevas metas y proyectos”, desliza Canal.

Según plantean las expertas consultadas, en todo este proceso el rol de la familia sería fundamental. “Es importante que acompañen. Cuando hay una red familiar y el que pena puede hablar con otras personas, el sufrimiento se alivia. Ayuda mucho que la memoria de quien murió circule entre hijos y nietos. Integrar al viudo a planes sociales y ayudarlo a rearmar una trama vincular”, señala Galina.

“Se muestran como más ensimismadas y abstraídas de la realidad. Después aparecen nuevas metas y proyectos”

Canal coincide en la importancia de la palabra: “Construir un relato de ese sujeto perdido y de los momentos vividos, conectarse con la pérdida y armar una historia presente es una manera de recuperar la identidad propia”.

Sociabilizar también ayudaría a superar los momentos críticos. Iajnuk, que dicta cursos en el Pepam (Programa de Educación Permanente de Adultos Mayores) señala que los talleres suelen funcionar como una excusa para sociabilizar: “Las personas que vienen se hacen amigas. Después de las clases van a tomar el té o se reúnen a festejar. A la gente grande les gusta estar con pares, y los cursos son una excelente manera de relacionarse. Los talleres tienen un fin social. Lástima que a los hombres les suele costar un poco más participar”.

Las nuevas viudas

Galina sostiene que un nuevo fenómeno que va en ascenso son “las nuevas viudas”. Llama así a las mujeres jóvenes que formaron pareja con chicos que mueren en accidentes de moto o en peleas: “La conducta temeraria de los varones está multiplicando estas situaciones. En estos casos, el dolor y la pérdida se viven de la misma manera que cuando se trata de personas mayores, pero estás chicas no tienen la misma contención. Y hay un penar muy solitario porque no suelen tener un apoyo social importante. Muchas veces, como son jóvenes, ni la propia familia le da importancia a la pérdida”.

LO IMPORTANTE ES SER OPTIMISTA”

Nelva Ciarmela (80) estuvo 47 años casada y cuatro de novia. Hace siete se quedó viuda. “Decidí vender la casa porque era muy grande para mí sola y estaba llena de recuerdos. Me daba tristeza. Entonces me busqué otra chiquita, más cómoda para mí sola, y la decoré alegre”. Para superar el dolor Nelva buscó activar su vida social: empezó un taller de literatura, otro de computación y se hizo de nuevos amigos. “Eso ayuda porque te encontrás con personas que están pasando lo mismo que vos. Salimos, vamos a excursiones y viajamos”, dice. Además de los amigos, gracias al taller se animó a escribir y a publicar un libro de literatura juvenil: “El elefante de oro”. “En la vida hay momentos difíciles. Creo que lo importante es ser optimista y quedarse con lo bueno para seguir adelante. Yo tengo la suerte de contar con el apoyo de mis dos hijos, Gabriel y Lidia, y con el amor de mis nietos”.

BAILAR ES LO QUE ME MANTIENE CON VIDA"

Atilio Molinari (87) estuvo casado 56 años con Elba, hasta que en 2009 enviudó. Se habían conocido en la adolescencia: cuando ella tenía 15 y él 17. “Tuvimos un matrimonio excelente. Recorrimos el país en moto, y nos gustaba ir de campamento los veranos. Una vez ganamos un concurso de baile. Sufrí muchísimo con su muerte”, recuerda Atilio, y cuenta que a los dos años de viudez sus dos hijos comenzaron a insistirle para que retome su vida social y para que vuelva a hacer las cosas que siempre le gustaron. “Empecé a ir a los centros de jubilados sábados y domingos a bailar y creo que eso es lo que me mantiene con vida, además del amor de mi familia”, dice, y cuenta que también suele viajar con grupos de la tercera edad. “Vivo solo. Y no tengo plata pero tengo millones de amigos. Enviudar es duro pero hay que seguir viviendo lo mejor posible. A mi señora la cremé, por pedido de ella, y tiré sus cenizas al mar. Entonces cuando voy a la playa siempre le llevo unas flores”.